Hemos detectado la mayor tormenta de radiación solar en siete años. La causante ha sido una vieja conocida

Se trata de la mancha solar en AR 3697, que ya causara unas vistosas auroras el mes pasado

Corte Sol Junio
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La mancha solar AR 3664 ha dado una vuelta completa al Sol. En ese tiempo ha cambiado de nombre a AR 3697, pero no ha aflojado su intensidad. Después de causar unas muy llamativas auroras el mes pasado, esta región activa del Sol podría traernos una tormenta como no veíamos desde 2017.

Desde 2017. La tormenta de radiación solar del pasado día 8 fue la más severa desde septiembre 2017 según el Centro para la Predicción Meteorológica Espacial (Space Weather Prediction Cente) dependiente de la NOAA (National Oceanic & Atmospheric Administration).

La tormenta alcanzó la categoría S3 (“fuerte”) en una escala que va de S1 a S5. Este nivel de intensidad se ve asociado a algunas disrupciones en el funcionamiento de los satélites como aparición de ruido en las imágenes captadas y pérdida de eficiencia de los paneles solares. También puede suponer un riesgo para los astronautas en órbita, y pasajeros y tripulantes en vuelos de elevada altitud.

Curiosamente la fulguración solar (la “llamarada”) que causó esta tormenta fue de intensidad intermedia, un M9,7 en una escala en la que se distinguen cuatro categorías principales (A, B, C, M, y X) siendo X la más alta. Durante el último año hemos visto numerosas “llamaradas” de categoría X, incluida una de intensidad X8,7 el pasado 14 de mayo.

Tormentas de radiación solar. Las tormentas de radiación solar son uno de los tres principales  interacciones entre los eventos solares y nuestro propio planeta, lo que en conjunto denominamos meteorología espacial (siendo los otros los apagones de radio y las tormentas geomagnéticas). Según explica la NOAA, las tormentas de radiación solar suelen venir asociadas a erupciones magnéticas en el Sol.

Estas erupciones a menudo causan eyecciones de masa coronal (CME) y fulguraciones solares. Estos eventos implican la llegada acelerada de partículas cargadas desde el Sol, en su mayoría protones desplazándose poco por debajo de la velocidad de la luz. Nuestra magnetosfera tan solo alcanza a desviar estas partículas hacia los polos.

La intensidad de estas tormentas se mide en función de la densidad de protones que llega a la Tierra. Los eventos más extremos (S5) pueden convertir los paseos espaciales en una actividad de riesgo debido a la radiación y afectar también a pasajeros en vuelos. Son también potencialmente capaces de dañar el hardware de satélites e interrumpir las comunicaciones en altas frecuencias (HF).

Vuelve con fuerza. La mancha causante de este último evento es una vieja conocida. El Sol gira como nuestro planeta, en la misma dirección en la que orbita la Tierra. Puesto que la estrella no es sólida sino algo más cercano a un fluido, su superficie gira a velocidades distintas, pero suele hacerlo de forma que las manchas solares tardan unos 27 días en volver a encarar a nuestro planeta.

La mancha solar asociada a esta tormenta es la misma que causara las vistosas auroras boreales en mayo, casi un mes antes de esta nueva tormenta.

¿Más por venir?Probablemente AR 3697 haya desaparecido o se haya debilitado notablemente. Sin embargo nuevas manchas irán ocupando su lugar conforme continuamos avanzando hacia el pico de actividad solar.

El ciclo 25 del Sol está demostrando ser más activo de lo que se esperaba, si bien no está entre los más intensos registrados en la historia. Se estima que a lo largo de este año alcancemos el pico de actividad aunque resulta aún difícil saber cuándo. Mientras sigamos aproximándonos a ese pico, tormentas solares y auroras boreales irán haciéndose más frecuentes y ganando también en intensidad.

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Imagen | Solar Dynamics Observatory, NASA

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