Las ‘startups’ del cannabis buscan su oportunidad en España

Las ‘startups’ del cannabis buscan su oportunidad en España

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Las ‘startups’ del cannabis buscan su oportunidad en España

El 1 de enero de este año, California se convertía en el séptimo Estado de EEUU en permitir la venta y el consumo recreativo de marihuana. Su uso medicinal es legal en 29 de los 50 Estados del país. La regulación ha hecho florecer un ecosistema de ‘startups’ alrededor de un mercado que algunos analistas valoran en 8.000 millones de euros, siempre y cuando Trump no lo impida. En España, a pesar de las trabas, empiezan a brotar los emprendedores del cannabis.

“Hay un clima de inversión: el cáñamo industrial ha resurgido de sus cenizas y está viviendo un nuevo ‘boom’”, asegura a Xataka el portavoz de Regulación Responsable y secretario general del partido cannábico de Navarra, Ramón Morcillo. Esta variedad de la planta apenas contiene THC, el psicoactivo principal, cuya comercialización no está permitida en España.

En su lugar, el cáñamo industrial es rico en un cannabinoide no psicoactivo, el CBD. Morcillo explica que el sector “ha desviado su atención” hacia este compuesto. Es justo lo que hace Harmony, empresa con sede en Barcelona que se dedica a distribuir líquidos con esta sustancia para cigarrillos electrónicos. “Tiene una amplia variedad de aplicaciones pero no coloca”, aclaran en la web.

Las aplicaciones del CBD, sobre todo relajantes, cuentan con una evidencia científica limitada, pero eso no impide que existan numerosos productos a su alrededor. Incluso cafés fabricados a base de semillas de cáñamo. “Está en alza”, admite Morcillo.

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Estas empresas se han reunido este mes en Spannabis, la mayor feria del cáñamo de Europa que se celebra desde 2001 en Barcelona.“Hay varias que ya facturan por encima de los 15 millones de euros en España, hablamos de unas cantidades de dinero importantes a pesar de que la sustancia está controlada”, comenta Morcillo. El portavoz considera que existe un mercado potencial de cientos de millones: “En el momento en el que se deje de perseguir la inversión el potencial económico se destaparía, sería muy bueno para el país”.

Algunas compañías extranjeras ya han aterrizado en España. Weedsmap es una aplicación estadounidense que sitúa en un mapa los dispensarios o, en el caso de nuestro país, los clubes sociales. Existen más de 1.000 de estas asociaciones sin ánimo de lucro en nuestro país susceptibles de figurar en este directorio online, aunque en el último año han cerrado varias decenas en Madrid.

Mucho mejor les va a empresas de semillas como Leaf Life, Dinafem Seeds y Alchimia, que juntas ya facturan más de 30 millones de euros. Este sector, compuesto por más de una decena de empresas, aprovecha que está permitido vender esa parte de la planta, así como el llamado autocultivo para autoconsumo.

Empresas que abren, clubs que cierran... Existe un tira y afloja que sirve a Morcillo como ejemplo de la situación del sector cannábico español: “Es muy potente, calculo que en Spannabis habría unas 35.000 personas este año, pero sufre la falta de regulación y se basa en un vacío legal que no permite que se expanda ni llegue a su óptimo”.

Una expansión que en EEUU sí que ha llegado, acompañada de una larga lista de startups que quieren ser el Uber, Tinder o Facebook de los amantes de la marihuana. Tanto, que existen firmas de inversión como Merida Capital Partners y aceleradores de startups como Gateway especializados en el emprendimiento canábico.

El resultado son empresas como Eaze, que hacen que un chófer lleve la marihuana desde el dispensario hasta el cliente. O Leafly, una mezcla de Tripadvisor y Wikipedia que quiere ser la mayor página web sobre cannabis del mundo. O Leaflink, una plataforma de compraventa que ha conseguido más de 8 millones de euros para expandirse. Tampoco podemos ovlidar MassRoots, un Instagram con más de un millón de usuarios.

Para acercar el ecosistema emprendedor patrio al estadounidense, el siguiente paso a dar es, según Morcillo, regular el cultivo y la producción de cannabis con THC. “Las posibilidades de inversión en España crecerían muchísimo y se plantaría una nueva industria que, viendo los resultados en otros países, sería muy beneficiosa a nivel económico y laboral”.

Esta hipotética regulación no enterraría la incipiente industria del CBD, sino que la potenciaría. “El problema del cáñamo industrial es que tiene unos requisitos bastante duros, solo puedes cultivar variedades con menos de un 0,2% de THC”, comenta Morcillo. Limitaciones que quedarían reducidas si se legalizara el cultivo y producción de productos basados en el psicoactivo. “Facilitaría la inversión en ambos compuestos”, añade.

Cannabis medicinal a 400 euros

Mientras tanto, el uso terapéutico de la planta se ha movido por otros cauces. Durante 2017 España comenzó a conceder licencias para el cultivo destinado a fines medicinales. La farmacéutica que también produce el opio legal, Alcaliber, fue la agraciada junto con otras cuatro empresas. Un total de 20.000 hectáreas de cannabis autorizado por el Gobierno.

Sativex Cannabis Thc Cbd Telemaria Grow Shop Es

“A nivel terapéutico se abre un nuevo camino que puede llevar a que en los próximos años se empiecen a comercializar más medicamentos basados en cannabis y más asequibles”, dice Morcillo. El único existente en España hasta ahora, el Sativex, se receta a pacientes que sufren esclerosis múltiple y tiene un precio de 400 euros.

En ese sentido, el secretario del partido cannábico teme que el objetivo de la regulación “sea crear un mercado destinado a farmacias y laboratorios que obvie el autoconsumo y la existencia de los clubes que han sido el motor del activismo y la regulación durante los últimos 30 años”.

Es el modelo israelí, donde las empresas de semillas o los autocultivadores no tienen lugar: todo se hace a través de farmacéuticas. En este futuro, startups como las presentes en Spannabis lo tendrían difícil: “Se verían abocadas al cierre o a ser absorbidas por las farmacéuticas”, advierte Morcillo.

¿Qué país debería ser entonces modelo para España? Morcillo apuesta por una “amalgama” entre las leyes de Uruguay, Colombia y EEUU “sin perder de vista la realidad de aquí, donde el autocultivo para autoconsumo nunca se ha sancionado”.

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