'Red Dead Redemption 2', análisis: Rockstar vuelve a demostrar que está varios pasos por delante

'Red Dead Redemption 2', análisis: Rockstar vuelve a demostrar que está varios pasos por delante

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'Red Dead Redemption 2', análisis: Rockstar vuelve a demostrar que está varios pasos por delante

‘Red Dead Redemption 2’ es el juego que pone punto y final a la idea de un ‘GTA’ con caballos. Ni tiene sentido ni es definitorio de lo que realmente es capaz de ofrecer. Rockstar se corona con una obra que lo tiene difícil para mantener o superar los números de su otra gran franquicia, pero que indudablemente es un juego mucho más grande, ambicioso y sobresaliente.

Los hermanos Houser, y el inmenso equipo que les acompaña, firman una historia de antihéroes entrañables con los que es muy difícil no acabar conectando, un ritmo y mecánicas de los que cuesta desengancharse y un portento visual que es imposible no aplaudir. Con ello, el nombre, las polémicas o las cifras que pueda cosechar, no le restan importancia a lo que de verdad es clave en ‘Red Dead Redemption 2’: ser uno de los juegos más importantes de la historia del medio.

¿Qué es ‘Red Dead Redemption 2’?

Si no te suena, no te preocupes, es muy probable que te canses de verlo en carteles publicitarios y marquesinas de autobús durante las próximas semanas. Si acaba llamando tu atención, mi recomendación es pasar primero por ‘Red Dead Redemption’, el juego que echó a rodar la historia y para el que ‘Red Dead Redemption 2’ sirve de precuela, pero no es un requisito indispensable para disfrutar de esta entrega.

Aquí, en un mundo abierto basado en los últimos coletazos del Salvaje Oeste, una banda de forajidos alcanza el punto de asfixia que la tecnología y el progreso están esparciendo por todo el territorio de Estados Unidos. Lo que antes era una zona sin ley, ahora está bajo el peso de un gobierno que quiere acabar a toda costa con la violencia, los asaltos a trenes y los robos a bancos en los que se deposita el dinero que debe catapultar el crecimiento industrial.

Bajo el control de Arthur Morgan, uno de los miembros más reconocidos de la banda, vivimos esos últimos días de la era de los pistoleros y el devenir de un grupo de inadaptados que no sabe si caer hacia la desesperación o la locura. Hacerse de oro y huir parece la única vía posible, pero desde luego no va a ser una tarea fácil.

Tampoco lo es abordar un género manido hasta la saciedad, el del mundo abierto, con una época histórica que no suele ser sinónimo de superventas. Pero claro, no estamos hablando de cualquier compañía y tampoco de cualquier videojuego. Hablamos de Rockstar y ‘Red Dead Redemption 2’.

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Un paso adelante

Colocarse como un título clave en una industria que genera millones de euros al año, y cuenta con algunas de las mentes creativas más destacables del mundo del entretenimiento digital, no es poca cosa. ‘Red Dead Redemption 2’ no lo hace por divertido o bonito, pese a serlo también, sino por cómo coge un género cargado de altibajos y lo retuerce para seguir sacándole zumo.

Y es que juegos de mundo abierto hemos visto muchos. A veces una pura copia de lo que fue en su día ‘GTA III’. Otras alimentando la idea a base de fusiones que van desde lo RPG en ‘The Witcher 3’ hasta la conducción en ‘Forza Horizon 4’. Sin embargo es Rockstar la que, de la misma forma que ‘Uncharted’ y Naughty Dog hacen con los títulos de acción, marca el camino para el resto de juegos del género.

Ahora no sólo tienes un mapa enorme con cantidad de cosas por hacer, con una historia interesante y unas mecánicas que consigan ofrecer algo más que tenerte corriendo de aquí para allá. Ahora también estás en un mundo vivo que tiene todo lo necesario para actuar en consecuencia a cada paso que des. Hablar con un personaje en una situación normal tiene una respuesta de animación y diálogo, hacerlo oliendo a choto tras estar varios días sin lavarte tiene otra, y hacerlo borracho otra más, y si al llegar ese personaje está haciendo algo también se verá afectado, y si vienes de masacrar media ciudad… Simplemente no te lo acabas.

Es prácticamente imposible abrazar todo lo que es capaz de ofrecer a nivel de detalle. Una experiencia enorme, apabullante, destinada a que llegues como llegues a ese punto tengas la sensación de que el mundo está vivo. No es una cuestión de músculo, es la de crear un ecosistema en el que todo lo que te rodea se adapte a ese preciso instante.

