En los últimos años se ha instalado entre las hinchadas futbolísticas un lema que ha ido calando: Odio eterno al fútbol moderno. Aunque como es lógico cada uno lo asume como le da la gana, introduciendo en él los componentes que más le interesa, su significado unánime está en la añoranza del fútbol de los ochenta y los noventa, más puro, rudo y sudoroso; antes de que Nike y los derechos televisivos arramplaran con todo.
Hoy se proclama el "odio eterno al fútbol moderno", pero los millones que se le asocian han permitido la incorporación de la tecnología a los equipos profesionales
Era la época en la que Madrid y Barça podían quedar quintos una liga perfectamente, el Pichichi ser de alguien del Racing, el Zamora del meta del Alavés y en definitiva la liga no era cosa de dos, los futbolistas dedicaban las concentraciones a pachangas de brisca en lugar de fotos-poser para Instagram y se prefería la vida con cerveza que con six-pack. Outros tempos, que hubiese dicho Lendoiro.
Parte de ese "fútbol moderno" tan defenestrado hoy por muchos como rentable gracias a ellos mismos se entiende únicamente gracias a la introducción de la tecnología. En algunas ocasiones, mediante fórmulas conocidas por los aficionados, como por ejemplo con la llegada del videoarbitraje y el debate-patraña sobre si eso puede cargarse el fútbol. Como si lo bonito del balompié fuese irnos a casa frente a Corea del Sur el día de la madre de todas las injusticias. En otras ocasiones, mediante sistemas tecnológicos que ayudan a cuerpo técnico, jugadores y directiva a preparar partidos, dosificar entrenamientos o planificar plantillas.
Tras los goles de Griezmann o Sandro no solo están los pases de Correa o de Juankar, ni siquiera las órdenes del Cholo o de Michel, también está el trabajo silencioso pero clave de todo un equipo de técnicos multidisciplinar: fisioterapeutas, analistas, doctores, enfermeros, nutricionistas... De la misma forma que existen en Atlético o Málaga también se suceden en Villarreal, Bilbao, A Coruña o Sevilla. Y desde luego, han aprendido a usar la tecnología. Con algunos de ellos hemos hablado.
Conectados a través de la app
En el Villarreal C.F. el cuerpo técnico se comunica mediante una app que tienen instalada tanto ellos como los jugadores: Hide Sport. No es una app cualquiera que encontraron haciendo investigación de mercado, está desarrollada gracias a la idea que tuvo José Mascarós, su preparador físico, quien hace dos años decidió buscar una forma de llevar a la práctica la idea que estaba cocinando.
"Surgió a partir de una necesidad de mi trabajo, quería comunicarme de forma fluida y directa con el cuerpo técnico. Además, nos da una cantidad tremenda de información útil que todos podemos consultar: las variaciones de peso de los jugadores, qué tal se han alimentado, qué tal se han hidratado, cómo han dormido cada noche... Y además, nosotros les preguntamos su valoración subjetiva de la carga de entrenamiento. Es decir, nos dice, del 1 al 10, el esfuerzo que ha notado en ese entrenamiento, y nosotros la registramos.
Ellos incluso pueden introducirlo en la pantalla táctil que tienen en el vestuario. La app está creada para cuantificar y controlar los entrenamientos, los tratamientos... Cualquier información relevante es añadida y el resto podemos verla. Los fisios nos ponen qué zona ha sido tratada para cada jugador.
Por ejemplo, el tobillo derecho. Lo marca en una silueta de un cuerpo humano. Si esa zona es tratada demasiadas veces, en ese jugador sale de color naranja. Si va más allá, en rojo, y además nos salta una alerta, una notificación. Entonces lo vemos con doctor y fisios: es posible que haya tenido una sobrecarga, que está descompensado, etc. La app es muy intuitiva, nos facilita la tarea a todos, hasta el nutricionista y el entrenador de porteros tienen sus apartados.
Para Mascarós, la clave de esta app es que responde directamente a sus necesidades, y no al revés, no se tienen que adaptar a una solución ya existente que quizás no pudiese responder a todo lo que necesitan como cuerpo técnico. En cualquier momento se puede consultar la ficha de cada jugador y ver los minutos de entrenamiento que lleva, los minutos de partido, su historial de lesiones, etc.
Además, al representar estas últimas de forma gráfica sobre un cuerpo humano dibujado, es fácil detectar si un jugador tiene demasiada tendencia a lesionarse en una zona concreta, o en un lado concreto de su cuerpo. Con esa información obtenida de forma tan fácil y rápida, el cuerpo técnico se pone a trabajar para saber el motivo de esas tendencias: el estado del terreno de juego, el calzado usado, su alimentación, una sobrecarga en los entrenamientos... Con los datos a la vista entra en escena el factor humano.
