'Bayonetta 3' demuestra que se puede ser el mejor en el género de los juegos de acción e ir siempre a más

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Si es cierto aquello de que 'el camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría', que decía William Blake, 'Bayonetta 3' ha construido un palacio de siete plantas y escaleras mecánicas de marfil con incrustaciones de lapislázuli. Porque no se nos ocurre nada más pasado de rosca que esta tercera entrega de las peripecias de la bruja de Platinum, de tono melancólico y ciertos aires de cierre de un ciclo.

'Bayonetta 3' es absolutamente dependiente de las entregas previas. De hecho, su argumento es un auténtico galimatías que ni nos vamos a molestar en desentrañar, porque es dudoso que incluso conociendo las dos primeras partes tenga el menor sentido (eso sí, funciona de forma independiente y se adentra en el tan de moda tema de los multiversos). Pero a 'Bayonetta 3' mejor llegar ya curtido de horas previas controlando a la bruja, porque esta nueva entrega solo se molesta en brindar un pequeño tutorial con la gran novedad en la mecánica del juego: las invocaciones de kaijus.

El juego permite combinar entre tres posibles monstruos gigantes de un amplio catálogo de mostrencos: agarres, patadas, puñetazos y golpes especiales se sucederán en segundo plano (eso si no es la propia Bayonetta la que se convierte en un coloso) mientras nuestra bruja danza para mantener al demonio en pie. Es el principal cambio de mecánica en el juego, junto a la inclusión de una nueva fémina a las protagonistas, Viola.

Viola introduce una sutil diferencia en las mecánicas de Bayonetta cuando la controlamos: como sabemos, la esquiva con la bruja protagonista nos lanza a unos preciosos segundos de Tiempo Brujo donde todo se ralentiza. En el caso de Viola se producirá con los parrys en el momento justo, lo que da algo de oxígeno frente al machacar botones propio de las partes de Bayonetta (para ser exactos, lo sustituye por otra forma de machacar botones). Viola, además, nos llevará también a unas simpáticas fases de 2D estilo 'Rolling Thunder' o 'Elevator Action'.

Más de lo mismo (como debe ser)

Todo ello se ejecuta en escenarios semi-abiertos que incluyen partes francamente divertidas y desafiantes de exploración y misiones secundarias para encontrar objetos que potenciarán nuestros poderes. 'Bayonetta 3', en definitiva, se ha esforzado por ampliar y mejorar la propuesta de los primeros juegos, especialmente del segundo, que a ratos daba la impresión de conformarse con ser una mera prolongación del original.

Y eso lo ha conseguido respetando pero, a la vez, afinando las pulidísimas mecánicas del juego original, que no se han desgastado lo más mínimo en 13 años de vida. 'Bayonetta 3' encuentra la forma de matizarlas y aportar nuevas ideas: en este caso, por ejemplo, está cómo cambia el ritmo de juego el tema de los Demonios Esclavos, que se invocan (y desinvocan) pulsando el gatillo izquierdo, lo que deja a Bayonetta desprotegida mientras dura la barra del demonio. Un poder mayúsculo, que sin embargo, tiene muchos matices.

Por ejemplo, si Bayonetta recibe daño durante la invocación, ésta se cancela. Y si el medidor de rabia llega al máximo, nuestro demonio se volverá contra nosotros. Detalles como la posibilidad de poner órdenes al demonio en cola mientras este ejecuta los golpes son una buena prueba de hasta qué punto Platinum sabe que tiene entre manos un sistema de combate soberbio (a la altura, o incluso superior a los de clásicos como 'Devil May Cry' o 'Ninja Gaiden'), pero que se puede afinar hasta el infinito.

Esa es la magia del exceso que abandera 'Bayonetta 3' y que destacábamos en el arranque de este texto: siempre se puede ir a más. Y eso lo saben en Platinum: la estética puede ser más churrigueresca, los armamentos más alambicados (por cierto, gran idea la de los grupos de armas... y la de manejar una locomotora como si fuera una sierra mecánica) y los sistemas de combate aparentemente inmejorables. Pero siempre hay que aspirar a más. Otra escalera al cielo en el palacio de la sabiduría.

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