Valencia ha llegado a los 46º, rompiendo su récord de temperatura. Lo preocupante de verdad es el margen

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Valencia no es Montoro. Ni Écija, ni Andújar. No está (ni, presumiblemente, estará) entre las ciudades más cálidas de España, ni seguramente entre las que más problemas tendrán en el futuro cercano. Pero eso no quiere decir nada.

Solo durante el mes de julio, se han pasado más noches tórridas que en toda la década de los 90. Tres veces más que entre 1950 y 1989. Y lo peor no es esto; lo peor es que va camino de convertirse en una anécdota. ¿Qué está pasando en Valencia?

Arde Valencia. Ayer mismo, con 46,8 ºC en el aeropuerto de Valencia, la estación batió el récord histórico, superando los 43,4 del 6 de julio de 1986. Eso son 3,4 grados y no, no es normal. "No es normal que se superen registros extremos con tanta amplitud", decía la AEMET.

Y, de hecho, no han faltado voces que han pedido que se revise. No es algo extraño. Ocurrió hace un par de semanas con el dato extremadamente raro de la estación de Villarrobledo. Sin embargo, aunque la Agencia lo revise, no es habitual que las estaciones meteorológicas de los aeropuertos estén mal calibradas.

En su funcionamiento habitual, los aeropuertos necesitan un flujo constante de información meteorológica y, de hecho, AEMET tiene gente destinada en ellos de forma permanente. Además, el resto de estaciones de la zona están en la misma línea. En Valencia ciudad, por poner el ejemplo más cercano, se alcanzaron 44.5 ºC (el antiguo registro máximo estaba en 43.0 ºC).

¿Qué está pasando exactamente? Los últimos años están siendo moviditos: El Niño, los síntomas de debilitamiento de las corrientes oceánicas, el ciclo solar, los cambios en las dinámicas meteorológicas del Atlántico y la ola de calor marítima del Mediterráneo, el Hunga Tonga, la reducción de las emisiones de los barcos. Sin embargo, en los mensajes y explicaciones que ha dado AEMET en estas horas hay una constante: el cambio climático. Y tiene sentido.

Curiosamente, hoy mismo, en El País entrevistaban a Jim Skea, el nuevo presidente del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU y, al preguntarle por el impacto del cambio climático en las temperaturas de nuestro país, respondía que "la última ciudad española en la que he estado ha sido Valencia. Allí revisé cuál ha sido la temperatura máxima más extrema y el récord está en 43 grados".

"Podemos ver aumentos promedio de temperatura, pero es  probable que los extremos sean desorbitados. Y en áreas de latitudes  medias como España, es probable que las temperaturas extremas suban entre un 50% y un 100% más que el aumento de la temperatura media", decía.

¿El canario en la mina? Skea también decía que "algunos cambios en el clima están llegando más rápido de lo esperado" y, en este sentido, Valencia puede ser nuestro canario en la mina. Un lugar que, por su particularísima posición geográfica, parece más sensible a los cambios que nos afectan ahora mismo. Y, si Skea lleva razón, esos cambios pueden ser más que considerables.

Eso tendrá consecuencias, claro. El índice de percepción climática de Mabrian, muestra que Francia, Grecia y España han sido los destinos turísticos más afectados en cuanto a pérdida de satisfacción climática. Y si lo han notado los turistas, lo sufrirán mucho más los habitantes de esos países (por mucho que nuestra memoria climática no sea muy buena). 

Pero, sobre todo, es un aviso para navegantes: si Skea tiene razón, no tenemos las mejores cartas. Está en nuestra mano aprovechar cada oportunidad que se nos presente. 

En Xataka | "La humanidad es como una rana en una olla que se calienta muy lentamente": así normalizamos el cambio climático

Imagen | William Carletti

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