"Help two queer negroes escape": el GoFundMe de una pareja para mudarse a Berlín y el derecho a pedir

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A principios de esta semana, una campaña de GoFundMe lanzada por una pareja LGBT residente en Madrid recorría las cuatro esquinas de las redes sociales entre muestras de apoyo, críticas abiertas y sorna descarnada. La larga carta explicativa apelando a las donaciones de los lectores se iniciaba del siguiente modo:

¡Hola a todxs! Esta campaña la llevamos a cabo Irene Umuhoza y Sheherezade Shephard , somos dos mujeres negras queer género no conforme residentes en Madrid (...) Nuestras vidas en Madrid están marcadas por espacios de violencia, precariedad, trauma y en general muchas dificultades para llevar una vida sana, buena y normal.  Este último año que acaba de terminar se nos presentó la posibilidad de mudarnos a Berlín y cambiar de vida, poder escapar del aire tóxico, la malas energías y caspa de esta Ciudad. 

Más adelante, Irene y Sheherezade explicaban qué harían con el dinero recaudado. Entre otras cuestiones, iría destinado a "pagar alojamiento hasta que encontremos vivienda definitiva", "comida y necesidades básicas", "transporte", "trámites administrativos", "gastos médicos" o el "transporte de nuestras valijas y pertenencias".

Es decir, una mudanza.

La petición era singular, pero no obscenamente extravagante. El listado de campañas de recaudación absurdas o triviales que han triunfado en GoFundMe es larguísimo. Desde una mujer estadounidense que solicitó más de 10.000 dólares para iniciar un "viaje espiritual" alrededor del mundo, hasta una brillante luminaria que ha obtenido más de 6.000 euros para demostrar que la Tierra es plana. Con globos. Y avionetas.

La pareja gozó de cierto éxito inicial. Con cierto recorrido dentro de las escenas culturales y artísticas de Madrid (ambas cuentan con proyectos o bien musicales o bien puramente artísticos, y están relacionadas con algunos colectivos activistas), la campaña superó los 500€ en un puñado de horas. A mediados de semana ya estaba por encima de los 800€. El objetivo de la campaña era recaudar 5.000€, dinero suficiente, a priori, para la logística del traslado a Berlín.

Hasta ahí, todo normal. Lo extraordinario sucedió en las redes sociales: tan pronto como la campaña salió a la luz gozó de un recibimiento enconado tanto en Twitter como en otros foros. A las puertas del fin de semana, la historia ha mutado en una larguísima entrevista en Vice, en la suspensión de la recaudación por parte de la plataforma y en un amplio debate sobre el derecho a pedir, las opresiones estructurales y el racismo.

¿Cómo?

De la sátira a la reflexión alborotada

Primero, por la naturaleza de su petición. Numerosos críticos encontraron una disonancia insalvable entre la urgencia de la huída (desde el propio título: "Help two queer negroes escape") y los motivos que la impulsaban. La pareja sostenía su llamamiento desde los "espacios de violencia, precariedad y trauma" a los que vivían sometidas, y a "las dificultades para llevar una vida sana, buena y normal".

A priori, son elementos que confluyen en muchos otros jóvenes residentes en Madrid o Barcelona. ¿La diferencia? La identidad de ambas: tanto Irene como Sheherezade son negras y pertenecen al colectivo LGBT. En su caso, argumentaban, las dificultades para llevar una vida digna y completa eran mayores. La necesidad de "escapar" surgía de opresiones más graves, de experiencias personales más difíciles a las del resto de personas.

¿Solución? Berlín:

 La intención en Berlín sería conseguir acceso a una vivienda amplia en la que poder tener espacios personales, buena comida (todos los días), y poder escapar de la forma de vida en la que estamos atrapadas y que nos empuja y obliga a llevar en un modo de vida en el que curar la depresión, el trauma y la ansiedad que viene encarnada de diferentes formas en nuestros cuerpos es imposible.  

El listado de recompensas contribuyó a caldear la conversación en redes: a cambio de determinadas cantidades de dinero, la pareja ofrecería una amplia gama de servicios o productos. Desde recetas veganas hasta bragas, pasando por cursos talleres privados, donar tenía sentido más allá de lo meramente altruista. Dinero a cambio de talento.

