Qué alimentos almacenar en caso de holocausto: preguntamos a los nutricionistas

Qué alimentos almacenar en caso de holocausto: preguntamos a los nutricionistas
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Hace exactamente un año el mundo observaba los acontecimientos de Italia con incredulidad. Lombardía había entrado en un confinamiento domiciliario inédito en la historia reciente de Europa. Millones de personas no saldrían a la calle durante casi dos meses para atajar una pandemia que, en el plazo de unos pocos días, afectaría a todo el continente. En ese impás, los italianos acudieron al supermercado y arrasaron con todo lo que encontraron a su paso.

Similares escenas se repitieron en el resto del mundo durante las semanas siguientes. En España la fiebre por aprovisionarnos arrasó primero con el papel higiénico, más tarde con la levadura y otros productos para amasar pan, y finalmente por las bicicletas estéticas o las piscinas hinchables. El confinamiento y el coronavirus nos aproximaron a un escenario que ninguna generación viva recordaba: la posibilidad real de plantarnos a las puertas del apocalipsis, del fin del orden social tal y como lo conocíamos.

Naturalmente todo esto era una exageración. Los sistemas de distribución sostuvieron el envite sin ningún problema. Al cabo de un mes la levadura, el papel higiénico y, un poco más tarde, las mascarillas, fueron tan ubicuas como siempre lo habían sido desde que el capitalismo solventara el pequeño problema de alimentar a naciones enteras en la abundancia. Pero el trauma psicológico nos dejó una pregunta en el aire que, hoy, un año después, parece menos abstracta e hipotética: ¿qué necesitaríamos en caso de que llegara el Holocausto?

Lejos de lo que pueda parecer, la pregunta ha ocupado a algunas de las mentes más agudas de nuestra era, ya sean los nutricionistas o los expertos en logística militar, siempre prestos a imaginar cualquier escenario que implique aislamiento, deprivación y un enemigo a las puertas. Hemos hablado con algunos de los primeros para descubrir qué deberías tener siempre en tu despensa en caso de que el siguiente virus nos mute a todos en zombis.

Nutricionalmente hablando, ¿qué necesitamos?

Por supuesto, la respuesta a la pregunta del millón depende de cuál sea la emergencia que vamos a encarar: no es lo mismo prepararnos para una tormenta de nieve que puede durar a lo sumo una semana, que prepararnos para una contingencia mayor, como una guerra. También debemos valorar el tiempo que tenemos para prepararnos: la mayoría de las veces son situaciones que no se pueden prever y en las que vamos al supermercado más cercano a toda prisa.

Aunque el cuidado de la dieta en este momento no sea una prioridad, sí conviene escoger alimentos que nos ayuden a cubrir las necesidades de macronutrientes (hidratos de carbono, grasas y proteínas) de nuestra dieta. Allá van unas ideas de alimentos y productos de cada tipo que podemos almacenar:

  • Alimentos y productos ricos en hidratos de carbono: arroz, cereales, fideos, galletas, frutos secos, barritas energéticas altas en hidratos, azúcar.

  • Alimentos y productos ricos en proteínas: carne deshidratada, conservas de atún o caballa, fiambres envasados al vacío (pueden durar hasta 45 días), barritas energéticas altas en proteínas, legumbres envasadas (lentejas, garbanzos...).

  • Alimentos y productos ricos en grasas: el aceite sería lo más práctico a la hora de conservar y almacenar. También los frutos secos son ricos en grasas.

Quizás este es un buen momento para recordar uno de los productos estrella del año pasado y sobre el que hemos hablado bastantes veces: la comida en polvo como el Soylent o Joylent puede servirnos para estas situaciones de emergencia. Fácil almacenaje, fácil transporte, fácil preparación y digestión y un aporte equilibrado de macronutrientes: una opción a considerar para períodos cortos de tiempo. No para larguísimos confinamientos en caso de que, supongamos, la Tierra se convierta en un páramo nuclear inhabitable más allá del subsuelo.

Hablan los expertos

Como no queremos que una emergencia como un posible holocausto, una espectacular tormenta de nieve (poco probable este año, pero ¡eh! la posibilidad está ahí) o incluso un ataque de un Godzilla patrio os pille desprevenidos, hemos consultado a cuatro nutricionistas para que nos cuenten qué es lo que se llevarían ellos a casa. Ellos son los profesionales en materia de nutrición y, valorando que tengamos que estar unos cuantos o muchos días sin pisar la calle, estas son sus recomendaciones para la lista de la compra.

