Tal y como se esperaba, Greta Thunberg causó ayer una gran sensación en la cumbre global sobre el clima organizada por Naciones Unidas. La adolescente había llegado a Nueva York tras pasar dos semanas en un velero, firme en su denuncia contra las emisiones causadas por la industria aeronáutica, y aspiraba a capitalizar la gran oportunidad que tiene ante sí el movimiento medioambiental. Lo ha conseguido. Su discurso, preñado de emoción y declamado ante la plana mayor de la política y la economía global, ha llenado los medios de comunicación y las redes sociales. Pero lo más celebrado no han sido sus palabras, sino sus miradas.
El gif. De forma previsible, Thunberg y Donald Trump, presente en la cumbre, compartieron estancia de forma muy breve. Lo que nadie se esperaba es que un habilidoso cámara grabara el que ya es el gif que mejor define todo lo que está pasando en 2019: un primer plano sobre el rictus sereno e indignado de la activista que, al abrir el zoom, da paso a la entrada parsimoniosa y engreída de Trump. Thunberg queda en segundo plano, clavando su mirada en la figura del presidente estadounidense, locuaz como acostumbra y acaparando la atención de la sala.
La metáfora. La escena parece extraída de un capítulo de The Office, y tiene un enorme sentido de la comedia. En muchos sentidos, representa una metáfora a la que muchos analistas y comentaristas de las redes sociales se han sumado en las últimas horas: la juventud del planeta alarmada y movilizada por la emergencia climática mientras las generaciones previas, en la cúspide del poder mundial, hacen caso omiso. Naturalmente el escenario es mucho más complejo, pero la narrativa, cultivada por Thunberg y por muchos de sus seguidores, es poderosa.
Y ahora tiene un gif capaz de resumirla.
Palabras. El vídeo es mudo, pero Trump y Thunberg sí intercambiaron algunas palabras de manera indirecta. El presidente republicano aprovechó uno de los muchos fragmentos de su discurso subidos a Twitter para escribir lo siguiente: "Parece una niña muy feliz que mira con esperanza hacia un futuro brillante y maravilloso". Se trataba de un comentario ácido e irónico, repleto de condescendencia. La intervención de Thunberg en la cumbre bordeó lo teatral, con la voz quebrada por la emoción y sus denuncias preñadas indignadas. Trump resumía de forma hábil lo que muchos de sus votantes piensan de las nuevas generaciones: demasiado ofuscadas, demasiado pesimistas, demasiado rabiosas.
La denuncia. Lo cierto es que la intervención de Thunberg tuvo mucho de fatalismo: "Habéis robado mis sueños y mi infancia con vuestras palabras vacías (...) Todos los ojos de las futuras generaciones están puestos en vosotros. Si elegís fallarnos jamás podremos perdonaros. No dejaremos que os salgáis con la vuestra. Aquí mismo, ahora mismo es donde fijo la línea". En la línea de sus discursos previos y del mensaje de las movilizaciones juveniles por el clima, Thunberg apuntó a las élites políticas y económicas como las principales responsables del cambio climático y de sus calamitosas consecuencias a medio plazo:
La gente está sufriendo, la gente está muriendo, ecosistemas enteros están desapareciendo. Estamos en los inicios de una extinción masiva y todo sobre lo que podéis hablar es dinero e historias de fantasía sobre un crecimiento económico eterno.
Públicos. Thunberg aspira así a movilizar a las nuevas generaciones, aunadas bajo la bandera de la indignación y del conflicto generacional. Como vimos en su día, gran parte dele problema de la activista, que tiene una profunda carga emocional, deriva de la culpabilidad compartida del cambio climático. Hay mucho de responsabilidad en los oídos sordos de gobiernos y empresas, pero también en las preferencias de los consumidores, hasta ahora más interesados en sostener sus modelos de consumo y de vida que en revertir el calentamiento global. Es algo que está cambiando poco a poco, si bien de forma imperfecta.
En cualquier caso, la enorme polvareda mediática levantada por Thunberg confirma su posición preeminente al frente de la revolución climática, una causa política capaz de movilizar a la juventud como pocas. El pasado viernes su voz funcionó como llamada a la huelga global en todo el mundo, empleados de Amazon y de otras grandes empresas incluidos. Ahora, su mirada tiene una carga ideológica igualmente poderosa.