La nueva película de Marvel es un punto y aparte en muchos aspectos. No solo plantea una ambientación y un género hasta ahora inéditos en el MCU, sino que inaugura la Fase Cuatro después de ese experimento de aventuras-nuevas-para-un-viejo-personaje que fue 'Viuda Negra'. Pero sin duda, lo más interesante es que abre una vía para la forma de visualizar la acción en el cine de superhéroes en la que la propia Marvel se había estancado.
No es de extrañar: casi en el crepúsculo de la Fase 1, el éxito de 'Vengadores' mostró una nueva forma de rodar la acción superheroica que se distanciaba de todo lo visto hasta ese momento, ejemplificado en esa mítica batalla de Nueva York tan influyente que aún hoy se sigue imitando. A partir de ahí, una serie de constantes visuales (edición al límite de lo comprensible, ostentosos movimientos de cámara apoyados por los efectos digitales, ritmo que refuerza los poderes y características de héroes y villanos...) se han ido repitiendo sin descanso.
Esta repetición se ha ido adaptando a las características de los distintos personajes Marvel, como es lógico. De hecho, eran las películas "menores" del MCU las que se atrevían a innovar y distanciarse del canon de los 'Vengadores': las coreografías místicas (y con aires orientales, lo que la convierte en un peculiar precedente de 'Shang-Chi') de 'Doctor Strange', los juegos con los cambios de tamaño de las 'Ant-Man', la acción más seca y realista de 'Soldado de Invierno' debido a su conexión con el cine de conspiraciones y espías de los setenta...
Pero en términos generales, y asumiendo distintos grados de humor, por ejemplo, es complicado distinguir una secuencia de acción de una película de los Vengadores y de una de Guardianes de la Galaxia. Eso es el estilo Marvel para rodar acción, efectivo e influyente pero que, una década después, da síntomas de agotamiento, como demuestran las últimas películas de héroes en solitario de la casa, como 'Viuda Negra' o 'Capitana Marvel', o las propias series de televisión de Marvel, donde la acción es con diferencia lo menos relevante o memorable del conjunto.
Acción al estilo oriental
Eso no quiere decir que 'Shang-Chi' vaya a revolucionar la forma que tiene Marvel para rodar la acción. Primero, porque la temática del film hace especialmente adecuadas las coreografías de kung fu más o menos realistas, más o menos fantásticas, que no encajarían en un futuro 'Capitán América 4', por ejemplo. Segundo, porque aunque bebe del cine oriental y la influencia de los clásicos del género está muy clara, a Shang-Chi aún le queda un trecho para igualar el cine de acción asiático.
De hecho, para entender este punto no hay más que asomarse a la propia cartelera estadoundiense, a una película de nacionalidad hongkonesa recién estrenada y dirigida por Benny Chan, responsable de algunas de las mejores películas de Jackie Chan de este siglo y éxitos del género como 'Divergence', 'Punto de impacto' o 'City Under Siege'. Se trata de 'Raging Fire', una espectacular pieza de acción urbana protagonizada por Donnie Yen y Nicholas Tse y que, con medios mucho más modestos, deja en evidencia a todas las secuencias de acción de 'Shang Chi'.
Es cierto que 'Shang-Chi' tiene múltiples peleas, más de lo habitual, y que están coreografiadas al estilo hongkonés por, entre otros, Andy Cheng y el recientemente fallecido Bradley Allan (ambos estrechos colaboradores de Jackie Chan, cuyo estilo se percibe perfectamente en la famosa pelea del autobús). Sin embargo, la edición de Elísabet Ronaldsdóttir, Nat Sanders y
Harry Yoon, claramente poco habituados al estilo de montaje hongkonés (claro, abierto y con cortes de plano que funcionan como puntos y aparte, no como signos de exclamación), americanizan la acción.
En su segunda mitad, 'Shang-Chi' da un giro hacia un argumento más fantasioso y épico, con criaturas fantásticas chinas y ejércitos enfrentándose al estilo tradicional. Claramente es un guiño al importantísimo mercado chino. El clímax, de hecho, es un desfase de efectos CGI en el que aquí no entraremos que claramente conecta, más que con el cine de fantasía y aventura clásico de Hong Kong, con las últimas producciones supertaquilleras chinas, rebosantes de efectos digitales abigarrados hasta el punto del horror vacui. Si Marvel conseguirá codearse con China en su propio terreno gracias a ese climax es algo que está por ver, pero si lo consigue es posible que abra nuevas vías para el cine superheroico en particular y mainstream en general.
'Shang-Chi': un paso en la dirección correcta
La Fase 4 abre una etapa de transición en Marvel, cuando ni siquiera está claro cuál será el evento global que se extenderá a lo largo de las próximas fases, apropiado para experimentar con nuevos tonos, estilos y personajes. 'Shang-Chi', que si responde en taquilla tiene garantizada la continuidad en el MCU, es un ejemplo perfecto. Aunque es una potente película de aventuras, los fans de la acción más hardcore preferirán una aproximación más orientalizada a los combates. Pero como primer paso a la hora de reconocer que hay otros mundos visuales a la hora de rodar acción, es suficiente.
Porque por lo demás, 'Shang-Chi' es Marvel cinematográfica al cien por cien. Multitud de guiños y cruces con otras películas del MCU, gotas de humor (especialmente acertada es la relación entre los protagonistas, Simu Liu y Awkwafina), secundarios carismáticos (uno de ellos procedente de una de las películas más injustamente denostadas de la casa) y un guión algo mastodóntico y al que, como siempre, no le vendría mal media horita de tijera. Espectáculo garantizado para una película que puede sembrar semillas interesantes para el futuro de la acción Marvel.
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