"Hay una cantidad enorme da factores que parecen un poco tontos pero luego son vitales. La hidratación, por ejemplo. El descanso, claro. Es importantísimo, con ellos el peligro de lesión es menor. Son muchísimos detallitos que suman y pueden ayudar. Con la app intentamos repartirnos y delegar el trabajo en las distintas parcelas que componen un staff técnico de un equipo profesional. Cada uno aporta su parte para ser eficientes, que es lo que buscamos, eficiencia en nuestro trabajo, automatización, la máxima información, el menor esfuerzo."
Existen herramientas similares, pero Mascarós está orgulloso de la que él ideó. "Como esta yo no he visto otra. Una vez probé una que era muy engorrosa, para cualquier gestión te tirabas quince minutos. Yo creo una sesión de entrenamiento completa, con gráficos, vídeos y hoja de sesión en una quina parte del tiempo". Con ella obtiene los informes que pasa al entrenador, Fran Escribà, e incluso las memorias anuales de entrenamientos que se le entregan al míster cada final de temporada. "La sacas de forma casi instantánea", dice orgulloso.
Hide Sport, la app en cuestión, fue encargada a un grupo de desarrolladores que le vieron utilidad potencial para el rugby, y crearon una app paralela para este deporte, hoy utilizada por varios de los equipos semiprofesionales que compiten en España.
GPS y acelerómetros
Si el uso de una app así no es algo precisamente conocido por el aficionado promedio, quizás sí estemos más acostumbrados a ver en los últimos años cómo los jugadores portan chalecos con GPS integrado para los entrenamientos. Es una práctica que comenzó como anecdótica y ha acabado convirtiéndose en el estándar. Resulta llamativo porque para distancias a veces tan cortas de salida explosiva como la de los jugadores de fútbol no pensamos en un GPS sin más como la mejor solución. ¿Cómo funcionan exactamente? Nos lo cuenta Pablo Manzanet, preparador físico del Villarreal C.F. responsable del departamento de análisis de vídeo.
"Cada jugador tiene asignado su chaleco con su unidad GPS. Hay unas poquitas empresas que lo proveen y nosotros estamos con GPS Sports desde cinco años. La unidad la llevan en la espalda, que registra todos los movimientos y localización del jugador. Mediante sus variaciones de posición calculan sus velocidades, las distancias, las aceleraciones...
Como solo con el GPS no basta, tienen también un acelerómetro para dar mucha más precisión, sobre todo a cambios de posición muy rápidos. Con todo eso, el sistema consigue datos que dan mucho valor. Lo importante es no volverse loco. Hay tantísimos datos, tantísima información... Lo que hacemos es fijarnos en seis valores que son los que consideramos más destacados, y trabajar sobre ellos. Cuando tenemos esos seis controlados, ya daremos más pasos. Esos valores pueden ser la carga externa, la frecuencia cardíaca, las variaciones de temperatura, el esfuerzo en base a la frecuencia cardíaca, etc.
Así, en un entrenamiento podemos ajustar las cargas, mirar su velocidad media, máxima, distancias, grados de intensidad... Hay jugadores que saltan mucho, o que flotan mucho, cargan más... Y eso hay que tenerlo en cuenta para prevenir lesiones, ajustar entrenamientos... El acelerómetro también detecta izquierda y derecha, así que si un jugador está desbalanceado, decimos "a este chaval le pasa algo". Y vamos a lo concreto, a lo que la experiencia y la ciencia dicen que es más fiable.
Los GPS deportivos como el que usan en el Villarreal C.F. están permitidos por la FIFA, que comenzó a trabajar con varias empresas proveedoras y desde hace tres años permitió su uso en competiciones europeas. Primero lo hizo con su propio sistema de calibración y luego abrió la posibilidad de hacerlo con el proveedor que se desee.
La RFEF (Real Federación Española de Fútbol) no fue en contra de su "hermano mayor", como dice Manzanet, y un año después ofreció la misma posibilidad a los equipos españoles, también de forma abierta. "Al principio los árbitros nos pedían que se los enseñáramos una vez puestos para detectar alguna irregularidad, o ver si realmente eran unidades GPS. Ahora ya ni lo miran porque está asumido que se usa con varias marcas y no hay ningún problema".
Vídeo, vídeo, vídeo
Otro de los factores sin los que no se entiende el fútbol actual es el uso del vídeo para la preparación de partidos. Ver cómo suele atacar, defender, retener el balón o crear situaciones de peligro el equipo rival al que tenemos que enfrentarnos el domingo que viene es algo bastante útil, tanto para estar prevenidos como para variar la formación, la estrategia o los jugadores que saldrán al campo como titulares. Cuando el equipo al que nos vamos a enfrentar no es un Barça, un Madrid o siquiera uno de la liga española, sino de un país exótico del que poca información previa se dispone, es todavía más diferencial.
