La próxima pesadilla en la cesta de la compra de los españoles tiene nombre y apellidos: azúcar

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Quien comprara huevos de pascua hace unos días sabe algo de lo que vamos a comentar a continuación. Y es que la coyuntura económica global y la crisis energética tiene su impacto en los bolsillos de millones de consumidores españoles. La Guerra en Ucrania y la inflación se han cebado especialmente con algunos productos alimentarios. Uno de ellos es el azúcar. Según el INE, ha sido el que ha registrado más subida, un 52,6% interanual en España.

El problema es que España es un país deficitario en producción azucarera. Es decir, importa la mayoría de este producto. Y está especialmente expuesto a lo que pase en el mundo. Por otro lado, el azúcar está presente en muchos otros alimentos, que se están encareciendo en consecuencia.

Un incremento drástico de los precios. El futuro pinta bastante negro si tenemos en cuenta la espiral de precios que ha registrado el azúcar en los últimos meses. Los datos de la Comisión Europea revelan un aumento interanual en febrero del 78,5%, el más alto de todas las materias primas. Para que os hagáis una idea: la tonelada llegó ese mes a los 773€.

El último índice de precios alimentarios, elaborado por la FAO, también indica que la cotización del azúcar ha visto una subida del 6,9%, su nivel más alto en seis años. ¿Y a nivel nacional? Los últimos datos del IPC de febrero reflejan que es el alimento que más ha subido de precio en el último año, un 52%.

Los huevos de Pascua más caros. Un ejemplo directo que nos hemos encontrado hace unos días era el encarecimiento de la cesta de Pascua. Tal y como comentaba Ben Laidler, estratega de mercados en este artículo de La Información, "el índice de los precios de las materias primas utilizadas para fabricar (azúcar y leche) y envasar los huevos de Pascua ha subido mucho en lo que va de año", algo que combinado con el encarecimiento del cacao ha hecho que las monas de pascua sean este año unas de las más caras de la historia de España.

¿Por qué? Primero, por la guerra en Ucrania. Como comentábamos antes, el alza del precio de muchos alimentos deriva de la crisis energética que ha generado el conflicto, poniendo patas arriba el mercado de gas natural y materias primas, y por tanto la industria alimentaria que utiliza estos recursos para mantener encendidas sus fábricas. Es lo que ha hecho precisamente que las instalaciones donde se procesa la caña de azúcar en Brasil (exportador del 28% global) hayan pasado de la producción de azúcar a la de biocombustibles. Concretamente de etanol, un alcohol que tiene al azúcar como ingrediente clave y que puede utilizarse como carburante. Con la subida de la energía y del petróleo, su demanda se ha disparado, afectando a los precios del azúcar.

Por otro lado, existe otro gran problema en la India, el segundo gran productor. Su Gobierno redujo las exportaciones en al menos un 45% desde la última temporada para contener la inflación. Además, se ha visto muy afectada por la pandemia y varias sequías recientes. Todo combinado ha hecho que el precio del producto suba un 6% solo en lo que llevamos de abril, según informaba Reuters hace unos días.

Menos producción en Europa. A todo esto se le suma que en Europa los principales productores han tenido dos años de malas cosechas a causa también de una mayor sequía, una reducción de las áreas de cultivo y una caída en la rentabilidad de la producción. Como se explica en este artículo de Cinco Días, la producción propia, a través de la remolacha azucarera, está desapareciendo mientras los agricultores viran hacia plantaciones más rentables como el maíz.

Consecuencias. Lo más notable es un encarecimiento de todos los productos de la cesta de la compra que integran el azúcar. Hablamos de cientos de ellos, desde bebidas, chocolates, yogures, mermeladas, y un largo etcétera. Solo en los productos de panadería ha hecho que se encarezcan un 28,4% más y lo mismo en las confituras, un 18,4% más, superando el IPC promedio de alimentos. A la espera de uno de los veranos más duros (con más consumo de helados y bebidas que contienen azúcar), los consumidores tendrán que apretarse el cinturón.

Imagen: Leigh Patrick (Pexels)

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