Peugeot 408 PHEV, toma de contacto: el nuevo híbrido enchufable destaca donde más tiene que hacerlo

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Llueve, hace frío y nos refugiamos con el mejor de los ánimos en el Centro Botín de Santander, el lugar en el que Peugeot ha decidido dar el inicio a esta toma de contacto con el nuevo Peugeot 408 en su versión híbrida enchufable.

Atrás quedan los días de sol y calor en los que pudimos tener un primer acercamiento con esta... ¿berlina? ¿SUV? Dejémoslo en fastback. Esta vez tenemos ciudad por delante y carretera. Un recorrido que combina las características habituales de quienes más partido le quieren sacar a su híbrido enchufable.

Un juego de formas

No es casual que, como decíamos, la presentación de este nuevo Peugeot 408 comenzara en el Centro Botín. Las obras de arte moderno que se acogen en sus salas hilan bien con el coche en el que estamos a punto de montar. También el faro de Ajo, pintado por el artista Okuda, que visitaremos a lo largo de la jornada. Obras polémicas, disruptivas y, hasta cierto punto, agresivas, como las formas del nuevo coche francés.

Es aquí donde se concentra una de las grandes preguntas que giran alrededor de este nuevo Peugeot 408: ¿cómo acogerá el mercado esta nueva carrocería?. No es un SUV y no es una berlina. Es una mezcla que recuerda vagamente a aquellos familiares con toques todoterrenos, de pasos de ruedas de plástico y carrocería ligeramente elevada.

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El juego de formas queda en manos del diseño. Peugeot asegura que el mercado está saturado de SUV y que aglutinando un 60% de las ventas, crecer en este mercado es poco menos que imposible. La solución pasa por dar una alternativa a las dos carrocerías predominantes, en la frontera entre ambos mundos.

Y lo cierto es que, para bien o para mal, el Peugeot 408 llama la atención a su paso. Su capó alto y afilado, los grandes dientes que forman el haz lumínico delantero y la caída coupé que desciende desde el pilar B atrae las miradas de los peatones. Como en el caso de las obras del Centro Botín o del polémico faro de Ajo, gustarán más o menos, pero no deja indiferente.

Por dentro el diseño continúa. El protagonismo del i-Cockpit es absoluto. Los mandos están dirigidos al conductor y todo se alcanza a golpe de mano. La evolución me parece muy acertada. Se mantienen los botones físicos de la climatización y una barra digital personalizable que nos permite atajar menús en la pantalla. Un espacio que Peugeot denomina i-toggles.

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No me gusta que no haya un acceso directo a la calefacción del volante y de los asientos en las versiones que así lo monten pero sí puede personalizarse y mantener un botón para acceder al menú desde la barra digital. Además, la profundidad de sus atajos es buena. Por ejemplo, podemos guardar una emisora concreta o la dirección de casa y el trabajo, para emprender la marcha sin pasar por el navegador del teléfono.

En parado, el i-Cockpit luce espectacular. De nuevo, el problema es encontrar la postura ideal para que todo quede en su sitio. Personalmente, yo puedo situar el volante en una posición que no me tapa la pantalla del cuadro de mandos, pero sí llevo el volante más bajo de lo que realmente me gustaría. Pese a ello, no me dificulta los movimientos. Mi percepción es que, a mayor altura, mayores son las incomodidades.

En movimiento

En movimiento la percepción del i-Cockpit cambia. Echo de menos un poco más de ligereza y sencillez en los menús. Para que todo sea un poco más fluido, una pequeña transición acompaña el cambio de opciones que se muestran en la pantalla, pero nos confiesa (sin quererlo) que la carga no es todo lo rápida que debería.

En parado no es ningún problema, pero en movimiento todos los tiempos de espera se multiplican y son doblemente inconvenientes.

Sí es más problemática la gestión de la información en la pantalla sobre el volante. Aunque se ha hecho un claro esfuerzo por estructurarla correctamente, el bombardeo de información es excesivo, con datos sobre la velocidad, la activación o no del control de crucero, la distancia con el coche que nos precede, el mapa, las direcciones que hay que tomar, los carriles a situarnos en la ruta, la autonomía del motor eléctrico, el modo de conducción utilizado, el uso de la energía eléctrica...

