No se la ve y no se la toca. A Alexa, la asistente de voz creada por Amazon, solo se la escucha. La plataforma del gigante del comercio electrónico está comenzando a robarle la cartera a Google, Microsoft y Apple allí donde Android, Windows, macOS e iOS no acaban de cuajar.
Es cierto que esas plataformas son imparables en nuestros dispositivos móviles y en nuestros ordenadores, pero hay muchos rincones a los que no llegan y a los que sí lo hace Alexa, un asistente que quiere estar presente en nuestra vida cotidiana: en el salón, en la cocina, y hasta en el baño. Tú habla, que Alexa responderá.
Cada vez más productos con corazón Alexa
Los últimos lanzamientos de Amazon parecen confirmar esa tendencia: el Amazon Echo Look quiere ser el mejor aliado de los amantes de los selfies.
A ese dispositivo se le han sumado recientemente una nueva hornada de soluciones de la familia Echo con las que Amazon quiere estar presente en casi cualquier rincón del hogar.
Esa ambición de Alexa se está extendiendo a otros campos también. En los últimos tiempos se está hablando de unas gafas inteligentes conectadas, y a ese rumor aún el aire se le suma una certeza singular: la de la llegada de Alexa a los coches de Ford.
La verdadera magia de Alexa está en sus "Skills"
Amazon ha logrado lo que ninguna otra empresa había hecho hasta ahora: hacer (algo) más atrayente la domótica. Más cercana, más accesible, y desde luego más potente.
Eso sí, la verdadera revolución de Alexa está en sus capacidades (Skills), que permiten que los dispositivos armados con este asistente de voz hagan cosas solos o en compañía que antes era difícil hacer.
La apertura de la empresa al desarrollo de capacidades por parte de terceras partes e incluso de la instalación de Alexa en otros tipos de dispositivos no controlados o fabricados por Amazon nos recuerda mucho al planteamiento de Microsoft en PCs y portátiles y de Google en móviles. Alexa, en efecto, es algo así como el Android de los asistentes de voz.
Esa es la magia de una plataforma que ha logrado conquistar a usuarios, empresas y desarrolladores sin hacer demasiado ruido. No es aún una solución tan extendida como para hablar de un cambio de hábitos, pero resulta esclarecedor ver cómo Apple y Google le han seguido los pasos con una serie de altavoces inteligentes conectados que tratan de plantear una alternativa válida a la propuesta de Amazon.
El miedo a la invasión de privacidad
Como revelaban en ZDNet, Alexa es hoy en día una de las propuestas más fuertes para convertirse en algo en lo que el resto lleva años fracasando: el centro neurálgico de nuestro hogar digital.
Ese concentrador desde el cual controlarlo todo y que nos permita que con una frase ("Buenas noches, Alexa") se apaguen las luces, se reprogramen los termostatos o se activen las cámaras de seguridad. Alexa se entiende cada vez mejor con un gran número de accesorios orientados a entornos domésticos, y esa integración crece cada día.
El papel de Alexa en esos entornos es por tanto cada vez más importante, así que a esta plataforma solo le queda una asignatura pendiente: disipar nuestros miedos con respecto a la invasión a nuestra privacidad. Teniendo en cuenta que sus Echo son cada vez más "cotillas", que Amazon logre garantizar esa protección de lo que decimos y hacemos es todo un reto. Uno que es mucho, mucho más fácil de decir que de hacer.
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