Estados Unidos ha dado otro importante paso para volver a la normalidad y sus autoridades sanitarias han comunicado que todas aquellas personas que estén completamente vacunadas podrán prescindir de la mascarilla tanto en espacios exteriores como interiores, como tampoco tendrán la obligación de mantener la distancia de seguridad establecida hasta ahora.
Actualmente, Estados Unidos tiene un 46% de su población con al menos una dosis de la vacuna, y el 35% pauta completa. Todavía está lejos de ese 70% que se ha estipulado como la inmunidad de grupo. Habida cuenta de que España alcanzará ese 35% de vacunados con pauta completa a finales de junio, ¿hemos de esperar medidas similares?
Algunas excepciones a tener en cuenta
Según han publicado los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) en un comunicado: “La ciencia es clara: si estás completamente vacunado, estás protegido y puedes empezar a hacer aquellas cosas que dejaste de hacer por la pandemia”. Las personas inmunizadas, pues, podrán estar sin mascarilla al aire libre, pero también en interiores, independientemente del tamaño del espacio. Las autoridades esperan así que estas medidas ayuden a incentivar la vacunación, que está perdiendo fuelle, algo que incluso ha quedado reflejado en un tuit del presidente Biden.
La siguiente tabla, en ese sentido, no puede ser más elocuente: luz verde (sin mascarilla) para las actividades de las personas completamente vacunadas (2 semanas tras la última dosis). A la derecha, la CDC indica lo seguras que son las actividades sin mascarilla para personas vacunadas, desde correr al aire libre hasta comer en el interior de un restaurante. Todas las actividades, según la CDC, son seguras. A la izquierda figuran las actividades de las personas no vacunadas y el peligro asociado a las mismas.
Con todo, hay matices que tener en cuenta en el levantamiento de la obligatoriedad de llevar mascarilla. Por ejemplo, se sigue recomendando su uso en espacio públicos como hospitales, autobuses, aviones, cárceles o geriátricos. Las mascarillas también se mantienen para todo el mundo, vacunado o no, en eventos masivos (conciertos, partidos, etc).
Sea como fuere, las nuevas normas constituyen un cambio muy importante respecto al anterior criterio, cuando solo se podía prescindir de la mascarilla en exteriores siempre que no estuvieras rodeado de una multitud. A partir de ahora, básicamente, la gente vacunada puede prescindir de mascarilla en casi todas sus actividades, tanto de exterior como de interior.
¿Qué dice la ciencia al respecto?
Sin embargo, este cambio tan radical en las medidas, además de basarse en la ciencia, podría estar inspirado en una estrategia consistente en incentivar a los ciudadanos a vacunarse: el problema de Estados Unidos no es la carestía de viales, sino la resistencia de la población a vacunarse. Por ello no es extraño que haya incentivos estrafalarios a quienes se vacunen como regalar una lotería en Ohio con premios de hasta 1 millón de dólares a tarjetas regalo, donuts o cerveza.
El criterio estrictamente científico, sin embargo, no parece tan optimista como parecer sugerir la CDC con sus nuevas medidas. Por lo que sabemos hasta ahora, el mayor riesgo de transmisión del SARS-CoV-2 se produce en interiores, no en exteriores. Por ello, en Gibraltar no se exige el uso de la mascarilla para actividades en espacios exteriores desde finales de marzo, pero sí en interiores, a pesar de que ya habían recibido la pauta completa de la vacuna más del 70% de sus habitantes. Israel, por su parte, tras vacunar con una dosis al 62% (el 56%, las dos), levantó la obligatoriedad de llevar mascarilla, pero solo al aire libre.
Otra evidencia que tenemos hasta la fecha es que una persona vacunada tiene una alta probabilidad de ser inmune al contagio y, si se contagia, cursará síntomas mucho más leves: un sistema inmunitario entrenado elimina el virus antes de que éste pueda causar graves daños en el organismo. Pero aún con sintomatología leve, los reinfectados pueden ser foco de dispersión del virus, como sugiere el reciente estudio SIREN (SARS-COV2 Immunity and Reinfection Evaluation), llevado a cabo por el sistema de salud público británico.
Es decir, no solo resulta difícil a nivel logístico controlar que en un espacio cerrado solo haya personas inmunizadas, sino que los no imunizados podrían ser contagiados por los inmunizados, dado que la inmunización aumenta el número de personas asintomáticas que no saben que están contagiadas. Y, finalmente, por si fuera poco, contagiarse de COVID-19 tras recibir la vacuna es posible, aunque sea extremadamente raro.
Podemos afirmar que aún existen muchas dudas a la hora de esclarecer hasta qué punto las vacunas interrumpirán la transmisión del virus. Además de todo ello, se debe continuar investigando cómo actúan las diferentes vacunas frente a posibles variantes del virus. Parece que siguen siendo efectivas, pero pero podrían serlo menos contra otras mutaciones.
Todavía no sabemos cómo actuará España cuando alcance el porcentaje de inmunizados que ya tiene Estados Unidos. En España aún existe la obligatoriedad de llevar la mascarilla en exteriores aunque no haya distancia de seguridad, incluidos espacios al aire libre como la playa, la piscina o la montaña.
Y, si bien las autoridades sanitarias todavía no se han pronunciado sobre cuándo se podrán dejar de utilizar las mascarillas en España, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades sugiere que las normas de distanciamiento y los requisitos de mascarilla podrían relajarse para quienes estén vacunados contra la COVID-19, pero de momento no de la forma tan flexible como la planteada por los CDC.
Concretamente, desde el ECDC se plantean varios escenarios según el peligro de contagiarse en encuentros con personas vacunadas, pero todos ellos tienen en cuenta las burbujas de convivencia o grupos que se reúnen estando completamente vacunados. La idea de que, a priori, podamos juntarnos discrecionalmente en todos los espacios, tanto exteriores como interiores, no se contempla por el momento.
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