El cuadro de mandos del i-Cockpit es demasiado barroco. Aunque útil, el bombardeo de información es excesivo

Todo conformado en un juego 3D que, sin embargo, está muy bien ejecutado y cuenta con buena nitidez. Sin embargo, la información mostrada nos satura por completo y hay ocasiones en las que algunas de ellas se pisan con el mapa, dificultándonos la visión. Este pequeño pastiche es más problemático en ciudad, donde las opciones entre calles se acumulan y multiplican.

En la pantalla principal, todo se aclara un poco. Es más fácil encontrar la información y tener una imagen mental de por dónde tenemos que ir y la ruta a tomar. Sus 10 pulgadas están bien aprovechadas pero los menús específicos y la enorme cantidad de opciones nos ofrecen cuadro mucho más barroco. Echamos un poco de menos algo más de finura.

Eso sí, el comportamiento del propio vehículo sí está a la altura en la inmensa mayoría de las ocasiones. El punto negativo lo recoge su freno, demasiado eléctrico y al que cuesta acostumbrarse. De recorrido muerto en sus primeros compases y poco progresivo en los siguientes grados de inclinación. Recomiendo, en este caso, optar por el freno regenerativo, que nos permite jugar con un solo pedal y, además, alargar ligeramente la electricidad disponible en nuestra batería.

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Aunque prefiero las direcciones más duras, en los últimos tiempos se han impuesto los tactos muy blandos en ciudad, que ganan dureza cuando se aumenta la velocidad. En este caso me parece que el Peugeot 408 trabaja aquí de manera excelente. Callejear es sencillo con una dirección que puede manejarse con una sola mano, beneficiándose del pequeño y manejable volante.

En carretera abierta, la dureza también alcanza su punto justo y sólo en una secundaria quizás echemos de menos un puntito de mayor contundencia y peso. Para movernos por autopistas y otras vías rápidas, el tacto es muy bueno.

También lo es el control de crucero adaptativo, un sistema que podría ser un poco más fino en las frenadas pero que se muestra muy suelto en las aceleraciones y maneja correctamente los giros en curvas a alta velocidad. Aunque el volante realiza pequeñas correcciones en mitad de la curva, la dirección se mantiene firme en ella y no ofrece sensación de inseguridad o de que podamos tocar los límites del carril.

En la primera toma de contacto, apenas salimos a carretera abierta, donde se emplea este tipo de sistemas en la inmensa mayoría de las ocasiones. Entonces sentimos que, con lo poco que podíamos haberlo puesto a prueba, el coche se pegaba en exceso a la línea derecha del carril. Sin embargo, después de realizar más kilómetros en autopista, creo que podemos corregir esta afirmación y señalar que el comportamiento es muy bueno en la mayoría de las situaciones.

Además, una vez activamos el intermitente para el cambio de carril, como conductores tomamos los mandos automáticamente y la detección de la nueva posición se realiza de forma rápida y efectiva. Tampoco ofrece dudas en este sentido. Si estamos dentro de una curva, el sistema no actúa hasta que el volante se encuentra recto, lo que aporta un extra de seguridad.

Además, en estas carreteras abiertas el coche se mueve con aplomo y mucha soltura gracias a sus 108 CV eléctricos que se combinan con motores de gasolina de 150 y 180 CV para entregar 180 y 225 CV, respectivamente, de máxima potencia. Un hecho también diferencial cuando, en las calles de una ciudad, necesitamos acelerar en un cruce y queremos pasar con una mayor rapidez.

En nuestra primera toma de contacto con este fastback de Peugeot realizamos gran parte de los kilómetros por carretera secundaria pero esta vez sí hemos podido ponerlo a prueba en el entorno que lo utilizarán la mayor parte de los conductores, en un circuito donde se ha combinado ciudad y trayectos en vías rápidas. Y nos reafirmamos en que, dinámicamente, es un excelente compañero de viaje si este tipo de mecánica encaja en nuestro día a día.

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