Gabriela Gottau, de Vitónica

Gabriela es dietista-nutricionista en Argentina y colabora con nuestra web Vitónica, donde nos da consejos sobre comida sana, aporta recetas muy interesantes y nos mantiene al tanto de las últimas novedades en el campo de la nutrición:

En caso de emergencia lo primero que llevaría a mi casa serían alimentos con larga duración y fáciles de consumir, es decir, que se puedan ingerir sin demasiado más. Así, escogería conservas de legumbres varias, de alto valor proteico y listas para consumir, y también ricas en vitaminas y minerales que protegen el sistema de defensas. También optaría por algunos alimentos no perecederos como arroz o fideos secos en caso de que pueda cocinar sino cereales de desayuno o semejantes que se encuentran listos para consumir. Enlatados de pescados y carnes también escogería y huevos que ofrecen proteínas de calidad y son de larga duración.

Lucía Martínez, de Dime qué comes

Lucía es dietista-nutricionista, y comparte información en su blog Dime qué comes. Ella nos da la visión de lo que debería llevarse una persona vegetariana a casa en caso de emergencia leve, como una tormenta de nieve. ¿Qué compramos si no queremos comer carne ni pescado?

A mi me toca la parte difícil, ¿qué se llevaría casa un vegetariano en caso de emergencia? Pues optaríamos por alimentos que ocuparan poco espacio y fueran densos en nutrientes, y que tuvieran buena conservación: las barritas energéticas serían una buena opción, los frutos secos, la fruta desecada (dátiles, orejones, higos, pasas...), también legumbres cocidas en conserva y chocolate negro. Así mismo algún pan integral tipo biscotte (por su poco peso y larga conservación) podría ser útil. También aceite si pudiéramos.

También sería buena idea hacer acopio de conservas de verdura (tomate, pimientos, espárragos...), verdura deshidratada de la que se usa para hacer sopa, cebollas y patatas, que se conservan bien, así como manzanas y naranjas que son bastante resistentes. No sería mala opción tener en la despensa algún paquete de proteína vegetal en polvo para hacer batidos con agua si fuera necesario.

Judias (Mick Haupt/Unsplash)

Juan Revenga, de El nutricionista de la general

Juan Revenga es dietista-nutricionista, escribe en su blog El nutricionista de la general y colabora con muchos medios dando su opinión como experto en temas de nutrición. Hemos tenido una muy interesante conversación telefónica en la que Juan me ha comentado que para él existirían dos tipos de emergencia: "una hecatombe mundial y una contingencia menor, y las medidas a tomar serían distintas en ambos casos".

En caso de hecatombe mundial el concepto de dieta equilibrada pasaría totalmente a un segundo plano: lo que prima en ese momento es la supervivencia, así que optaría por comprar alimentos de larga caducidad, o que directamente no caducan. Serían latas de conservas que pueden durar entre cinco o seis años o alimentos no perecederos como el arroz o las legumbres, que con unas determinadas condiciones de conservación aguantan bastante bien.

Puede sorprender, pero compraría azúcar: se supone que estamos en una situación en la que lo más importante es no desfallecer, y el azúcar es fácilmente transportable y difícilmente se echará a perder. Incluiría también comida muy energética como galletas y barritas y, con el fin de diversificar la dieta, conservas de frutas y verduras. Solo en caso de hecatombe mundial recomiendo un multivitamínico, pero no para una emergencia menor.

En un escenario de contingencia menor sí que optaría por alimentos más perecederos que se pudieran almacenar y guardar fácilmente. Incluso podríamos adquirir alimentos frescos para preparar nuestras propias conservas (si tenemos el tiempo y los medios necesarios): productos de matanza que se guardan en aceite, salmueras... Son métodos de conservación de la comida que se han demostrado útiles a lo largo de los años.

Aitor Sánchez, de Mi dieta cojea

Aitor es dietista-nutricionista y tecnólogo alimentario que escribe, entre otros medios, en su blog Mi dieta cojea. Colabora periódicamente en Radio 1 de Radio Nacional de España, en el programa Esto me suena.

