Estamos presenciando en directo cómo OpenAI se transforma. La compañía detrás de ChatGPT nació en 2015 bajo un esquema abierto y sin ánimo de lucro. Su misión era impulsar avances en el campo de la inteligencia artificial (IA) que pudieran beneficiar a la humanidad, pero sin las presiones económicas que suelen afectar a las empresas tradicionales.
Después de cuatro años promulgando este ideal, OpenAI dio un giro en su estrategia y se convirtió en una organización con ánimos de lucro "limitada". El paso siguiente fue aceptar inversiones millonarias por parte de Microsoft y mantener en secreto la mayor parte de sus avances. Ahora, la firma dirigida por Sam Altman está dejando atrás otra de sus promesas iniciales.
Adiós a la prohibición de involucrarse en proyectos militares
Sabemos que la IA está avanzando a pasos agigantados y que, además, se perfila como una disciplina con un enorme potencial para desarrollarse en varias industrias, desde el comercio en línea hasta la medicina y la defensa. OpenAI, sin embargo, tenía una política que prohibía que su tecnología pudiera ser utilizada en actividades “militares” y de “guerra”.
Pues bien, esto último cambió hace unos días cuando la compañía actualizó su política para eliminar discretamente las mencionadas actividades que se encontraban dentro de la categoría de alto riesgo y daño físico del documento. En ese momento se desconocían las razones detrás de este discreto pero importante cambio, aunque ahora han salido a la luz.
La información nos llega desde el Foro Económico Mundial de Davos, donde la jefa de relaciones internacionales de OpenAI, Anna Makanju, reconoció en una entrevista con Bloomberg vínculos con el gobierno de Estados Unidos. En concreto, la firma de IA está trabajando con el Departamento de Defensa (el Pentágono) para desarrollar soluciones de ciberseguridad abiertas.
OpenAI, además, ha comenzado a colaborar con la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA) para su programa AI Cyber Challenge (AIxCC). Se trata de una competición que busca crear nuevas herramientas de seguridad impulsadas por IA para proteger un amplio abanico de posibles objetivos, desde el sistema financiero hasta los servicios públicos.
Makanju afirma que, pese a los cambios, la compañía todavía prohíbe usar su tecnología para desarrollar armas, destruir propiedades o infligir daño a las personas. Con el paso del tiempo sabremos si OpenAI cambia una vez más su esquema. En el caso de Microsoft, su principal inversor, sabemos que tiene varios contratos militares, por ejemplo, el de las gafas HoloLens.
No es ningún secreto que OpenAI se ha convertido en una de las empresas del momento, por lo que sus movimientos no pasan desapercibidos. La firma presume uno de los modelos de lenguaje más avanzados de la actualidad, GPT-4, y está detrás del famoso chatbot conversacional ChatGPT. Su tecnología, además, impulsa el nuevo asistente Copilot de Microsoft.
Imágenes: OpenAI | Departamento de Defensa
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