'Joker', crítica: Joaquin Phoenix se adentra en el universo de los superhéroes con el retrato imperfecto de un villano

'Joker', crítica: Joaquin Phoenix se adentra en el universo de los superhéroes con el retrato imperfecto de un villano

76 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail
'Joker', crítica: Joaquin Phoenix se adentra en el universo de los superhéroes con el retrato imperfecto de un villano

Quizás el adjetivo con el que se puede calificar a 'Joker' y que más puede sacar de sus casillas a sus responsables (que, por otra parte, están demostrando en la fase de promoción de la película que tienen la mecha muy corta, aunque esa es otra historia) es el de "convencional". Pero no hay muchas vueltas que darle: apenas hay sorpresas en una película que sigue punto por punto el manual de estilo de las películas de orígenes y que, lejos de ser la oda al caos y la incorrección que se viene anunciando, es predecible en casi todos sus puntos.

De los giros y justificaciones del errático comportamiento del protagonista a las escenas de bailoteo y exhibicionismo de Joaquin Phoenix (que, para sorpresa de nadie, recuerdan a ese otro recital de adelgazamiento extremo que fue 'El maquinista', allí al servicio de Christian Bale). Todo sigue códigos que hemos visto ya en peliculas en cuyo reflejo claramente se mira 'Joker'. No hay nada malo en ello porque la pelicula a ratos funciona y en algún tramo hasta sorprende, pero dista de ser revolucionaria. 

'Joker' cuenta la historia de Arthur Fleck (Phoenix), un perdedor con múltiples problemas y cuya vida se hunde mas y más cada día que pasa en una ciudad que -a su propia imagen y semejanza- está a punto de estallar: Gotham City. Su madre está enferma, su trabajo como payaso de alquiler va regular, y padece una enfermedad neurológica que le impide contener la risa en los momentos de tensión. 

Por supuesto, Fleck solo necesitará un clic para dejarse abrazar por la oscuridad. El problema de 'Joker' es que es algo torpe a la hora de exponerlo: lejos del seco y aterrador nihilismo de películas que le sirven de modelo tan distintas entre sí pero tan concisas en lo narrativo como 'Taxi Driver' o 'Un día de furia', 'Joker' cae en el error de sobreexplicarlo todo con un simbolismo de trazo grueso.

Joker2

El director de 'Joker', Todd Phillips, no parece darse cuenta de que la categoría de su protagonista como agente del caos (que no es la unica que ha tenido el personaje, pero sí la que demuestra que los pasos de este proyecto estan muy medidos; concretamente, siguiendo los de Heath Ledger) no encaja con que haya una explicacion racional para las risas compulsivas del personaje. O para su maquillaje de clown (explicación doble y casi contradictoria: trabaja de payaso y es un cómico fracasado). Pero Phillips quiere justificar todo, a veces encadenando traumas -de nuevo, contradictorios- de modo algo arbitrario y acercándose a la autoparodia involuntaria.

Sin duda, lo peor es que la idea de Joker como un villano imprevisible, un aterrador demonio de tasmania psicótico, queda sepultado bajo las convenciones de la "caída en los abismos". Todo se mueve sobre raíles que ya hemos transitado, hasta las pérdidas de contacto con la realidad que deberían dar pie a revelaciones sorprendentes, y el espectador se puede descubrir echando de menos películas mucho más ligeras, pero también más caóticas, imprevisibles y oscuras y tan diferentes entre sí (pero de nuevo, con muchos rasgos en común con esta) como 'The Voices' o 'Willard'.

'Joker': estupendo retrato de una ciudad decadente

Por supuesto, 'Joker' no es una película desastrosa: Joaquin Phoenix se pasa a veces de frenada con la intensidad, pero su creación tiene matices muy interesantes, y mide muy bien la macedonia de tragedia y drama. Phillips compone en ocasiones planos muy interesantes, aunque caiga una y otra vez en el protagonista mirando por ventanas o suspirando frente al espejo. Y quizás lo más interesante de la película: es soberbia la visualización de la ciudad como un infierno de asfalto y sol mustio, donde todo es mugre y transporte público y, aquí sí, puede codearse con clásicos en esos términos como 'Malas calles'.

Paradójicamente, porque imagino que esa cuestión tampoco le gustará un pelo a Phoenix y Phillips, la película funciona mejor cuando canaliza la influencia de otros Joker previos, es decir, cuando asume su naturaleza de producto derivativo. La aparición en el show del cómico interpretado por Robert De Niro, el discurso y la gestualidad de Fleck, y en general, todo un tramo final donde vemos los espectros de Heath Ledger, Mark Hammill o Jack Nicholson sobrevolando la creación de Phoenix, ahí es donde el personaje adquiere un magnetismo único. Las frases más brillantes del guión y la imprevisibilidad en la interpretación del actor salen a flote, curiosa o significativamente, cuando mira a los Joker que le precedieron.

Fotonoticia 20190828132551 640

Finalmente, el tema de la peligrosidad de su mensaje. Es cierto que hay cierta justificación (que no glorificación) del comportamiento de un asesino, al que Phillips contempla no ya de forma acrítica, sino más bien desde la más perezosa que malintencionada perspectiva de "no es malo, es que el mundo lo hizo así". Pero aunque hay ciertos tics de orgullo incel, generan más estupefacción que inquietud.

El papel absolutamente instrumental de la vecina de Fleck o las revueltas en las calles no convierten a 'Joker' en un película peligrosa, porque los enfrentamientos de los civiles con máscaras de payaso tienen más de vandalismo puro que de revolución social. Desde ese punto de vista, 'V de Vendetta' hacía mejor su trabajo, y eso que no igualaba el vírico discurso antisistema del cómic original de Alan Moore. La película refleja muy bien, eso sí, el estado de olla a presión de los núcleos urbanos, y es indiscutible hija de su tiempo. Una vez más, en su retrato de la ciudad es donde destaca 'Joker'.

La película de Phillips se relaciona de forma tan endeble con el bat-verso que hace pensar que las secuencias con personajes vinculados a Batman fueron añadidos a posteriori, y no cabe sino preguntarse si la película habría levantado una mínima porción de la misma polvareda si no estuviera vinculada a los superhéroes, aún desesperados por proclamar a los cuatro vientos su madurez. Una madurez que hace décadas que alcanzó. Podemos pasar página.

Comentarios cerrados
Inicio