Los españoles en Nueva Zelanda, como los chinos en España hace un mes: "Vemos mucha gente demasiado confiada con el coronavirus"

Los españoles en Nueva Zelanda, como los chinos en España hace un mes: "Vemos mucha gente demasiado confiada con el coronavirus"
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Hace un mes, España vivía una situación de normalidad. Estadios de fútbol, vagones de metro, manifestaciones, cines, discotecas... Todo estaba lleno. Poco después todo eso cambió, pero muchos comerciantes chinos ubicados en todo el país ya habían empezado a cerrar sus establecimientos indefinidamente o a prohibir la entrada a sus tiendas antes del decreto del Estado de Alarma, atendiendo únicamente por ventanilla y con protección en forma de parabanes o láminas de plástico para evitar el contacto con los clientes.

En Torrent, una ciudad valenciana, quien escribe estas líneas presenció a una de estas comerciantes chinas pronunciar una frase lapidaria: "Españoles no bien cabeza", en referencia a una actitud social propia de la normalidad, sin un virus altamente contagiable y dañino creciendo cada día. Un mes después, con el país paralizado, son otros expatriados quienes han aprendido la lección y deciden maximizar su protección en un país todavía algo benevolente con la propagación del coronavirus: son los españoles viviendo en Nueva Zelanda, donde el confinamiento, además de haber llegado más tarde y pese a haber cerrado sus fronteras, es más laxo y permite la práctica deportiva al aire libre o los paseos, al contrario que en España.

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"La mayoría de la gente sale a hacer deporte o va a comprar sin guantes ni mascarilla"

Marta Lozano (imagen superior, a la derecha), Accounting Senior Specialist madrileña y residente en Wellington -exactamente en las antípodas de Madrid-, explica que las medidas contra el coronavirus han sido paulatinas en Nueva Zelanda, y que ya entrado el mes de abril se sigue permitiendo salir a dar un paseo o a hacer deporte, incluso en grupos, para evitar las consecuencias físicas del sedentarismo. "Permiten esa mayor libertad porque, y me duele decirlo, la gente es más responsable y cívica, además de haber menos población. Pero creo que lo acabarán endureciendo, ya que los casos siguen aumentando bastante cada día".

Pese a ese aumento continuado, Marta percibe cierto exceso de confianza respecto a los posibles contagios, cosa que contrasta con las medidas de protección que ella misma se ha autoimpuesto al ser conocedora del estado de la situación en España. "Nosotros, los españoles, estamos tomando más medidas porque sabemos lo que está viviendo nuestro país y nuestros familiares. No salimos, solo a hacer la compra, y solo una persona. Y vamos protegidos, aquí la mayoría de la gente va al supermercado sin guantes ni mascarilla, cosa que me escama cuando les veo". Ese exceso de confianza se manifiesta en un hecho insólito: el propio Ministro de Sanidad del país fue sorprendido saltándose el confinamiento para ir a la playa.

Personas practicando deporte al aire libre en Nueva Zelanda durante el primer fin de semana de abril. Varias personas practicando deporte al aire libre en un parque de Auckland durante el primer fin de semana de abril. Imagen: Cristian Rus.

Una tocaya de Barcelona, Marta E., es de las que sigue teniendo que acceder a su puesto laboral diariamente, en una empresa de gestión de capital en Queenstown. Fuera de esa obligación, ha suprimido sus salidas, incluso durante el fin de semana. "Voy de casa al trabajo y viceversa, pero aquí sigo viendo a la mayoría de gente salir a pasear, como mis compañeras de piso". La conexión con España tiene su impacto. "Los miles de mensajes que cada día nos llegan desde allí nos da la perspectiva de la fuerza que el COVID-19 puede llegar a tener". En Nueva Zelanda, las cifras son mucho más bajas que en España, 1.160 contagiados y un muerto en el momento de escribir estas líneas, pero lo visto con países como Estados Unidos revela que el retardo de los brotes entre países no significa que sus efectos vayan a ser menores si no se toman las medidas adecuadas.

Covid19 Espana Nz

Un testimonio similar ofrece Marisol Caravante (imagen superior, a la izquierda), actriz española a quien el confinamiento neozelandés le pilló de ruta por los países de la zona, como Australia o Filipinas además del propio país de los kiwis. Tras muchos malabares y golpes de suerte para poder prolongar su estancia allí sin (más) problemas, ha acabado asumiendo medidas de seguridad que superan las que establece el gobierno mientras vive en casa de una amiga. "Llevamos diez días allí, ayudándola con el jardín y pintando el exterior de la casa, no salimos para nada. Ella sale a pasear al perro y sí que ve a gente haciendo ejercicio fuera", narra desde Auckland. Marisol ni sale ni quiere salir.

El confinamiento voluntario y preventivo en el caso de estos españoles expatriados viene de hace semanas. Pedro Serrano, residente en Amberley, explica que la información constante que consultan en medios españoles marca la diferencia. "Eso hace que nos concienciemos más de lo que se nos viene encima, mientras que la mayor parte de neozelandeses se queda sólo con los pocos minutos que salen en el telediario hablando sobre Italia y a veces España, o lo que lea de paso en redes sociales". Cuenta que pese a que la mayor parte de hogares cuenta con jardín, es habitual ver los parques llenos de gente haciendo deporte, aunque se suele respetar el distanciamiento social.

"Nunca había visto tanta gente en el parque frente a mi casa como ahora"

Esa relajación también la aprecia Néstor Martínez, que vive sin salir de casa para nada salvo lo esencial, junto a su pareja y su bebé. "Creo que la gente por aquí no comprende cómo está la situación en España o Italia y están demasiado relajados". Denise Scalari combina en su sangre dos de los países más afectados por el coronavirus: italiana de nacimiento y habiendo vivido en España la mayor parte de su vida, ahora ve cómo en Nueva Zelanda mucha gente no tiene el mismo nivel de conciencia que ella sobre el potencial destructor del coronavirus.

Denise Denise Scalari. Imagen cedida.

"Teóricamente la gente sale con la excusa de “hacer ejercicio”, pues así lo permitió la ministra, pero en el parque enfrente de mi casa no ha habido jamás tantas personas como ahora y yo, sinceramente, elijo horarios donde la gente empieza a irse a sus casas y no todos los días. Al igual que el supermercado", cuenta Denise desde Auckland. No obstante, señala que esta actitud en una sociedad como la neozelandesa cree que tiene más que ver con cierta inconsciencia que con la falta de respeto hacia las normas y las personas.

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