Tesla se ha quedado estancada a nivel de diseño. Es el precio a pagar por vender coches en masa

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Tesla se encuentra ante uno de los momentos más importantes de su historia. Una bisagra entre su pasado y su futuro que decidirá su devenir. Hasta ahora, no se ha encontrado con un contexto como el que estamos viviendo en 2023. ¿Se está quedando Tesla anticuada o es sólo una percepción?

Como churros. Elon Musk encontró una fórmula para vender sus coches eléctricos a un público cada vez más masivo: vender Tesla como churros. Son principios básicos de economía a escala. A mayor número de unidades, menores costes fijos, esos que ahí estarán se produzcan o no se produzcan coches.

"El comprador puede elegir el color que prefiera para su Ford T, siempre y cuando sea negro". Es la frase que se le adjudica a Henry Ford y que se asegura que es el motivo por el que la inmensa mayoría de estos coches eran negros. Realidad o ficción, la frase ejemplifica una forma de actuar. La misma que otros fabricantes han tenido que seguir en momentos de crisis.

Una máquina. Y aunque todos los Ford T no eran negros, siempre se ha puesto como ejemplo su producción como inicio del automóvil de masas. Se calcula que se vendieron más de 15 millones de unidades en el primer cuarto del Siglo XX. Y lo consiguió reduciendo significativamente su precio gracias al montaje en cadena.

Tesla tiene sus esperanzas puestas en un método muy similar. Su Gigapress es una máquina capaz de producir grandes piezas para sus vehículos a un ritmo nunca visto. De hecho, la firma ha conseguido que de la línea de montaje de su fábrica en Shanghái salga un Tesla Model Y cada 40 segundos. La competencia está por encima de los 54 segundos.

Aunque 14 segundos pueden parecer pocos, esto hace que en lo que Volkswagen fabrica un coche, Tesla esté terminando el tercero. Se calcula que Tesla sólo necesita 10 horas para producir una unidad, mientras que Volkswagen tiene que esperar 30 horas para verlo salir de su línea de montaje. Y como el tiempo es dinero, Tesla gana seis veces más por unidad vendida que sus rivales.

Volvemos a los churros. La Gigapress le ha permitido a Tesla conseguir su récord de producción en un año. Y aunque está lejos de sus rivales, su ritmo de crecimiento es altísimo y siguen aguantando el tirón como los eléctricos más vendidos del mundo.

Parte del secreto es que entre su Tesla Model S (su primer gran modelo de masas) y su Tesla Model Y, pasando por el Model 3 y el Model X, las diferencias son mínimas. Churros o porras. Coches de diferentes tamaños pero que, en esencia, son realmente parecidos. Formas limpias, ligeramente curvadas y de fácil ensamblaje para conseguir que las unidades a final de trimestre se cuenten por cientos de miles.

Esto me repite. Y, como sucede con los churros, las formas de Tesla gustan. Gustan mucho. Pero también repiten. Ahí está parte de su éxito y su fracaso. La compañía se lo ha jugado el todo por el todo a que ensamblarán la misma carrocería durante muchos años. El éxito o el fracaso sólo lo conoceremos pasado el tiempo suficiente.

Lo explica bien Guillermo García Alfonsín en su prueba del Tesla Model Y. En términos económicos, esta forma de actuar es ideal, pero el público está acostumbrado a generaciones de coches que cambian cada siete u ocho años, con un lavado de cara intermedio. ¿Se cansará el mercado de ver siempre al mismo coche?

Tesla tiene que luchar contra las modas y jugar "a ser distinto". Su carrocería es uno de sus principales valores de marca. Cuando alguien ve un Tesla sabe de inmediato que está ante un Tesla. Adrian Clarke, diseñador profesional de coches, define la estética a El Confidencial como "insípidamente atractivo".

Tesla

Una ventaja. Pero no sólo de diseños atemporales vive una marca de coches. Tesla tendrá que seguir ofreciendo alternativas a sus futuros clientes y, de momento, lo está consiguiendo. La experiencia de cliente de Tesla es muy buena. Sin duda, uno de los motivos que provoca la polaridad del gran público frente a la marca. Para muchos: o la odias o la amas.

Eso lo ha conseguido la compañía haciendo creer a sus compradores que Tesla ha sido y es la mejor opción para hacerse con un coche eléctrico. Tienen una de las mejores gestiones (o la mejor) de la carga de su batería. Cuenta con una red de apoyo (en carretera y en destino) que aporta un plus a sus clientes y nadie iguala su experiencia de carga: parar, enchufar y olvidarse del pago (que ya se pasará automáticamente). Para algunos, detalles banales. Para otros, un motivo que justifica su compra.

¿Una tecnología estancada? Y, junto a la recarga, el otro gran aliciente para comprarse un Tesla: su Autopilot. Su sistema de asistencia a la conducción es uno de los que mejor funcionan y que, sin duda, alabé durante la prueba del Tesla Model Y. Sin embargo, es una tecnología en la que Tesla parece estar dándose un tiro en el pie.

La compañía aspira a que la conducción autónoma sea una tabla salvavidas en el futuro, un espacio donde llevar la delantera a sus rivales. Y aunque la competencia está lejos en su mayoría, cada vez más coches se acercan a sus buen desempeño. ¿Por qué parece que no avanzan?

El hype. Digamos, mejor, las expectativas. Promesas, promesas y más promesas. Un repaso una hemeroteca que recopile las promesas de Elon Musk es comprobar que la compañía rara vez ha cumplido los plazos. No solo eso: han tenido que volver sobre sus pasos en numerosas ocasiones.

Los reguladores estadounidenses tienen sus ojos puestos en la marca, a la que ya han avisado de que juegan en una fina línea con la publicidad engañosa. Demostrado hace unos días que, en ocasiones, sí han acudido directamente a la publicidad engañosa. Y sí, se han producido los avances suficientes como para que Tesla se haya atrevido a dejar sensores y radares a un lado y apostarlo todo a sus cámaras, pero los continuos pasos en falso han terminado por minar su imagen.

Lo difícil no es llegar. Que Tesla se convierta en una de las marcas de referencia y consiga asentarse en el tiempo es algo que está por verse. ¿Anticuada? Mi sensación personal es que la compañía arrastra un problema: Elon Musk. Su máximo responsable es extremo y visceral para todo. Para bien y para mal.

Un personaje irreverente puede conseguirte una gran fama y un ascenso supersónico. Pero también puede hacer estallar una burbuja hinchada por sí mismo. Asentarse suele ser sinónimo de adaptarse al sistema y guardar un perfil bajo. Si Tesla parece anticuada es, sin duda, por la ligereza de las promesas lanzadas. Si Tesla parece el fabricante salvador de la automoción es, sin duda, por la ligereza de las promesas lanzadas. El tiempo dirá.

Fotos | Tesla

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