Cuando se trata de legislación que apoya la inversión en transporte sostenible, las bicicletas eléctricas con frecuencia se pasan por alto a favor de los coches eléctricos y proyectos más "llamativos". Hemos hablado de ello en Magnet con anterioridad. Incluso algunos medios de comunicación han relegado a las bicicletas eléctricas a "artículos de nicho" recientemente. Pero lo cierto es que los vehículos eléctricos más vendidos ya no son los coches, sino los que se desplazan a dos ruedas.
Bienvenidos a la era de la bicicleta eléctrica.
Auge de ventas. El mercado de bicicletas eléctricas en Estados Unidos, de hecho, continúa registrando récords según las últimas cifras de la Asociación de Vehículos Eléctricos Ligeros. El país importó casi 790.000 vehículos eléctricos de dos ruedas en 2021, nada menos, según la estimación de LEVA. Todo esto frente a los 463. 000 de 2020. Si bien no es una cifra de ventas, el recuento de LEVA es un indicador útil del estado del mercado. Mientras, la gente compró 652.000 coches eléctricos en 2021, según apunta este artículo de Bloomberg.
E-bikes vs. EVs
— Daniel Moser (@_dmoser) January 22, 2022
Import data shows e-bikes market surpassing electric cars👇👇
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¿Por qué? Fueron parte de un auge más amplio en artículos para exteriores durante la pandemia. La gente buscó alternativas para salir a la calle, al aire libre. Y su continuo crecimiento durante este año sugiere que será más que una moda pasajera. Digamos que la pandemia le dio un impulso y ese impulso resultó en que muchas personas descubrieran que las bicicletas eléctricas tienen un uso válido en su vida.
Además, el creciente apetito por los viajes electrificados es producto de tres tendencias simultáneas. Primero, el rápido desarrollo de las baterías de iones de litio. Usadas para impulsar autos eléctricos, estas baterías "se han vuelto más pequeñas, más eficientes y más baratas", lo que permite su uso en scooters, ciclomotores o aplicaciones más pequeñas, como una bicicleta. El segundo es un resurgimiento mundial del interés por el ciclismo urbano durante la última década. Y la tercera es lo que llaman la "droga de entrada" de los programas de bicicletas compartidas, que permiten a los ciclistas probar bicicletas eléctricas sin comprar una.
¿De qué estamos hablando? Para aquellos que no han tenido el placer de conocer estos vehículos de dos ruedas, son básicamente bicicletas de pedales normales con la adición de una batería y un motor de asistencia eléctrica. A veces, se trata de un motor de baja potencia diseñado para ayudar a los ciclistas a subir una colina más fácilmente o reducir el esfuerzo necesario para llegar al trabajo.
Otras veces, es un motor de mayor potencia completo con acelerador manual como una motocicleta que en realidad puede reemplazar la necesidad de pedalear por completo y funcionar más como un ciclomotor eléctrico. Y luego están todo tipo de bicicletas eléctricas especiales, como modelos plegables para tomar el metro o modelos de carga para llevar comestibles o niños. ¿Qué tienen en común? Todas comparten motores eléctricos y pueden usarse para reemplazar kilómetros de gasolina.
Una tendencia internacional. En Europa, las bicicletas eléctricas son aún más comunes y, de hecho, se prevé que se vendan más que los coches a mediados de esta década. Y Asia ya está años por delante de Europa en términos de adopción de las dos ruedas, donde es común que las familias renuncien por completo a un coche en favor de una bicicleta.
En Noruega, por ejemplo, tienen una red nacional de bicicletas y el uso de automóviles disminuyó entre los usuarios a medida que aprendieron hasta dónde podían llegar con ellas. En Gran Bretaña, el gobierno ofrece créditos fiscales para bicicletas eléctricas y financia esfuerzos locales para expandir los carriles bici. Según la empresa Mintel, el mercado de bicicletas eléctricas experimentó un salto del 70% el año pasado. Pero los expertos señalan que los ciclistas no las usaran si no se sienten cómodos y si no hay una infraestructura que les permita sentirse seguros.
Ayudas a la bici. Llegamos a un punto que, a pesar de lo efectivas que son como alternativa de transporte, todavía se pasan por alto a favor de los costosos coches eléctricos, especialmente cuando se trata de políticas públicas. Eso no quiere decir que los EV no sean una parte importante de la ecuación: la gente sigue viajando más en coche que en cualquier otro vehículo. Pero no todo el mundo puede comprarse uno.
En España, quienes deseen adquirir un vehículo eléctrico podrán recibir ayudas de hasta 7.000€ siempre y cuando se desprendan de un coche con hasta siete años de antigüedad. Sólo dos comunidades autónomas, Madrid y Valencia, contemplan hoy programas de subvenciones para las dos ruedas (600€ por aparato siempre y cuando no sea deportiva o gama alta). Una minúscula fracción en comparación con las ayudas que obtiene el coche.
Los que sí. En Italia, un decreto legislativo asignó 120 millones de euros para subvenciones de compra que cubren el 70% y hasta 500 euros del precio tanto de las bicicletas convencionales como de las eléctricas con el objetivo de promover la movilidad sostenible en las ciudades de todo el país durante la fase de recuperación. En Francia, el Ministerio de la Transición Ecológica y Solidaria anunció un plan de 20 millones de euros para promover el uso de la bicicleta, con el fin de evitar, en particular, un desplazamiento masivo en transporte público. Entre otras medidas, incluye vales de 50€ para la reparación de bicis. Lyon, por ejemplo, da una subvención de 500€ a los compradores de una eléctrica.
Y volviendo a Estados Unidos, este año ve la mejor oportunidad hasta ahora de que la legislación de crédito fiscal para bicicletas eléctricas se apruebe en el Congreso para otorgar a los estadounidenses un crédito de hasta 1.500 euros en la compra de una nueva bicicleta eléctrica. En España, seguiremos esperando.