Cuidado hasta el más mínimo detalle

Por supuesto no es algo a lo que cualquier estudio de videojuegos pueda aspirar. No todo el mundo puede permitirse 300.000 animaciones diferentes, más de 500.000 líneas de diálogo para 700 actores de doblaje y una grabación de 2.200 días. Primero porque es de locos. Segundo porque nadie más tiene la ambición o la necesidad de crear algo que sólo una ínfima parte de los jugadores acabará viendo.

Algo similar ocurre con el nivel de detalle que pretende. En cualquier otro videojuego, tras cazar un animal verías una animación genérica para dar a entender que el personaje está despellejando a esa pieza. Aquí, cada animal tiene su propia animación, sea esa abrir la carcasa de un pato o despellejar a un búfalo minuciosamente.

El reto de recrear todo aquello que podría salir en un plano de una cinta de un western, desde una puesta de sol hasta la acción que un figurante realiza en segundo plano mientras el protagonista habla, se palpa aquí a cada paso. A veces incluso provocando que una de esas opciones no sea la más cómoda para el jugador.

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Pongamos el ejemplo de ir a comprar un rifle. Entras a la tienda, el tendero te saluda y hace algún comentario sobre tu condición. Lo ignoras. Paseas por los estantes, coges algo que llama tu atención para mirarlo detenidamente, lo giras, lo acercas a la cámara y después lo dejas.

Tras ello te acercas al mostrador para visualizar un catálogo. En él, todas las opciones que tienes a tu disposición planteadas en un menú por páginas en las que cada apartado tiene sus anuncios falsos, su precio destacado y una ilustración. Como ya has elegido el rifle que vas a comprar, lo coges, lo estudias, pruebas cómo se ve al apuntar y qué tal le quedan las cucamonadas en forma de materiales o grabados que quieras añadirle.

Puedes hacer todo eso en cuestión de segundos, a través de un menú con el que te saltarías gran parte de los pasos. Pero ahí está la opción de ir un paso más allá. De quitar todo atisbo de menú o mensajes de ayuda para que esa escena pueda ser recortada y colocada en un largometraje sin que a nadie le extrañe o le parezca raro nada de lo que aparece en ella. El desafío de plantear eso es una locura. Hacerlo con el nivel de calidad que ofrece ‘Red Dead Redemption 2’ es absolutamente demencial.

Bueno, bonito y enorme

Pero no sólo de plasmar en código curiosidades vive Rockstar, además debe de hacer un juego divertido con una historia interesante. Aquí la valoración siempre puede ser más subjetiva, pero no seré yo el que se baje del burro para negarle su mérito.

Con ‘Red Dead Redemption 2’ he estado a un pelo de la lágrima, más por emoción por lo vivido que por buscar el llanto fácil. Me parece, como ya lo consiguió la primera entrega, una de las mejores historias sobre el Salvaje Oeste a las que me he enfrentado.

Tampoco hay queja en lo jugable más allá de un inicio algo lento, principalmente provocado por los viajes a caballo y los tiroteos. Esta última una asignatura pendiente a la que Rockstar sigue sin llegar a la excelencia pese a ponerle ganas en lo que a variedad de situaciones y planteamiento de los enfrentamientos se refiere.

Lo he disfrutado enormemente y, a menos de un 20% de completarlo al 100%, y tras varios días jugando en jornadas de más de 10 horas, sigo teniendo ganas de poder contar con un hueco de tiempo para poder volver a él. No es nada fácil conseguir eso. Ni mantenerte enganchado constantemente, ni evitar que te canses tras echar a correr los créditos.

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Que más allá de la historia principal siempre haya algo que hacer, sea ayudar a alguien en apuros que pasa por allí, irte de caza, o simplemente ponerte a jugar a las cartas, es parte del secreto de una salsa en la que mover a Arthur Morgan, su protagonista, es el ingrediente especial. Pocas veces he sentido una conexión tan fuerte con un personaje y tantas ganas de descubrir qué le depara el futuro a él y a todos los que le rodean.

La esencia es que, para sorpresa de nadie, Rockstar lo ha vuelto hacer. No es que ‘Red Dead Redemption 2’ se postulase como uno de los grandes juegos del año antes incluso de su primer trailer, es que al llegar es capaz de superar todas las expectativas. Un juego que aterriza como imprescindible y, además, promete nuevas sorpresas cuando de aquí a un mes se publique su modo online. Otra voltereta circense de la que no conocemos nada y, pese a ello, sabemos casi a ciencia cierta que no defraudará.

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