Cuando hablamos de las sondas Voyager 1 y 2 resulta curioso pensar que la NASA se había imaginado en un principio que la misión tendría una duración de unos cuatro años. Y aquí estamos 46 años después de que fueran lanzadas a bordo de los cohetes Titan IIIE. El tiempo ha pasado y la agencia espacial estadounidense ha hecho todo lo posible para mantener con vida el proyecto.
Dado que son los únicos artefactos terrestres explorando el espacio interestelar, los investigadores no están dispuestos a perderse cualquier dato científico que pueda llegar desde esta parte del universo. Así que, una vez más, se preparan para extender la vida útil estas legendarias naves. La tarea, no obstante, es muy complicada. Ha demandado meses de trabajo y llega acompañada de varios riesgos.
Enviar un parche al espacio interestelar
A lo largo de los años, la NASA se las ha ingeniado para que las Voyager sigan funcionando. Una de las realidades con las que ha tenido que lidiar es la gradual pérdida de rendimiento de los generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG) equipados en cada una de las naves, los sistemas que hacen funcionar los componentes. ¿La solución? Ir apagándolos poco a poco para economizar energía.
Pero también hay otro asunto que preocupa a los responsables del proyecto. El año pasado, el Sistema de Articulación y Control de Actitudes (AACS, por sus siglas en inglés) comenzó a enviar datos inválidos. Después de bastante tiempo analizando el problema, los ingenieros descubrieron que un mecanismo estaba corrompiendo la información de telemetría.
La solución fue tan simple como volver a ajustar los parámetros del AACS. No obstante, la NASA no consiguió identificar el origen del problema. Frente a este escenario, en la agencia espacial estadounidense temen que el problema pueda volver a aparecer, y quieren evitarlo. Para ello han estado trabajando durante meses en un parche que protegerá a las naves a futuro.
El parche no es otra cosa que una serie de comandos que deberán ser enviados a las naves a través de la Red de Espacio Profundo de la NASA (DSN, por sus siglas en inglés). Pero esta solución preventiva también tiene sus riegos. Como explican desde el Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL), el parche puede sobrescribir código esencial o tener efectos adversos.
Para ello, como decimos, los ingenieros han revisado cuidadosamente el código. No obstante, actualizarán primero una sonda y después la otra, utilizando a la primera como banco de pruebas. Se espera que el equipo envíe los comandos el sábado 28 de octubre a la Voyager 2 y que el mismo tarde aproximadamente 18 horas en llegar hasta la nave espacial. Toca esperar para saber si todo saldrá de acuerdo a lo esperado.
Imágenes: NASA/JPL-Caltech
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