¿Qué es eso que llaman ahora "economía bajo demanda" o "uberificación" de la sociedad?

¿Qué es eso que llaman ahora "economía bajo demanda" o "uberificación" de la sociedad?

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¿Qué es eso que llaman ahora "economía bajo demanda" o "uberificación" de la sociedad?

Internet es una completa revolución y todavía no nos hemos dado cuenta del todo. La historia de Internet es reciente y a veces perdemos la perspectiva de que hace veinte años no era posible comunicarnos con casi cualquier persona del mundo (occidental) de forma instantánea, esté donde esté.

Gracias a Internet tenemos un nuevo paradigma que mucha gente llama "economía bajo demanda". ¿Qué significa esto? Ante una necesidad concreta podemos cubrirla a través de una plataforma digital donde se nos pone en contacto con miles de personas que ofrecen dicho servicio. Veamos ejemplos y consecuencias de esta nueva forma de economía.

Los ejemplos más comunes de la economía bajo demanda

Hay unos cuantos servicios digitales que son los mayores exponentes de esta economía bajo demanda. Quizá el más famoso (por su política agresiva de llegar a los países) es Uber. Es tan representativo que a la economía bajo de demanda también se la llama "uberificación" de la sociedad.

Uber es básicamente un servicio de taxi. La diferencia es que son particulares los que ofrecen su coche para realizar trayectos en lugar de los taxis oficiales. La versión más polémica es UberPop, en la que particulaes que prestan el servicio no necesitan tener licencia de alquier de vehículo con conductor.

Lo que permite Uber es poner en contacto de forma instantánea a gente que necesita ir de un sitio a otro con gente que está dispuesta a llevarla en su coche por un importe (que lógicamente es inferior al de un taxi oficial). Así la gente logra el servicio más barato y los proveedores del servicio consiguen rentabilizar su tiempo libre.

Otro ejemplo muy característico es Airbnb, que también levanta polémicas. Básicamente es un servicio que permite alquilar de forma temporal (o vacacional) un sofá, habitación o apartamento. La gente así logra rentabilizar sus propiedades de una forma sencilla. En el camino compiten con los hoteles.

Cabify

Hay muchos más ejemplos, aunque quizá Uber y Airbnb son los más polémicos porque atacan a sectores con bastante influencia en los medios y políticos. Existen las aplicaciones Cabify, Hail o Pide tu Taxi que hacen algo similar a Uber pero dentro del marco legal (con vehículos con licencia o directamente con taxis). También tenemos BlaBlaCar como compartición de vehículos para trayectos entre ciudades (haciendo competencia al autobús) o Shipeer para envío de paquetes. O también TaskRabbit, que permite solicitar servicios como cuidado de niños, mudanzas, limpieza o hacer un arreglo en casa (de este estilo hay alguna plataforma española operando desde hace tiempo).

¿Cómo es de importante la economía bajo demanda?

Una gran pregunta que podemos hacernos es si la economía bajo demanda es importante o es un fenómeno relativamente pequeño. Y no hay más que mirar a los datos proporcionados por alguna de las empresas anteriores para ver que no estamos ante algo pequeño sino todo lo contrario y además con un gran crecimiento.

Pongamos por ejemplo a Airbnb. En diciembre de 2014 tenía más de un millón de alojamientos listados, más que cualquier hotel del mundo (IHG tiene casi 700.000 y Marriot tiene como objetivo en 2015 superar el millón). Sí, es cierto, los alojamientos de Airbnb no están en propiedad sino que son simplemente listados, pero no resta importancia. Si queremos reservar alojamiento es una opción muy atractiva. Y sus ventas no paran de crecer.

En 2011 Airbnb anunció que habían logrado la reserva 1 millón. En 2014 hablaban ya de 11 millones de reservas. Y hoy se estima que van a un ritmo de 37 millones al año. Y no olvidemos que son el 17% de la oferta hotelera en Nueva York, el 12% en París o el 10% en Londres. Son un jugador importante en el sector hotelero y es a base de poner a rendir propiedades de particulares.

Los datos de Uber son algo más cerrados pero también significativos. Es una empresa que empezó su andadura en 2009 y la última ronda de financiación la valoraba en 40.000 millones de dólares (más de la mitad de Telefónica, por poner un ejemplo). Y se estima que a finales de este año esté facturando 10.000 millones de dólares, con un crecimiento del 300% anual.

Blablacar Pintadas

Otro ejemplo de la importancia de la economía bajo demanda son los datos de Blablacar. Hace unos días compró a dos competidores, Carpooling y AutoHop. Con estas dos adquisiciones Blablacar estará presente en 18 países y contará con 20 millones de usuarios. Es decir, hay 20 millones de personas que han usado o usan regularmente un servicio para compartir coche en trayectos interurbanos. Es, desde luego, algo significativo.

Consecuencias de la economía colaborativa: autónomos

Esta economía bajo demanda o economía colaborativa está cambiando nuestra sociedad, poco a poco. Lo primero es que todo estos servicios requieren personas individuales que realicen tareas en su tiempo libre (que puede ser todo el día, no lo olvidemos). Por tanto se nutren de freelances, autónomos (otro tema es si declaran sus ingresos ante hacienda o no).

