Uno de los problemas a la hora de detectar vida más allá del planeta Tierra es la biología y la química. No hablamos ya de formas inteligentes desarrolladas sino de pequeños microorganismos que pueden no reaccionar a la detección que realizamos con nuestros instrumentos. Sin embargo, hay algo en común: el movimiento y los científicos de la EPFL han desarrollado un sensor tan pequeño y sensible que sería capaz de reconocerla.
Este sensor de movimiento usa un voladizo de escala milimétrica en que las bacterias se pueden acoplar. Si está viva, es inevitable que se mueva y produciendo pequeñas vibraciones que confirmarían que hay vida extraterrestre, al menos en esta escala. De momento, eso sí, su uso no está pensado para realizar pruebas en el espacio sino en laboratorios médicos.
El movimiento es el motor de la vida
Las pruebas realizadas con este sensor han sido un éxito hasta ahora. Desde bacterias a levadura pasando por células humanas y de ratones, la EPFL ha logrado detectar varias formas de vida gracias a este sistema de vibraciones. La prueba de que funciona correctamente es que al aplicar medicación en algunos de estos microorganismos para matarlos, el sensor dejaba de vibrar.
Al ser un instrumento que no depende de la química, se puede usar en todo tipo de circunstancias desde detectar vida en el espacio a realizar pruebas de medicamento. Ya se habla de introducir estos sensores en vehículos tipo Rover o en sondas espaciales que se envíen a planetas más lejanos y con entornos más hostiles como el metano de las nubes de Titán.
Su aplicación más inmediata será utilizar este sensor para ensayos médicos a la hora de probar fármacos antibióticos o para erradicar diferentes tipos de cáncer. Si queréis ver cómo funciona este sensor, en el siguiente enlace tenéis un vídeo para verlo más en detalle.
Vía | Phys
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