Nos hemos convertido en víctimas de nuestros dispositivos. Muchos de ellos nos espían. Registran todo lo que hacemos y envían esos datos -de forma anónima, afirman los fabricantes- a servidores remotos sobre los que no tenemos ningún control. Los televisores inteligentes fueron los últimos en hacer sonar las voces de alarma, pero en realidad son tan solo un ejemplo de esa monitorización a la que estamos expuestos.
Y es que hoy en día las propuestas tecnológicas de los fabricantes suelen incluir todo tipo de mecanismos para registrar cómo usamos ciertos productos y servicios. Todo en pos de una mejor experiencia de usuario, nos dicen, pero lo cierto es que la cantidad de datos que se recolectan es un filón para muchas empresas. Las máquinas nos escuchan, y lo hacen cada vez más.
Orwell estaría orgulloso... y aterrorizado
El propio director de la CIA ya apuntaba al futuro que nos esperaba en 2012. David Petraeus participó en un evento en el que ya se hablaba sobre la Internet de las Cosas y en el que se apuntaba a las implicaciones en materia de privacidad. "Los objetos de interés podrán ser localizados, identificados, monitorizados y controlados remotamente", explicaba, y añadía que toda esa serie de soluciones, muchas de las cuales estarán en nuestro hogar, "cambian nuestras nociones sobre la identidad y los secretos".
Que el buscador de Google o su servicio de correo en Gmail monitoricen el uso que hacemos de ellos es ya una realidad aceptada, y aquí entraríamos en ese eterno debate en el que si no estás pagando por el producto, tú eres el producto. Pero es que esas máquinas que nos escuchan demuestran precisamente que incluso pagando por el producto, seguimos siéndolo. Es increíble.
El reconocimiento de voz de algunas televisiones inteligentes es un buen ejemplo de cómo funciona nuestro mundo hoy en día. En febrero de 2015 supimos como las Smart TV de Samsung que tenían el reconocimiento de voz habilitado nos espiaban. Lo que decíamos no solo servía para cambiar de canal o subir el volumen: salía de nuestro salón para ser potencialmente analizado en el futuro. Era, como decía el experto de seguridad Bruce Schneier, literalmente orwelliano.
Left: Samsung SmartTV privacy policy, warning users not to discuss personal info in front of their TV
Right: 1984 pic.twitter.com/osywjYKV3W
— Parker Higgins (@xor) February 8, 2015
Como afirmaba este reconocido investigador, "el descubrimiento sorprendió a la gente, pero no debería haberlo hecho. Las cosas que nos rodean están cada vez más informatizadas, y cada vez más conectadas a Internet. Y la mayoría de ellas están escuchando". Ocurre por ejemplo con nuestros smartphones u ordenadores, cuyos micrófonos sirven para que nos comuniquemos con otras personas, pero que también pueden ser activados remotamente sin que nos enteremos.
Las cosas que nos rodean están cada vez más informatizadas, y cada vez más conectadas a Internet. Y la mayoría de ellas están escuchando.
Incluso podemos haber optado por dar permiso en ciertos escenarios, como ocurre con la aplicación móvil de Facebook que hace más de un año permitía "descubrir nueva música, programas de televisión y películas" pero que al hacerlo también nos avisaba de que el gigante de las redes sociales tendría acceso a nuestro micrófono a no ser que deshabilitásemos esa opción en esas opciones de privacidad que no todo el mundo sabe utilizar.
Samsung no es la única que incluye este tipo de "característica" en sus televisores inteligentes, y está demostrado que otras empresas también hacen lo propio. Nosotros ya lo comprobamos al estudiar la política de privacidad de los televisores de LG, y hay otros fabricantes como Sony cuyas Smart TV también registraban todos los cambios de canal que se realizaban.
Las consolas y la domótica también asustan (un poco)
Kinect es otro de los dispositivos que también tiene la capacidad de registrar más de lo que parece. El renovado periférico de la Xbox One -que ya no se incluye de serie con cada consola- cuenta con una cámara de alta definición capaz incluso de estimar -medir sería ir un poco lejos- la frecuencia cardiaca en base a aspectos como el color de la piel.
La propia Microsoft tuvo que dar marcha atrás a la hora de hacer obligatorio el uso de Kinect para poder usar la consola, y las suspicacias que generó esa posible actividad de espionaje obligó a los responsables de Redmond a dar explicaciones.
Phil Harrison, uno de los máximos responsables de dicha división, quiso negar cualquier sospecha y afirmó que "no estamos usando Kinect para espiar a nadie en ningún caso", y en Microsoft afirman que aunque por ejemplo las órdenes de voz hacen uso del sistema de reconocimiento de los servidores de la firma, esos datos se "anonimizan" y en cualquier momento podremos detener la actividad de Kinect, algo que se aclaró en la FAQ sobre privacidad de Kinect. En aquella misma época se supo sobre el escándalo de la monitorización de las llamadas de Skype, lo que hizo que este otro apartado de Kinect fuera también delicado para la firma.
