Entre proteger Alaska y extraer más petróleo, Estados Unidos tiene clara su respuesta: el Proyecto Willow

Alaska
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El Gobierno de los Estados Unidos aprobó este lunes el Proyecto Willow, un plan que aumentará la extracción de petróleo en la Reserva Nacional de Petróleo de Alaska, concretamente en una localización situada en la región North Slope, ubicada a más de 300 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico.

El proyecto costará 8.000 millones de dólares y prevé, entre otras cuestiones, la construcción de tres plantas de perforación con sus respectivos oleoductos, la creación de carreteras de grava para facilitar las conexiones terrestres y la excavación de casi 200 pozos.

Objetivo: reducir la dependencia energética. El Proyecto Willow, que fue aprobado por la Administración Trump en octubre de 2020, contempla extraer en torno a 600 millones de barriles de crudo, según informó el Departamento de Interior. En este sentido, ConocoPhillips, la petrolera que ejecutará el plan, afirmó que el proyecto producirá 180.000 barriles de petróleo diarios, “reduciendo la dependencia estadounidense en proveedores energéticos extranjeros”, añadió la firma en un comunicado publicado este lunes.

Creación de empleo. Asimismo, la compañía tejana señaló que el Proyecto Willow tiene la capacidad para crear alrededor de 2.500 puestos de trabajo durante su construcción y unos 300 empleos permanentes cuando esté operativo.

Biden incumple su promesa. La aprobación de este proyecto por parte de la Administración Biden supone el incumplimiento de una de las promesas que hizo el actual presidente durante la campaña electoral de 2020, cuando afirmó que su gobierno abandonaría la industria petrolífera porque sus niveles de contaminación.

Contaminación igual a 56 millones de coches. Así lo han recordado recientemente numerosas organizaciones medioambientales, entre las que se encuentra Earthjustice, cuyos cálculos estiman que el Proyecto Willow producirá más de 260  millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero, es decir, el equivalente a 56 millones de vehículos en funcionamiento durante un año o a 70 centrales térmicas de carbón operativas durante un año.

Los activistas en pie de guerra. De hecho, Earthjustice es una de las organizaciones que lideran la oposición al Proyecto Willow. El mismo día que el gobierno de Biden dio su aprobación, Earthjustice interpuso una demanda que busca impedir el proyecto. La denuncia se hizo en nombre de varios grupos de conservación medioambiental y de organizaciones como Friends of the Earth y Greenpeace.

Millones de personas piden su paralización. Por su parte, Greenpeace ha recordado recientemente que la Administración Biden ha ignorado las solicitudes de más de cinco millones de personas pidiendo la paralización del Proyecto Willow, incluyendo aquellas realizadas por los representantes de la población nativa de Nuiqsut.

Denuncias de los nativos de Nuiqsut. En este sentido, la alcaldesa de Nuiqsut, Rosemary Ahtuangaruak, envió recientemente una carta a Deb Halland, Secretaria del Departamento de Interior de EE.UU, en la que afirmaba que el impacto medioambiental y sanitario en su ciudad sería muy alto, según informó CNN. Asimismo, Ahtuangaruak afirmó que el Proyecto Willow era el pistoletazo de salida a la industrialización del Ártico.

Protesta en TikTok. Paralelamente, ya hay varias peticiones en Change.org para paralizar el Proyecto Willow, una de las cuales supera las 3.800.000 firmas. Además, como resultado de un ‘trending’ protesta en TikTok, recientemente se enviaron un millón de cartas al gobierno estadounidense expresando su rechazo al proyecto.

Lo primero es lo primero. Aunque Joe Biden intente maquillar la aprobación del Proyecto Willow con una serie de medidas de protección medioambiental en Alaska (que no afectarán al plan), la aprobación del proyecto constituye la prueba de que uno de los límites de las preocupaciones medioambientales de un gobierno lo forman aquellos intereses que dicho gobierno considera prioritarios.

En plena crisis energética, y con el ojo puesto en Pekín y Moscú, Washington busca alcanzar la mayor independencia posible en el ámbito de la energía. A costa del planeta.

Imagen: Pixabay

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