Cuando hablamos de agua y generación eléctrica lo más probable es que lo primero que se nos venga a la cabeza sea una planta hidroeléctrica. Quizás también podamos pensar en las torres de refrigeración o en el agua de las turbinas de las centrales nucleares.
Sin embargo el consumo de agua va más allá de esto.
Nuevas plantas. Y un ejemplo lo tenemos en La Robla, León. Ahí un nuevo proyecto para la generación y almacenamiento de energía ha solicitado a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) permiso para la captación de 5,99 millones de m³ del río Bernesga según ha informado la prensa local. Esto es equivalente a más de 500 millones de litros al mes.
La solicitud busca abastecer a dos nuevas plantas energéticas contiguas que se situarán en el área de El Crispín, en el municipio leonés. La primera, Roblum, será una planta eléctrica de generación por biomasa; mientras que la segunda, La Robla Nueva Energía, es una planta para generación de metanol renovable e hidrógeno verde que también captará CO2.
El proyecto sirve de recordatorio de que incluso las energías que consideramos verdes tienen un impacto sobre nuestros recursos hidrológicos. Pero, ¿cuánta agua consume realmente la generación eléctrica?
Interruptor o grifo. El agua se puede emplear o perder de distintas maneras en la generación energética. Por ejemplo los embalses pueden perder agua por evaporación, al igual que hacen las centrales nucleares al utilizar agua para refrigerar sus ciclos.
Los biocombustibles también necesitan agua para los cultivos de los que son extraídos y el proceso de extracción de hidrocarburos también requiere agua en distintas etapas. Según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), el mundo gastaba cerca de 55.000 millones de metros cúbicos de agua al año para obtener energía.
Si nos centramos en el sector eléctrico y dejamos de lado combustibles utilizados como fuente primaria, los datos de la IEA muestran que el mayor consumo de agua está en la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles (11,200 km³), seguidos de la energía nuclear (4 km³) y de las renovables (1 km³).
Todo relativo. Un informe de 2016 realizado por el Joint Research Centre (JRC) europeo nos acerca al consumo de agua en términos relativos, es decir el consumo de agua por unidad de energía producida. El informe señalaba a los embalses hidroeléctricos como los principales consumidores de agua (nada sorprendente aquí).
El informe señalaba los biocombustibles (bioetanol y biodiesel de primera generación, y madera) como los siguientes en intensidad hídrica. En quinto lugar se encontraba (a cierta distancia) la nuclear, combustibles fósiles, solar, geotérmica y eólica.
El informe también comparaba el consumo del agua como fuente de energía y lo comparaba con el consumo del sector alimentario y el abastecimiento municipal. Entre ellos era el sector ganadero y pesquero el que más agua consumía, seguido de la agricultura. Después se situaban la obtención de madera para uso como combustible y en cuarto lugar los biocombustibles. Combustibles fósiles, nuclear, renovables y abastecimiento municipal ocupaban fracciones
Una sequía pertinaz. No deja de resultar paradójico que utilicemos energía para obtener agua y agua para obtener energía. Con esto en mente, otro estudio reciente, éste elaborado en el contexto español y en 2021 estimó la huella hídrica de la energía.
De nuevo observó que el peso de os biocombustibles excedía su lugar en el mix energético: un 2,2% de la energía pero un 65% de la huella hídrica. En el extremo opuesto, otra renovable, la eólica, que contribuye un 18,7% a este mix pero con una huella que representa menos de un 0,01% del total.
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Imagen | Salah Ait Mokhtar
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