Segundo, por el clima mediático. La campaña acumulaba toda suerte de estereotipos que una parte de la sociedad atribuye no sólo a la generación millennial, sino a la trivialidad de las políticas de identidad y de los nuevos discursos culturales. Recetas veganas, trauma y ansiedad, colectivos minoritarios, mujeres racializadas, identidades sexuales o de género no conformativas. Era la confirmación de un cliché, real o imaginado.

Gran parte de las críticas surgieron por ahí. Para muchos la petición era parodiable: mudarse a Berlín no era tanto una necesidad vital como un capricho burgués, comparable a solicitar dinero para una rinoplastia o para un curso de guión cinematográfico. No se trataba tanto de un drama de extrema necesidad, lectura extraíble del tono del texto, como una aspiración. Legítima, como todas. Pero una aspiración.

Otros elementos contribuyeron a la caricaturización. La terminología woke, las dedicaciones profesionales de la pareja (música independiente, artista multidisciplinar y modelo) y el destino de la aventura (Berlín: arquetipo ideal de creativos, bohemios y jóvenes modernos). Un tuit (ya borrado) difundiendo la campaña en señal de apoyo rápidamente se convirtió en el centro de todas las críticas

De forma paralela, otros usuarios salieron en su defensa: las aportaciones eran voluntarias (si no estabas de acuerdo era tan sencillo como no donar) y, de fondo, existía cierto regusto racista: ¿el rechazo surgía de un racismo latente, de la total incomprensión de las experiencias de opresión sufridas por dos mujeres negras y queer en Madrid?

Racismo y el derecho a pedir

Más allá del ruido, de los comentarios abiertamente racistas y de la sátira generalizada, la conversación había dado paso (de forma torpe y alborotada, como no podía ser de otro modo en Twitter) a una cuestión más profunda: ¿quién tiene derecho a pedir dinero, y por qué?

La polémica ha resurgido hoy al albur de la entrevista a la pareja publicada por Vice. En ella, Irene y Sheherezade ahondan en las motivaciones que impulsaron el GoFundMe, y en las raíces morales e ideológicas que sostienen su discurso y el de gran parte de las nuevas políticas identitarias. En una respuesta, Irene expone lo siguiente:

Yo creo que que una persona blanca diga que quiere hacerse un viaje, que no tiene dinero para ello y que lo pida por internet no es algo malo, pero está dando por hecho que dispone del tiempo suficiente para hacer ese viaje. Sin embargo, yo la solicitud que estoy haciendo pasa también por la reparación temporal y energética, no es solamente económica.

Desde su punto de vista, la compensación económica no es gratuita. No se trata de un veinteañero cualquiera deseando salir de Madrid y acudir a una ciudad representada en el imaginario colectivo como la meca de los circuitos alternativos y la cultura vanguardista. Hay circunstancias encalladas en las estructuras sociales que dotan a su GoFundMe de otra dimensión, de una necesidad vital real.

Berlín
El carácter estereotipado de Berlín ha contribuido a parodiar la campaña de GoFundMe. (Soroush Karimi/Unsplash)

¿Cuáles? Ambas apuntan a la herencia "colonial" de los países europeos y a la situación de desigualdad económica y política que afrontan casi todas las personas racializadas o migrantes. Sumado a su pertenencia al colectivo LGBT, su situación es excepcional porque en ella se entrecruzan todas las injusticias económicas y sociales labradas por las sociedades modernas.

Una solución (de entre muchas planteadas) que las nuevas teorías identitarias han dado a estos desajustes históricos, que pesan en la capacidad de mujeres, minorías raciales o personas LGBT para progresar en la sociedad es sencilla: dinero. ¿Cómo resarcir desigualdades basadas en relaciones de opresión entre unos grupos sociales u otros? Pagando. Dando medios económicos.

En el fondo, la polémica (y la respuesta de sus protagonistas) trata sobre una cuestión que a un tiempo es moral y política: qué causas merecen nuestra atención (y nuestro dinero) y cuáles no. Cómo diferenciar la genuina necesidad activista de la dramatización narrativa de experiencias ordinarias (una dramatización que, además, coopta a la primera).

Por el momento, GoFundMe ha decidido cancelar la campaña sin ofrecer mayores motivos.

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