El trabajo con vídeo es arduo pero permite obtener información tremendamente útil: puntos débiles y peligros del equipo al que nos vayamos a enfrentar
De ese trabajo también se encarga Pablo Manzanet, quien nos cuenta que en su momento se hizo un estudio de mercado para ver qué producto disponible en el ídem facilitaba el entrenamiento de su equipo, en este caso del Villarreal C.F; de cara a la preparación ante próximos rivales. Una empresa italiana es la que se llevó el gato al agua. Y no solo en el submarino amarillo, sino que es una de las más utilizadas de todo el mundo tras haber sido fundada en 2004: Wyscout.
Wyscout es una de esas empresas con mercado puramente corporativo que se puede permitir no dejar publicado su plan de precios. Imaginen los ceros. Tiene en su base de datos los partidos en vídeo de cualquier liga de cualquier país, incluso con varias divisiones, competiciones europeas... Cualquier rival al que se tenga que enfrentar un equipo de fútbol profesional en España está en Wyscout.
Por ejemplo, el Villarreal tuvo que enfrentarse al Astaná, un equipo de Kazajistán, en los play-offs de clasificación para la Europa League de 2014/2015. Se hizo uso de Wyscout, se vio cómo solía jugar, y el partido se preparó en consonancia. Victoria por 0-3 y a casa.
Otra plataforma que usan está orientada a la edición de vídeo, InStat Scout.
"Da un sistema de tracking con una plantilla sobre la que generas categorías: ataque, defensa, etc. Ves el partido, y ordenas como tú quieras las situaciones de juego que se están dando. Así generamos una base de datos de 250 jugadas del Barça, por ejemplo, y luego seleccionamos 20. Sobre esas veinte entrenamos, insistimos, y finalmente el entrenador toma decisiones y las ejecuta. Buscamos las situaciones que nos puedan generar peligro y en la que nosotros podamos generarlo. A eso dedicamos el 70% del trabajo de vídeo, buscamos muchísimo."
No es para menos. El Villarreal suele llegar relativamente lejos en Copa del Rey y también es un fijo en las competiciones europeas. Eso supone que durante muchísimas semanas de la temporada tienen partido cada tres días. A final de curso, entre 50 y 57 partidos jugados.
"Entendemos la tecnología como algo muy importante, las herramientas son vitales. Pero también es importante que haya personas que sean capaces de trabajar sin horario, con tesón, ilusión, orden y equilibrio". Manzanet transmite un mensaje similar al del resto de entrevistados: la tecnología ayuda, optimiza, ayuda de una forma inmensa, pero no puede reemplazar a quien toma decisiones, que también percibe valores subjetivos. Más adelante lo veremos con el ejemplo perfecto y más comprensible.
Big brother
En el Valencia C.F. se usa la tecnología de una forma especialmente proclive. Los mencionados chalecos con GPS son el pan de cada día. Las máquinas del gimnasio miden la potencia con la que los jugadores las mueven para comparar no solo la intensidad, sino también la simetría entre músculos de ambos lados del cuerpo, incluso la oposición (parte delantera y trasera de la pierna, por ejemplo), registrándolo mediante un potenciómetro que luego es usado por los preparadores físicos para conocer el estado de los jugadores. Los servicios médicos, junto a los técnicos, también hacen uso de una app en la que introducir datos de los futbolistas para hacerles el seguimiento. Aunque quizás lo más llamativo está a varios metros de altura.
Pablo Pérez Aleixandre es, a sus 28 años, analista del primer equipo y responsable del departamento de análisis de la academia en el Valencia C.F. Por lo tanto, es también uno de los que trabajan con el sistema de grabación de las instalaciones del club che. Y no son precisamente un par de cámaras puestas sobre un trípode.
"Hasta el año pasado subíamos a una grúa de obra, tal cual, para poder conseguir grabaciones de altura. Para un análisis táctico lo más importante es la altura, para tener un buen plano y que se pueda ver bien la situación de todos los jugadores, movimientos, distancias...
Ahora ya tenemos un sistema de grabación con diferentes cámaras que se pueden controlar de forma remota, con un joystick. Podemos también cambiar la cámara desde la que grabamos, tenemos siete en el campo en el que entrena el primer equipo. En el Mini Estadi, ocho. Y en los campos de fútbol 11 de la Ciudad Deportiva, tres y cinco.
Para el resto de campos, como no podíamos equiparlos todos esta temporada, hemos comprado unos trípodes portátiles que en realidad son como mástiles, de siete metros y medio de altura. Así podemos llevarlo a cualquier campo y hacer grabaciones de altura incluso si no hay unas gradas.
