Todavía hay quienes creen en el potencial del presunto superconductor LK-99. El Pentágono, por ejemplo

La Chapman University prepara un proyecto para estudiar la posible superconductividad de las "películas finas" de este material

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Parecía que la historia del LK-99, el supuesto superconductor a temperatura ambiente anunciado en verano, había quedado sellada apenas unas semanas después de que sus desarrolladores lo hicieran público. Parece que no es el caso.

100.000 dólares de dotación. La Oficina de Investigación Naval de los Estados Unidos concedió recientemente una ayuda a la investigación de 100.000 dólares a un investigador de la Chapman University para el “desarrollo de elementos discretos para electrónica superconductora para uso a temperatura ambiente habilitada por películas finas de LK99.”

El futuro proyecto de investigación también abarca el desarrollo de los llamados SQUID (quantum interference device), sensores ultrasensibles capaces de medir pequeñas variaciones en corrientes o voltajes.

“Planeamos explorar la superconductividad en el material LK-99 en película fina utilizando nuestras instalaciones de laboratorio para deposición y diagnóstico. Tan pronto como estas películas superconduzcana temperatura ambiente, puentes de acoplamiento débil y más elementos electrónicos superconductores discretos sofisticados,” aseguraba Armen Gulian, perceptor de la ayuda a la investigación.

¿Hay esperanza? La clave estaría en el concepto de “película fina”. Tras el batacazo de las investigaciones posteriores al anuncio del supuesto superconductor, los desarrolladores del material pasaron a atribuir sus propiedades a un proceso de deposición de vapores químicos en una capa fina.

Esta capa, según los investigadores, sería superconductiva a temperatura ambiente en casi un 50%. Es este potencial en el que el nuevo análisis se va a concentrar. Todo indica que es una apuesta arriesgada, pero habrá que esperar a conocer los resultados de la investigación.

El culebrón del verano. El LK-99 protagonizó el culebrón científico del verano de este año. Todo comenzó con la publicación a través del repositorio ArXiv de dos trabajos que aseguraban haber detectado superconductividad en condiciones ambientales (esto es, ni a temperaturas muy bajas ni a presiones muy altas) en un compuesto de plomo y cobre al que llamaron LK-99.

Este compuesto era relativamente fácil de crear, por lo que laboratorios de medio mundo se apresuraron a reproducir el experimento. Con cada fallo en la replicación estrechaba el cerco sobre este supuesto superconductor se iba estrechando hasta que el consenso se sentó: LK-99 no era un superconductor en condiciones ambientales.

Siga buscando. Esta dotación presupuestaria es indicativa de lo importante que sigue siendo la búsqueda de la superconductividad en condiciones ambientales. Los superconductores permiten vencer la resistencia eléctrica, eliminando las pérdidas energéticas asociadas a este fenómeno.

Los superconductores en condiciones ambientales servirán para fabricar aparatos electrónicos más sensibles y rápidos y también se han convertido en una tecnología prometedora para el futuro de la computación cuántica.

Por supuesto también tendrán usos militares, lo que justifica el interés de la Oficina de Investigación Naval estadounidense. Por ejemplo reduciendo el peso de la electrónica, permitiendo así vehículos más ligeros y menor consumo; así como la creación de mejores sensores, como el caso de los SQUID.

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