Hay que reconocer que nos gusta mucho esto de la tecnología cuando es a lo grande, a lo bestia. No sólo hablamos de grandes estructuras como puentes o ascensores, en ocasiones son las instalaciones de investigación las que son impresionantes y la NASA nos lo enseñó esta semana con la explosión de un súper tanque de combustible.
Suena a locura pero por suerte hablamos de una operación controlada y con toda la intención del mundo de que sea algo útil. En este caso, se trata de uno de los tests dentro de la ambiciosa misión Artemis, con la que se pretende volver a pisar el suelo lunar en 2024.
Una explosión tan grande como controlada
Un test de presión. Ése es el nombre correcto y oficial para lo que otros llamaríamos petardazo o bombazo, sólo viendo las imágenes que compartía Jim Bridenstine, administrador de la NASA, en la que se ve cómo explota un gigantesco tanque de hidrógeno líquido.
En concreto, lo que vemos en el vídeo es una réplica del tanque de combustible más grande del mundo, el del sistema de lanzamiento de la MASA. Dicho tanque se somete a una presión inmensa hasta que revienta literalmente, de modo que puede medirse el estrés que aguanta la estructura.
El test se realizó en el Centro de Vuelo Espacial Marshal en Huntsville, Alabama (Estados Unidos) como dicen en desde la Agencia y como decíamos es otra prueba dentro de la misión Artemis. Hace poco también veíamos que las pruebas de propulsión eléctrica salían bien al menos aquí en la Tierra.
El depósito mide unos 40 metros de altura y tiene un diámetro de unos 8,41 metros. Su capacidad total es de 537.000 litros de hidrógeno líquido ultrafrío, y se forró de cientos de sensores, micrófonos y cámaras para poder monitorizarlo durante esta curiosa prueba.
El tanque explota tras cinco horas de presión ejercida, cuando llega a más de un 260% de lo que se espera en un vuelo, según explican en la NASA. Y fue de esta manera como la agencia espacial decía adiós a un tanque que había servido para docenas de tests en los que se simulaba el estrés sufrido durante el despegue y el vuelo.
Que explote aquí para que no lo haga llegando a órbita
El tanque forma parte del núcleo del SLS (Space Launch System), el gigantesco y costoso cohete con el que la NASA lleva más de cinco años de desarrollo y que tendrá su papel en Artemis. El combustible de este tanque tiene el cometido de proporcionar el sustento de los motores del cohete para los 8 minutos de ascenso a órbita, lo cual se produce a más de 27.000 kilómetros/hora.
Today @NASA Administrator @JimBridenstine unveiled the assembled rocket core stage for @NASA_SLS that will help power the first #Artemis mission to the Moon. Check out images from the event at our Michoud Assembly Facility: https://t.co/EueszCiDU3 pic.twitter.com/sVGZautby2
— NASA HQ PHOTO (@nasahqphoto) December 9, 2019
Será el cohete más grande de la agencia espacial estadounidense desde el emblemático Saturno V, el cohete reutilizable de 111 metros que ayudó a lanzar numerosas naves a finales de los 60 y principios de los 70 (entre ellas la que en 1969 llegaría por primera vez a la Luna).
Esta prueba tan llamativa nos recuerda a la monstruosa cantidad de litros que se necesitan para controlar la temperatura en un lanzamiento (casi 2 millones de litros en un minuto). Un sistema diseñado también para el SLS, concretamente para protegerlo.
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