También tenemos acceso a una plataforma de vídeos de otros equipos de cualquier parte del mundo, a eso deben tener acceso todos los equipos de España entre 1ª y 2ªB, viene de acuerdos de la Federación. Lo más importante no es tener acceso al vídeo, sino que esa información sea relevante y tenga impacto sobre las decisiones que tome el cuerpo técnico".
La película Moneyball (Bennett Miller, 2011) trata precisamente de la historia de Billy Beane, que utiliza las estadísticas del economista Peter Brand para fichar a los mejores jugadores posibles de cara a reforzar a su equipo de béisbol, los Oakland Athletics.
Esta historia otorgó un nuevo plano de importancia al uso del big data en el ámbito deportivo y Pablo le da la importancia justa: "El Moneyball es muy bonito, pero tiene que haber un factor humano que te haga entender a ese deportista. Me he dado cuenta de que es vital tener controlada la información objetiva, pero por ejemplo de cara a los jugadores, es muy importante que sea una persona con un perfil psicológico como el que buscamos. Quizás quieres fichar a un mediocentro defensivo y tienes una opción a tu alcance que deportivamente te da un ocho sobre diez, pero luego ves a otro que puede tener seis y medio sobre diez, pero además es muy profesional, disciplinado, consistente... Con ese factor subjetivo puedes lograr fichar jugadores que te dan mucho más que lo que ofrecen sobre el campo. Eso no te lo da el vídeo, para eso has de conocer más sobre el jugador".
Para Pablo, sin el factor humano, la tecnología es poca cosa. "La tecnología facilita el proceso de toma de decisión, pero si no decides como debes... Desde mi parte, como analista, lo importante es hacerte servir esa tecnología para dar la información más completa de la forma más sencilla y correcta al cuerpo técnico para que decidan de la forma más correcta. Que sea un facilitador para preparar partidos, lo importante es hacer influencia en eso. La tecnología es un medio para ver y medir factores que en tiempo real sería imposible". Hace unos años quizás sí era más habitual que hubiese un responsable de dotar de tecnología al cuerpo técnico, cuando la tecnología era menos conocida y usada por las masas, estaba en otro punto. Hoy esa habilidad se presupone como una competencia más entre todos los miembros del staff: todos proponen, el responsable decide. Quien no es capaz de manejarse mínimamente con la tecnología en pleno 2017 tiene un serio problema.
Sobre el estado actual de la tecnología en el fútbol de élite, Pablo cree que estamos utilizando entre un 30 y un 40% de lo que se podría llegar a hacer. Los próximos pasos los ve claros: mucho uso de big data y ropa inteligente que permita tener controlados muchos parámetros del futbolista en todo momento. También a prever qué va a hacer un equipo rival viendo su pasado. De momento, eso sí, las pretemporadas han pasado de ser merase sesiones programadas de interminable ejercicio físico a programas casi individuales para cada jugador en que se valora su tono muscular, el peso que haya podido coger durante las vacaciones, su forma física respecto al final de la temporada anterior, y un sinfín de pequeñas variables que influyen en la carga de trabajo y su dosificación para los futbolistas.
El uso de tecnología ha permitido incluso detectar quién ha cometido realmente un error para ayudarle a corregirlo
Hasta ahora, el uso de la tecnología ha permitido subir mucho el listón de la mayoría de clubes. Una anécdota que recuerda Pablo fue cuando la temporada pasada un jugador del Valencia cometió un fallo, un despiste a la hora de defender una jugada a balón parado que le hizo perder la marca del rival y provocar una situación de peligro que casi se saldó con un gol en contra. El Valencia ganó el partido, pero el jugador fue advertido meramente en aras de que estuviese más atento en lo sucesivo.
"Como en cualquier profesión, a veces el trabajador -en este caso, el jugador- trata de atribuir sus errores a otros factores antes que admitir su responsabilidad", dice Pablo. Y ese jugador argumentó que tenía a tres o cuatro jugadores del equipo rival para él solo y por eso no marcó a quien casi marcó el gol. Desde la grada, el equipo de analistas envió el vídeo de la jugada al segundo entrenador, y en el descanso éste se lo mostró al entrenador, en ese momento Voro: el jugador solo tenía a un jugador que marcar, nada de tres o cuatro. En cualquier caso, el vídeo no se usa como un instrumento de caza contra quien comete errores, sino como una herramienta de refuerzo positivo, donde prima ayudar o encontrar soluciones para que el jugador mejore.
El segundo entrenador pudo recibir las imágenes porque por una cuestión legislativa no podía estar en el banquillo. Las normas prohiben que los miembros que se encuentran en él puedan ver imágenes del partido. No todo iban a ser facilidades en esta era del fútbol moderno.
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