Si la economía bajo demanda sigue creciendo tal y como estamos viendo habrá un número cada vez más importante de autónomos que realicen estas labores. Y no estamos hablando de "falsos autónomos" sino verdaderos, que ofrecen sus servicios directamente a un número alto de clientes de una forma regular.

Por tanto el modelo actual de trabajar para una empresa que presta servicios para unos clientes finales puede llegar a desaparecer (o quedar relegado a ciertos sectores). Los trabajadores podrían prestar sus servicios directamente a los usuarios finales sin grandes infraestructuras ya que Internet logra simplificar esto. Los canales habituales de un autónomo (tienda, marketing, etc.) podrían quedar relegado a una presencia online, donde el prestigio (karma, votaciones, comentarios, opiniones) es lo importante.

Consecuencias de la economía colaborativa: intermediarios

La segunda pata importante de este tipo de servicios es que existen unos intermediarios muy potentes que se llevan una comisión por tener una plataforma que pone en contacto la oferta y la demanda. ¿Internet iba a matar a los intermediarios? No, todo lo contrario, pero estos han subido en calidad, ofrecen un valor añadido muy importante y todo el que lo ofrezca puede hacer negocio.

Aquí surge la pregunta de si realmente las personas que ofrecen sus recursos y tiempo son realmente autónomos o trabajadores encubiertos de estos intermediarios. Esto depende de si estos intermediarios impiden de alguna forma que los autónomos ofrezcan sus servicios en otros canales. Por ejemplo muchas de las viviendas que hay en Airbnb están también listadas en otras plataformas de alquiler vacacional. Uber también permite trabajar a través de su competencia, aunque impide llevar distintivos de otras compañías cuando se está prestando un servicio a través de su plataforma. Estamos en una zona difusa ya que ningún intermediario va a poner en sus condiciones que no se puede trabajar a través de otro, pues los autónomos se podrían considerar trabajadores con los derechos laborales que eso generaría, pero pueden intentar limitarlo de diversas formas.

Fontanero Lego

El mayor problema de la economía colaborativa actualmente es que estos intermediarios tienen mucho poder, sobre todo por la cantidad de clientes que atraen y las valoraciones que dan tranquilidad a los usuarios finales (karma, comentarios, etc.). Si en un sector existen varios intermediarios potentes el mercado funcionará bien. Si en cambio hay uno importante y el resto son pequeños (casos como Uber, Blablacar o Airbnb podrían considerarse aquí) tenemos un problema, pues podrían actuar de forma monopolítica subiendo las comisiones y una de las ventajas de la economía bajo demanda (menores costes de intermediación) se esfumaría.

Consecuencias de la economía colaborativa: precarización

La tercera consecuencia de todo esto es que una persona que viva de esta economía bajo demanda no tiene horarios. Es el fin del trabajo de lunes a viernes con horario fijo. Aquí uno se puede organizar como quiera, ofrecer el tiempo disponible para hacer una tarea. Nos deja mayor tiempo libre (si queremos) y por supuesto cuando queramos. ¿La pega? Lo que se cobra puede no ser mucho. ¿Este tipo de economía precariza la sociedad? Es muy posible.

Lo cierto es que en casi todos los países los autónomos tienen menos derechos que los trabajadores por cuenta ajena, por la potencia de los sindicatos en el pasado que lograron muchos derechos. Si miramos a España un autónomo tiene que cubrir sus gastos de Seguridad Social (en los trabajadores por cuenta ajena una parte importante la cubre la empresa) y ante el mismo sueldo bruto recibido tiene menos jubilación, menos prestación por desempleo (si la tiene), menos prestación por enfermedad o incapacidad... Y además tiene que presentar mucho papeleo ante la administración que los trabajadores por cuenta ajena se ahorran ya que la empresa se encarga de ello.

En definitiva, un autónomo prestando su servicio directamente a los clientes tiene más flexibilidad pero al final si quiere tener el mismo salario que trabajando por cuenta ajena tendrá que trabajar muchas horas, quizá incluso más que con un trabajo estandar. La situación de muchos trabajadores de la economía bajo demanda es precaria.

Pero lo cierto es que este tipo de economía está aquí para quedarse. Las presiones de los sectores afectados están ahí pero Internet ha roto muchas estructuras y los organismos oficiales están mirando este fenómeno con lupa. El mecanismo clásico de una empresa contratando personal para realizar una tarea tiene sentido únicamente si esas personas sólo se pueden organizar a través de una empresa y son más productivos de dicha forma. Pero hoy en día con Internet es fácil organizarse de otras formas y quizá sea, en mucho casos, lo más ventajoso económicamente.

Personalmente creo que las críticas hacia este tipo de nueva organización económica son legítimas, pero no las comparto. El tiempo y los recursos privados de las personas son, como bien dice su nombre, privados. Y si mucha gente quiere usarlos para generar dinero la legislación debería protegerles. Es cierto que cualquier rendimiento económico debe ser reportado a Hacienda y pagar impuestos por ello, pero para ello debería haber un sistema que simplifique estos trámites (no pueden seguir asumiendo que los principales generadores de actividad económica son empresas que tienen medios suficientes para hacer frente a complicados papeleos). La economía bajo demanda ha venido para quedarse y no podemos darle la espalda.

Imagen | bfishadow

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