La fotografía permite enseñar el mundo tal como lo ves. Y para mostrarlo tienes múltiples herramientas del lenguaje fotográfico. Desde los objetivos hasta los programas de edición. Pero una de las más poderosas para influir al espectador son los tipos de ángulos, dónde colocas la cámara para plasmar la realidad. Y si los conoces y utilizas bien, tu trabajo fotográfico mejorará.
La fotografía facilitó que la realidad se mostrara de otra forma. Desde el principio de la historia, el espectador solo había visto los cuadros de frente, como si fuera una obra de teatro, donde todo pasa frente a sus ojos. Solo éramos la cuarta pared.
Cuando nació el cine, la cámara se colocó con el mismo ángulo respecto a lo que estaba filmando. Todo se veía como si estuviéramos sentados en el teatro. Y por supuesto que llamaba la atención. Pero se repetían los mismos cánones una y otra vez.
László Moholy-Nagy, desde el taller de metalurgia de la escuela Bauhaus, uno de los centros de diseño más importantes para la estética y el arte del siglo XX, enseñó a sus alumnos que la realidad se podía mostrar desde otros ángulos. Y la cámara era la herramienta perfecta para conseguirlo. Vamos a conocerlos.
Los tipos de ángulos en la fotografía
László Moholy-Nagy, siguiendo la estela de Alexander Rodchenko y todos los experimentos de Man Ray, comprendió que la cámara, una herramienta perfecta, podía moverse más allá de los planos frontales que veíamos una y otra vez desde las primeras pinturas de bisontes en las cuevas.
Él fue quien enseñó a sus alumnos, y ellos al mundo, que la cámara podía mirar de otra manera, que era un elemento más del lenguaje fotográfico. Y lo plasmó en uno de los libros más importantes para los creadores en general: 'Pintura, Fotografía, Film'(1925):
El secreto de la cámara es que reproduce una imagen puramente óptica, mientras nuestra mirada completa dicha imagen recurriendo, con vínculos asociativos, a nuestra experiencia intelectual. El resultado es la imagen de la imaginación. Por este motivo, los aparatos fotográficos son la red más segura que podemos colocar bajo nuestro cuerpo al lanzarnos a la aventura de la visión objetiva. Todo el mundo necesita ver una verdad óptica, es decir, algo objetivo, e interpretable surgido de sí mismo, antes de llegar a adoptar una postura subjetiva.
Así empezó a experimentar con los diferentes ángulos, los diferentes puntos de vista, para ver las cosas de otra manera. Y todos los fotógrafos empezaron a darse cuenta de que podían mover la cámara para conseguir diferentes efectos.
Nosotros vemos de frente. Pero hay veces que miramos al cielo, o nos asomamos al abismo cuando vamos a un mirador colgado. Y estas experiencias las podemos llevar a nuestras fotografías sin ningún problema. Y con los móviles y las pantallas articuladas cada vez es más sencillo.
Así que vamos a conocer todos los tipos de ángulos que podemos utilizar para que nuestras fotografías llamen la atención y no nos conviertan en meros replicantes de la realidad. Eso sí, estoy convencido de que hay que usarlos con moderación.
Normal, Picado, Contrapicado, Nadir, Cenital, son los cinco ángulos que tenemos los fotógrafos para elegir a la hora de disparar con la cámara. Así seremos más flexibles y originales. Y hasta lo pasaremos mejor.
Normal
La cámara la colocamos paralela al suelo y al sujeto. Es una toma frontal que nos recuerda que somos espectadores de la realidad. Para que funcione, tenemos que ponernos siempre a la misma altura del objeto que queremos fotografiar.
Es el ángulo que repetimos una y otra vez con la cámara porque es como miramos habitualmente. Como vemos la televisión o el ordenador, como sentimos el teatro o el cine como espectadores.
Solo tenemos que llevarnos la cámara al ojo y disparar como andamos para que nuestras fotografías llamen la atención. Eso sí, como es el ángulo más habitual, puede que no llame tanto la atención y nos tengamos que apoyar en otras herramientas del lenguaje fotográfico.
Picado
La cámara se inclina hacia el sujeto. Nosotros estamos en un plano superior y llevamos la cámara hacia abajo. Provoca que el objeto fotografiado se vea más pequeño.
Evidentemente, exige que nosotros estemos más elevados o simplemente que seamos más altos que las personas u objetos a los que estamos mirando.
Por supuesto, no podemos hacer toda una sesión únicamente con este ángulo. Es extraño para el espectador y puede llegar a cansarnos visualmente. Lo mejor es combinarlo con los demás para que no pierda ese aire distinto que da el picado.
Contrapicado
Es el ángulo complementario al picado. La cámara la inclinamos hacia arriba. Estamos en un plano inferior respecto al sujeto. Todo saldrá más grande, psicológicamente más importante.
Si queremos darle grandiosidad a un paisaje, a una persona, es la mejor elección que podemos tomar. Disparar desde una altura más baja que el sujeto llama poderosamente la atención a los espectadores.
Igual que sucede con el anterior, el espectador mirará estas imágenes con atención la primera vez que las vea, pero se cansará pronto de este ángulo si lo utilizamos con frecuencia.
Cenital
Es uno de los ángulos más vistos en la actualidad. Viene de cenit (camino encima de la cabeza). Todos los planos de los mapas, de los drones, son cenitales. La cámara está en lo alto y perpendicular al suelo.
Es difícil conseguirlo, pues la cámara debe estar a 90º hacia abajo. Siempre podemos subirnos a un mirador, a un piso alto o a un puente y plasmar todo lo que pasa por debajo de nosotros.
El ángulo cenital convierte al fotógrafo en un narrador que parece poder contemplar todo lo que ve. Es importante que la imagen sea limpia para que el espectador no tarde mucho tiempo en identificar lo que está contemplando.
Nadir
Es lo contrario a cenit y significa 'opuesto'. La cámara está en el suelo y mira hacia el cielo, lo que provoca imágenes muy llamativas.
Para conseguirlo hay que estar más bajo que el sujeto o colocar la cámara directamente en el suelo. Es realmente difícil y hay que forzar la situación. Si estamos en el interior de una catedral, el resultado puede ser espectacular. Y siempre podemos colocar la cámara en el suelo y hacer una foto con todos los amigos.
¿Y qué hacemos con todos estos ángulos?
Siempre pensamos que lo más complicado es lo más espectacular. Cuánto más cambiemos el punto de vista, más llamaremos la atención. Y corremos el peligro de abusar de los ángulos en busca de la originalidad. Y algo que debería ser positivo para nosotros se convierte en un galimatías.
Cada ángulo tiene un sentido. Un ángulo normal trasmite más tranquilidad que uno cenital. Por este motivo hay que elegir el ángulo en función de lo que queremos trasmitir y de la temática que estemos tratando. Es más peligroso pasarse que quedarse corto en la búsqueda de la originalidad.
Por supuesto que hay que arriesgar y disfrutar, que es de lo que se trata, pero si queremos que nuestras fotografías llamen la atención tenemos que utilizar otras herramientas del lenguaje fotográfico para conseguirlo. La composición, la elección del objetivo y las diversas técnicas fotográficas son iguales o más importantes para lograr llamar la atención.
Al final el fotógrafo es el que decide qué es lo que quiere enseñar y cómo. Y su función es conocer el lenguaje fotográfico sin depender de la cámara que lleve o de las modas del momento. Los ángulos se convierten en otra herramienta para mejorar el resultado final de nuestras imágenes.