Si hay algo de lo que nadie puede huir es de la nostalgia. De la añoranza de tiempos pasados que nunca volverán, del recuerdo de nuestra infancia: de todas esas tardes jugando con Madelman, Nancys, Action Man, Legos o Barbie o aquella Navidad que había un Cluedo o un cuartel de indios y vaqueros bajo el árbol. Los juguetes son parte de nuestra identidad y nosotros, como humanos, hemos vuelto a ellos en busca de ese resquicio de felicidad inocente de nuestra niñez.
La industria del entretenimiento para niños está virando hacia esos niños eternos que quieren ser los adultos de hoy en día. El juguete está creciendo a lo grande entre el público mayor. Y no nos sorprende en absoluto.
Las cifras. Conocidos en el mundo anglosajón como kidults, este conjunto de personas ha impulsado las ventas de juguetes en EEUU un 37% en dos años. Un total de beneficios de 25.000 millones de euros el año pasado, según el rastreador de datos NPD Group. Los expertos pensaron al principio que se trataba de padres y madres tratando de contentar a sus hijos durante los duros meses del confinamiento. Se equivocaban. Una encuesta reciente sugería que el 58% de los adultos compraron para ellos mismos.
Según los datos recogidos, los juegos de mesa se encuentran en el top de ventas para adultos. Virus, Risk, Dixit, ¡Bang! o Exploding Kittens se venden a patadas. Las ventas de este último crecieron un 20% durante la pandemia. Según apunta este artículo de Bloomberg, es complicado saber con precisión a cuánto asciende esta tendencia en euros, pero las empresas ya se ponen las pilas en los lanzamientos de productos y marketing destinado a este público en concreto, los adultos.
El caso de Lego. Este fin de semana fue la Lego Con, el evento donde la famosa marca anuncia novedades e interactúa con miles de fans de las piezas. Curiosamente, presentó varios sets revival, incluyendo un castillo medieval de 400 eurazos. También por su 90 aniversario anunciaban a los fans la vuelta al espacio con el debut de su próximo set: el icónico conjunto Galaxy Explorer de 1979, la mítica nave espacial original.
Es una tendencia que la marca lleva adoptando durante los últimos años. En 2020, Lego lanzó una campaña de marketing llamada "Adultos bienvenidos" e introdujo una sección en su web para clientes mayores, con artículos como una pintura de Van Gogh de Lego por 150€ o un coche deportivo Ferrari Daytona por 350€. En febrero, su Flower Bouquet de 50€ fue nombrado el Juguete del Año para Adultos 2022 por la Toy Association, una categoría que la asociación ha tenido que crear debido al fenómeno.
El target es la nostalgia. En Magnet hemos comentado a lo largo de un buen puñado de artículos cómo la nostalgia juega un papel importantísimo en nuestros hábitos de consumo. Desde cómo el Tamagotchi ha vuelto, hasta la nueva obsesión millennial: customizar Game Boys o la fiebre por los cabezones Funkos. Pero es que incluso los estudios científicos nos dicen que aferrarse a lo nostalgia es algo beneficioso para nuestra salud y nuestro equilibrio psicológico.
Hoy en día, un gran grupo de adultos hace colas para comprar cartas de Pokémon o figuras coleccionables de Star Wars o Masters del Universo. No ocurre al revés. Todas esas referencias culturales en algunos de los nuevos juguetes destinados a adultos pasan desapercibidas para los niños.
Disney Adults. Todo esto nos lleva a otro fenómeno de la industria del entretenimiento o lo que han denominado en Twitter como "Disney Adults". Según Internet, son adultos, a menudo millennials sin hijos, que están obsesionados con Disney. La definición del Urban Dictionary es algo peor: "Locos, extraños y las personas más aterradoramente intensas que jamás encontrarás". Esta tendencia está vinculada principalmente a miembros del fandom que, a menudo, suben contenido en redes sociales mientras el resto lo ven como una obsesión enfermiza.
Desde personas que se casan en Disneyland hasta llorar por abrazar a Goofy después de que la pandemia eliminara las interacciones con los animadores. Este fanatismo lo llevan a cabo adultos, y no niños.
Los mayores también quieren ser parte de la magia. Hace poco hubo incluso cierto debate en si los millennials sin hijos estaban arruinándole la experiencia de Disneyland a las familias con hijos o si era raro ir solo a los parques temáticos. Un caso que nos viene rápidamente a la mente es el nuevo hotel de Star Wars, que en sus primeros días tuvo que colgar el cartel de "no quedan habitaciones disponibles" tras la marabunta de fans que reservaron. ¿Precio? Casi 4.000 euros la noche.
En el pasado, se veía a la nostalgia como algo malo: un retiro en un contexto de incertidumbre, estrés o infelicidad. Hoy abrazamos con ahínco todo aquello que nos recuerda tiempos en los que la vida no sólo era trabajar y pagar facturas. Hay que buscar una vía de escape como sea, aunque sea con un muñeco de Masters del Universo.
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