¿Qué pasa cuando una IA se pone a retransmitir fútbol? Que confunde el balón con un árbitro calvo

Alon Calvo
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El fútbol jamás ha casado demasiado bien con la tecnología. Jugadores, aficionados y organismos han recelado históricamente de toda suerte de innovaciones aplicadas con éxito en otros deportes. El fútbol siempre ha presumido de su esencia, de su tradición, de haberse conservado en formol durante más de siglo y medio. Sucede que algunos avances son imposibles de obviar. En especial durante una epidemia.

Escocia está experimentando con retransmisiones de fútbol mediante inteligencia artificial. Y está saliendo... regular.

A Inverness. Hace algunas semanas, el Inverness Caledonian, club de la Segunda División Escocesa, anunció la introducción de un novedoso sistema de retransmisión. Las cámaras de su estadio no estarían controladas por un operador humano, sino por una inteligencia artificial capaz de identificar el balón y seguir el desarrollo del juego. El sistema, ideado por Pixellot, había sido probado con éxito en dos partidos, y llegaba para quedarse durante toda la temporada.

Fail. Todo iba bien, hasta que la federación escocesa tuvo a bien designar a un cuerpo arbitral peculiar para su partido contra el Ayr United. La particularidad radicaba en la cabeza de uno de los linieres, carente de todo pelo. La IA entró en crisis. Confundió la cabeza calva del colegiado con la pelota, y convirtió la retransmisión en una locura inexplicable que desesperó a aficionados e hizo las mieles de las redes sociales.

Un mareo. Un hombre calvo arruinó la producción televisiva, sometida al libre albedrío de un algoritmo. El comentarista tuvo que disculparse en repetidas ocasiones por el caos mostrado a los espectadores. La mayor parte de ellos eran los socios del Inverness, privados de acudir al estadio por las medidas de seguridad impuestas por el coronavirus. En un contexto de distancia social, la idea de una cámara controlada en remoto por una inteligencia artificial parecía estupenda.

Nadie contó con la alopecia.

Ahorro. En realidad, el impulso principal a la retransmisión automática del partido proviene del ahorro de costes. Según Pixellot, su algoritmo permite reducir hasta en un 80% la producción televisiva (de los 20.000€ por partido necesarios para un equipo de hasta 12 personas a los poco más de 1.000€, 100€ incluso, en función del número de cámaras contratadas con ellos). Para equipos humildes y de presupuesto ajustado, como el Inverness, es una forma idónea de aumentar el margen de beneficio.

Tendencia. Dos lecturas extraíbles de la anécdota: por un lado, la progresiva tecnificación y consecuente automatización de las retransmisiones de fútbol. Una vez una cámara es capaz de seguir el desarrollo del partido sin necesidad de control humano, sólo se necesita a un buen realizador (y de pulir detalles, como el asunto de las clavas). Por otro, la democratización de las retransmisiones para miles de clubes y categorías inferiores.

La primera puede tener un impacto mixto (puestos de trabajo que se pierden, fallos, frialdad en la retransmisión). El segundo, como los aficionados del Inverness estarán descubriendo, netamente positivo.

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