En estas situaciones priorizaría la elección de alimentos no perecederos, que ocupase poco espacio y con interés nutricional. Los cereales y legumbres secas puede durar años, por lo que son una gran elección. Huevos para el primer mes, en adelante las conservas y las latas serían el siguiente paso, ya que a base de latas y botes podemos tener una gran variedad alimentaria de verduras, pescado, carne e incluso fruta. El factor más limitante es saber si hay disponibilidad de agua. Si hay servicio hídrico, con una despensa llena podemos aguantar tanto como su capacidad.

Ok, conocida la opinión de los expertos, c¿uáles son las recomendaciones oficiales, es decir, qué prevén las instituciones públicas en caso de, err, el fin del mundo?

Hemos consultado el manual de la FEMA (la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de Estados Unidos) para comprobar qué es lo que nos dicen las autoridades que debemos guardar en nuestras despensas en caso de emergencia. En un país como Estados Unidos donde, por desgracia, sufren tormentas de nieve, terremotos o huracanes a menudo están acostumbrados a lidiar con estas condiciones, aunque sea por pocos días.

El mentado manual es un documento curioso donde nos dicen qué debemos almacenar, cómo almacenarlo y cada cuánto tiempo renovarlo en el caso de productos perecederos. Los alimentos a los que se da prioridad, sobre todo si tenemos que comprar rápidamente y no disponemos del tiempo necesario para hacer una planificación, son los alimentos enlatados y las mezclas en polvo. Deben ser alimentos que, además de ser de nuestro gusto (levantan el ánimo y brindan una sensación de seguridad) sean de alto contenido calórico y nutritivo, y que no necesiten una preparación especial.

El documento nos habla también de cómo almacenar agua en caso de emergencia y de cómo, a diferencia de la comida, el agua no se debe racionar: hay que beber lo que se necesite cada día y luego ir a buscar más. Podemos reducir nuestra necesidad de agua y también de energía si limitamos nuestra actividad y nos mantenemos frescos.

Los grandes expertos: los militares

Ellos son los mejores en materia de supervivencia, como bien me recordaba Juan Revenga, uno de nuestros expertos consultados. Los militares están acostumbrados a llevar consigo raciones personales que les puedan mantener con vida en el campo de batalla o en caso de realizar determinadas maniobras.

¿Qué es lo que llevan exactamente estas raciones? En el blog Por tierra, mar y aire de Esteban Villarejo nos desgranan perfectamente una ración de comida de las Fuerzas Armadas Españolas: además de utensilios varios como un hornillo o cerillas, vamos a la comida, que es lo que nos interesa. 100 gramos de pan/galleta, 200 gramos de magro de cerdo cocinado, 195 gramos de ensalada campera de bonito, sobre de sopa de pollo instantánea con pasta, una tarrina de 50 gramos de crema de manzana, dos pastillas defatigantes de 6 gramos con glucosa, carnitina y arginina y una pastilla de vitamina C.

alimentos-holocausto

Este es el menú de comida número 5 concretamente, pero hay uno diferente para cada día y para cada comida (desayuno, comida y cena): en otros menús el plato principal alubias con chorizo o garbanzos guisados. Como veis el menú está formado por comida en lata y pastillas: energía fácil de transportar, de repartir y de almacenar, que es lo que debe primar en una situación de emergencia. Como curiosidad os contamos que estos menús de campaña deben estar realizados con ingredientes nacionales como materia prima, y que recibieron el aprobado de Sergi Arola y de sus estrellas Michelín.

Pero hay vida más allá de la ciecia y de la logística militar. Hay también intuición. En su momento, The Atlantic publicó este artículo en el que se habla de los alimentos preferidos por los estadounidenses a la hora de hacer acopio de comida frente a una emergencia. El pan, los huevos y la leche ganaban por goleada, sin ninguna duda, y no solo en un determinado estado, sino en todo el territorio en general. Parece una elección un tanto extraña si estamos pensando en supervivencia; desde luego no sería mi primera opción si supiera que voy a tener que pasar un número indeterminado de días sin salir de casa y, quién sabe, quizás sin electricidad.

Pero después de preguntar a los expertos no parece una elección tan descabellada: algunos creen que asociamos esos alimentos al calor y sentimiento de hogar, de un lugar donde nos sentimos seguros. Otros piensan que adquirir alimentos que no van a durar mucho tiempo es una forma de autoconvencernos de que la tormenta pasará pronto y podremos regresar a nuestra vida normal. En resumen: decidimos más con nuestro corazón o con nuestros sentimientos que con nuestra cabeza. Incluso en los momentos en los que es necesario mantener la cabeza fría.

Imagen: John Cameron/Unsplash

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