La sola inclusión de esa pequeña nota implica que Amazon Echo efectivamente siempre está escuchando y tiene la capacidad de transmitir ese audio a la nube
Más reciente es el caso de Amazon Echo, el dispositivo que el gigante del comercio electrónico vende ya en Estados Unidos y que hace uso de su propio asistente de voz, Alexa. En las preguntas frecuentes sobre el Echo el fabricante indica que aunque te escucha en todo momento, solo se activa cuando utilizas la frase que lo despierta. Es entonces cuando Echo "hace streaming de audio a la nube, incluyendo una fracción de segundo del audio antes de que le despertaras con la palabra clave", pero la sola inclusión de esa pequeña nota implica que Amazon Echo efectivamente siempre está escuchando y tiene la capacidad de transmitir ese audio a la nube. Eso sí, los usuarios de este dispositivo pueden ver, calificar o borrar cualquiera de las grabaciones del audio que estén registradas en el dispositivo. No solo eso: existe un interruptor físico que desativa el micrófono de este dispositivo.
El popular servicio de navegación con información de tráfico Waze es otro de los que últimamente han resultado ser sospechosamente inquietantes en esa gestión de la información que recolecta. Jonathan Zdziarski, un investigador de seguridad, realizó un estudio sobre la política de privacidad del servicio y detectó que Waze crea un identificador único para cada usuario y crea un perfil con su actividad al volante, incluyendo además otros datos mucho menos asociados al servicio como los números de teléfono de las agendas de sus usuarios.
Las mismas sospechas se ciernen ahora sobre otro tipo de sistemas tecnológicos en el coche. Cada vez más conectados y cada vez más potentes en la inclusión de herramientas como el reconocimiento de voz, servicios como Ford Sync o BMW iDrive cada vez incluyen más opciones pero también más recolección de datos que el usuario probablemente no sabe dónde van. A todos estos sistemas "Infotainment" se les sumarán pronto los desarrollos de Google y Apple, que pondrán sus asistentes de voz al frente de la experiencia.
La última en ofrecer inquietantes capacidades en este sentido es ni más ni menos que la Barbie, que ahora quiere convertirse en una muñeca interactiva. En Mattel han creado la llamada "Hello Barbie", una versión de esta muñeca que se conecta a las redes WiFi y es capaz de grabar órdenes de voz de los niños y niñas que juegan con ella para incluso transmitirlos de cara -como siempre- a mejorar el reconocimiento de voz. El fabricante insiste en que la privacidad y la seguridad de los niños ha sido la prioridad en este muñeca, pero ya hay campañas que tratan de hacer que este juegue no se comercialice, ya que el potencial para grabar y transmitir las conversaciones de los más pequeños es preocupante.
Siri, Cortana y Google Now, a la escucha
Como decíamos los asistentes de voz de esas empresas pronto formarán parte de otros escenarios, pero donde han cobrado protagonismo es en nuestros smartphones. Tanto Google como Apple y Microsoft -y no son las únicas- se han esforzado por ofrecer unos desarrollos que faciliten la interacción con los dispositivos de forma sencilla a través de la voz.
El problema es que dado que todos estos servicios tienen acceso al micrófono de nuestros dispositivos, la capacidad que tienen de activarlo para recolectar nuestra voz o los sonidos que nos rodean sin que nos enteremos es obvia. Aunque las empresas disponen de políticas de privacidad que dejan claro que los datos son anónimos y que se usan para mejorar estos servicios, la opción existe.
Otra de las categorías que claramente se verá afectado por esta fiebre por la recolección de datos de voz es la de los relojes inteligentes
En estos últimos años hemos sabido como la NSA y la CIA podían acceder aparentemente a cualquier portátil o dispositivo móvil incluyendo los fabricados por Apple, lo que demuestra que nuestros smartphones son candidatos perfectos para que sin darnos cuenta alguien escuche lo que decimos... y no necesariamente en una llamada telefónica.
Los asistentes personales plantean fantásticas opciones a la hora de interactuar con ciertos dispositivos. Soluciones como Amazon Echo y otras propuestas domóticas en las que el control por voz es protagonista son también susceptibles de estar sometidos a este debate, pero otra de las categorías que claramente se verá afectado por esta fiebre por la recolección de datos de voz es la de los relojes inteligentes, que también cuentan con micrófonos y asistentes de voz para responder a distintas órdenes.
Muchos otros dispositivos y servicios aprovecharán también ese tipo de interacción, y un buen ejemplo es esa muñeca Barbie de la que hablábamos recientemente o los pequeños y ya no tan pequeños robots -hace unos días hablábamos de Pepper- que también serán capaces de interactuar con nosotros con sus sistemas de aprendizaje natural y de inteligencia artificial y que, desde luego, recolectarán todo cuanto digamos para actuar en consecuencia.
La pregunta es si recolectarán todo lo demás aunque no actúen... y qué harán con toda esa información. Uno puede no darle demasiada importancia al tema, desde luego. Puede que las novelas y el cine de ciencia ficción nos hayan vuelto un poco paranoicos. Pero teniendo en cuenta cosas como los programas de monitorización masiva de la NSA -un ejemplo con nombre descriptivo es BADASS- y esa avidez de datos que parecen tener algunas de las grandes, yo diría que habría que tomar al menos ciertas precauciones al usar estas soluciones. Por si las moscas.
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