Lo mediático es Zaplana, lo grave es el secretario de Estado de Hacienda imputado por malversación

Lo mediático es Zaplana, lo grave es el secretario de Estado de Hacienda imputado por malversación
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Eduardo Zaplana es el nombre del día. Quien fuera presidente de la Comunidad Valenciana y ex-ministro durante los gabinetes de Aznar ha sido detenido esta mañana por la Guardia Civil por un presunto delito de cohecho y blanqueo de capitales. El carácter extraordinariamente mediático de Zapalana, quizá uno de los representantes más fidedignos de la España de la burbuja, le ha convertido en la conversación de la mañana. Y sin embargo, no es la historia más grave de hoy.

¿Cuál es? Por sus implicaciones presentes, la investigación judicial abierta José Enrique Fernández de Moya, secretario de Estado de Hacienda y número dos de Cristóbal Montoro al frente del ministerio encargado de velar por las cuentas públicas. Moya ha sido objeto de las diligencias de un juzgado de Jaén por "prevaricación continuada", falsedad documental, malversación de dinero público, cohecho y tráfico de influencias. Todo ello durante su etapa como alcalde de Jaén.

¿Quién es? Moya fue elegido primer edil jienense en las elecciones de 2011, y se mantuvo en el cargo hasta que acudió como cabeza de lista provincial para las generales de 2015. Un año después y ya como diputado quedó al frente de la Agencia Tributaria como secretario de Estado en el nuevo gabinete de Marinao Rajoy. En esencia, Moya ha sido el político que ha recaudado tus impuestos, y un estrechísimo colaborador de Montoro en la gestión de las finanzas del país. Un peso pesado.

¿Qué ha hecho? El origen de la acusación proviene de otra investigación contra la corrupción realizada por la Guardia Civil. En base al informe de la UCO, el Juzgado de Instrucción Número 2 de Jaén considera que Moya, como alcalde, prevaricó en la adjudicación y pago de las obras de mantenimiento de las fuentes públicas. Al parecer, "se presentaron facturas falsas, incorporando conceptos y servicios facturados no ejecutados". Un clásico de la corrupción municipal.

¿Por qué importa? Porque revela hasta qué punto la corrupción ha sido y es estructural en determinados partidos y en determinados niveles de gobierno en España. Moya pudo salir de la alcaldía antes de ser investigado y convertirse nada menos que en secretario de Estado de Hacienda. Viniendo de un hombre acusado de "hinchar" horas de trabajo para una empresa afín, y de generar un desfalco de 3 millones de euros al ayuntamiento de Jaén, resulta de particular escándalo.

Al fin y al cabo, uno de los hombres más importantes al frente de las cuentas públicas está siendo investigado por malversación de dinero público. No es tranquilizador.

¿Y Zapalana? Bien, gracias. Su caso es llamativo porque era uno de los escasos políticos populares valencianos aún inmaculados, y porque su mandato al frente de la Comunidad Valenciana (1995-2002) coincidió con los años sobre los que se cimentó la burbuja inmobiliaria. El río siempre había sonado con él, ya fuera por su conexión con las tramas corruptas valencianas o por su amistad con Ignacio González. En todo caso, Zaplana llevaba fuera de la política desde mediados de 2008.

La suya es una historia del pasado. La de Moya una historia del presente.

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