Virgin Galactic decidió enviar restos humanos prehistóricos al espacio. A los arqueólogos no les ha hecho gracia

El lanzamiento se produjo el pasado 8 de septiembre y, aunque fue exitoso, ha generado críticas que van desde lo ético hasta lo más técnico

Homo Naledi Manos Edit
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A comienzos de mes la empresa aeroespacial Virgin Galactic organizó un vuelo suborbital en el que viajaba un objeto muy singular: un tubo con restos humanos fosilizados. Esto no ha sentado bien a varios científicos que han hecho público su malestar.

El vuelo de Virgin Galactic partió de Spaceport America, la base espacial de la empresa situada en Nuevo México, el pasado 8 de septiembre. Según lo previsto, el VSS Unity se separó del avión nodriza, el VMS Eve, a unos 12 kilómetros de altura para arrancar su trayecto suborbital.

Hasta ahí todo normal. Lo que hacía especial este viaje era lo que iba a bordo: restos fósiles de dos humanos prehistóricos que viajaban en un tubo que podría haberse confundido con la funda de un puro. Uno de los fragmentos, parte de una clavícula, pertenecía a un Australopithecus sediba de cerca de 2 millones de años de antigüedad. El segundo era el pulgar de un Homo naledi que vivió hace unos 300.000 años.

Ambos fósiles pertenecen a especies de la subtribu de los homininos (Hominina), el grupo taxonómico que abarca a los humanos modernos (Homo sapiens) y otras especies antecesoras y emparentadas como los neandertales y otras especies del género Homo y el resto de las especies de Australopitecus.

Ambos restos fueron descubiertos en Sudáfrica y fueron seleccionados por Lee Berger, director del Centro para la Exploración del Viaje Humano profundo de la Universidad de Witwatersrand. Berger estuvo implicado en ambos descubrimientos, el primero en 2008 y el segundo en 2013. El encargado de transportar el singular cargamento fue Timothy Nash, un millonario también sudafricano.

En una nota de prensa el mismo día del despegue, Berger destacaba cómo “el viaje de estos fósiles al espacio representa la apreciación de la humanidad a la contribución de todos [nuestros] ancestros (…).” Berger enlazaba en su comentario el descubrimiento de tecnologías como fuego y herramientas como antecesores de los logros en materia aeroespacial.

Lluvia de críticas

Ahora parece que son muchos los que discrepan y no ven este trayecto como una buena forma de mostrar aprecio. Según explicaba Ewen Callaway en un artículo en Nature, el viaje de los restos fósiles fue acogido con rechazo por parte de una buena parte de la comunidad científica, notablemente por parte de arqueólogos y paleoantropólogos.

Según esto, los expertos habrían rechazado este viaje como mera herramienta publicitaria que puso en riesgo valioso patrimonio arqueológico y paleoantropógico. El artículo señala que, si bien estos no son los primeros fósiles en ser enviados al espacio sí se trataba de la primera ocasión en la que se enviaban restos fósiles pertenecientes a una especie homínina al espacio.

El artículo cita por ejemplo a la geóloga Robyn Pickering, miembro del equipo científico que dató el fósil de A. sediba: “no hay mérito científico en esto”, explicaba refiriéndose al riesgo asociado a lanzar al espacio estos restos.

Otro crítico con esta decisión ha sido Alessio Veneziano, uno de los organizadores de la conferencia (Advances in Human Evolution, Adaptation and Diversity). Resumía en cuatro puntos el malestar de la comunidad científica, comenzando por la falta de justificación científica para el trayecto. Para muchos el riesgo que implicaba un vuelo orbital no era compensado sin tal justificación científica.

Otro punto señalado por Veneziano es quizá uno de los más espinosos. El acceso a recursos como estos huesos está muy limitado. Muchos investigadores ven frustrado su trabajo por las limitaciones impuestas en el análisis de elementos como este. Ver que el turismo espacial tiene alguna forma de preferencia sobre ellos, puede resultar especialmente frustrante.

Veneziano señalaba asimismo la cuestión ética que implica el trato con restos humanos antiguos. Como punto final, Veneziano apuntaba que todo este asunto suponía una tergiversación de la práctica paleoantropológica.

El debate queda, por tanto abierto. Parece complicado justificar el fin científico del viaje espacial y con ello el riesgo asumido al cargar los fósiles a bordo. Sin embargo esta no es la única cuestión a resolver. Si el viaje representa alguna forma de ofensa o aprecio por los humanos a quienes pertenecieron los huesos fosilizados resulta un debate enteramente subjetivo.

Sin embargo el debate también muestra algunos de los problemas a los que los investigadores tienen que enfrentarse en su día a día: como recursos limitados y trámites burocráticos a menudo Kafkianos. Esto deja entrever un contraste entre las vías a las que se tienen que enfrentar los científicos y las que afrontan agentes externos. Desde luego no todo en este debate pertenece al contexto de lo subjetivo.

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