Tras años intentándolo, Netflix al fin ha dado con la tecla del cine apocalíptico: 'Cangrejo Negro'

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Netflix sabe bien que la gran baza de sus producciones está a menudo en su atmósfera. No pueden competir con el acabado técnico de una superproducción para la gran pantalla, pero se han convertido en expertos en exprimir al máximo los ingredientes que saben que tienen potencial. Puede ser el carisma y buen hacer de un reparto digno de películas más grandes, como fueron 'Alerta roja' o 'El proyecto Adam'.

Pero también puede ser la atmósfera: escenarios o puntos de partida argumentales limitados, pero sugerentes y que por sí solos cuentan historias son también una baza importante para hacer memorable una película, y 'Cangrejo negro' -que Netflix estrena este viernes- sabe explotarlo. Lo hace con un ambiente apocalíptico pero sin elementos de ciencia-ficción, en una zona de los países nórdicos perfectamente posible en la actualidad salvo porque está plagada por un conflicto bélico.

De esa guerra no se dan muchos detalles, por no decir prácticamente ninguno, más allá de que lleva años en marcha y los muertos se cuentan por muchos miles. No se definen los bandos enfrentados, porque nos centramos, como si en una película bélica de comandos fuese, en una misión muy específica: uno de los bandos está al borde de la derrota, pero tiene una última esperanza. Un arma secreta que hay que transportar aprovechando que lo que es habitualmente un mar ahora está helado y puede atravesarse con patines.

Una misión suicida en la que participará, sin saber exactamente qué transporta, una soldado (Noomi Rapace) que ha perdido a su hija al principio del conflicto. Esperanzada con volver a encontrarla, acepta la misión junto a un grupo de compañeros de los que apenas sabe nada y entre quienes podría haber algún traidor.

Guerras bajo cero

'Cangrejo negro' es una producción sueca que sabe cómo exprimir los fantasmales escenarios entre los que se desarrolla prácticamente toda la acción. Los soldados viajan de noche y por detrás de la línea de fuego, con lo que el debutante Adam Berg (que antes había producido la muy inclasificable serie para Prime 'Historias del bucle') aprovecha para lanzar imágenes rebosantes de misterio y soledad.

De hecho, Berg regala al espectador maravillosos planos generales de las abrumadoras llanuras heladas que antes eran la superficie de un océano, y potencia de ese modo la abstracción de las abundantes secuencias de tensión y acción. Hielos quebradizos, persecuciones, tiroteos, emboscadas: el viaje está lleno de peligros y Berg exprime con buen ojo el potencial estético de la peligrosa zona helada donde transcurre 'Cangrejo negro'.

También es interesante en 'Cangrejo negro', sobre todo en sus compases iniciales, cómo reverberan imágenes terribles de esas guerras despersonalizadas, entre ciudades casi en ruinas a causa de armas cada vez más potentes. Las menciones a refugiados, las intervenciones desesperadas de civiles o el papel genocida de los militares se apunta entre líneas en una película que hace bien en no significar bandos, pero sí en dejar claro quiénes llevan siempre las de perder.

Quizás el gran problema de 'Cangrejo negro' sea un tramo final que desmerece en parte el soberbio trabajo de ambientación y tensión que desarrolla durante su inicio, y donde echa por tierra parte de la personalidad que ha otorgado a sus protagonistas. Pero es un mal menor: el excelente trabajo de Rapace y el asfixiante retrato de un conflicto entre lo abstracto y lo reconocible convierten a 'Cangrejo negro' en una de las mejores películas post-apocalípticas de Netflix desde 'A ciegas'.

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