'Las meninas' es uno de los mejores cuadros de la historia. Es un referente dentro de la cultura occidental. Es un compendio del arte de la pintura, la luz y el color. Hay que verlo al menos una vez en la vida porque tiene todas las claves para los pintores y, aunque parezca mentira, para los fotógrafos.
En 'Las meninas', Diego Velázquez demostró todo lo que sabía. Lo pintó para el rey, para sus estancias privadas de palacio. Se salvó del incendio que destruyó el alcázar de los Austrias, sirvió de inspiración a todos los grandes pintores que nacieron después de él. Y todavía hoy no sabemos con certeza qué estamos viendo.
En mis clases de fotografía siempre recomiendo ver y mirar este cuadro para entender cómo organizar la realidad en un plano bidimensional, cómo aprender a dominar la luz para dar profundidad y para entender la importancia de las sombras. Además, según los últimos estudios, está más relacionado con la fotografía de lo que se puede pensar.
Según el estudio del profesor e investigador de la Universidad Politécnica de Cataluña Miguel Usandizaga, es muy probable que 'Las meninas' se pintaran con la ayuda de una gran cámara oscura. Y nos descubre a un autor adelantado a su época.
La biografía de Diego Velázquez
Velázquez está considerado como uno de los mejores pintores de la historia. Fue pintor de cámara de la corte de Felipe IV desde el principio de su reinado, apenas dos años después de ser coronado. Su mirada nos permite entender este importante periodo en la historia de España.
No es el momento de contar con detalle la vida y obra de uno de los artistas fundamentales de la historia del arte. Tocaremos lo relacionado con el mítico cuadro y lo que podemos aprovechar los fotógrafos. Pero es valioso situarnos en el contexto.
No salió de la corte desde que le llamó el Conde Duque de Olivares para servir al rey. Pudo y ver y estudiar los cuadros de los palacios, sobre todo a Tiziano. Nació en Sevilla con un don, Sevilla. Pero no dejó de formarse a lo largo de su vida. Tal fue su fama que hasta el mismo Rubens le visitó en España (de aquel encuentro queda el recuerdo de la cruz de Rubens en el monte Abantos de San Lorenzo de El Escorial.
Animado por el insigne pintor, fue a Italia para comprar arte para decorar los palacios y pudo conocer el trabajo de los maestros del Renacimiento, como Tintoretto, Miguel Ángel y Rafael. Y su influencia se puede percibir en dos grandes cuadros del final de su vida: 'Las hilanderas' y el cuadro del que vamos a hablar ahora, 'Las meninas'.
'Las meninas' y la cámara oscura
En 2020 se publicó el estudio del profesor e investigador Miguel Usandizaga, en el que demostraba que Velázquez utilizó una cámara oscura para reproducir fielmente los espacios y dar esa sensación barroca de la realidad. No es un estudio aislado, ya que en 2018 Fernando Zaparaín Hernández, en la revista 'Goya' (número 362), dice que la composición que ofrece el cuadro es muy parecida a la visión de una cámara.
La cámara oscura permite reproducir el fenómeno físico de la luz. Solo necesitas un espacio estanco a la luz, un pequeño agujero o estenotopo y la luz entrará por él y proyectará todo lo que suceda en el exterior en la pared contraria al revés y boca abajo. Cualquier cámara, hasta la de un móvil, tiene una cámara oscura en su interior.
Una de las pruebas más llamativas, para demostrar el uso de la cámara oscura, es que colocaron una cámara en el puesto del observador, donde se supone que estaba el pintor, y las líneas de fuga coincidían con lo que vemos en el inmenso lienzo.
En todos los estudios que hemos consultado, describen el salón del alcázar en el que se pintó el cuadro. Y justo al lado estaba la habitación del príncipe Baltasar Carlos, el que pintó Velázquez a caballo y que moriría en 1646 con 17 años. En los tiempos de nuestro cuadro, era el estudio del pintor, al lado de la Torre Dorada.
Los estudios dicen que ahí colocó Velázquez una gran cámara oscura, lejos de los curiosos que podían hablar de brujería, y con ella trazó con precisión las líneas de fuga, al igual que otros maestros de la pintura. ¿Y de dónde viene esta teoría? Simple y llanamente de la observación detenida de otro cuadro.
En el condado de Dorset, en el Kingston Lacy de Reino Unido, se conserva la única copia conocida de 'Las meninas'. Lo que llamó la atención fue una línea vertical que no está en el cuadro del Prado, detrás del personaje que pega una patada al perro.
Las perspectivas de ambos cuadros son idénticas, a pesar de la diferencia de tamaño. Es un boceto, un cuadro preparatorio, o si queremos un negativo del gran cuadro en el que se corrigieron ciertas cosas para disimular el uso de la cámara:
El cuadro de Kingston Lacy no es una copia, ni tampoco un boceto del grande. Ni es solamente de Velázquez, ni solamente de Mazo: es de los dos. Y es, concretamente, lo que podríamos llamar, por analogía con el lenguaje de la fotografía, el “negativo pictórico” del cuadro grande.
El proceso es llamativo. En primer lugar, Velázquez se sirvió de la cámara oscura para trazar en el lienzo de Kingston Lacy las líneas de la perspectiva, luego metió el cuadro dentro de la cámara, la iluminó por dentro (como un cañón de luz) y proyectó el apunte en el lienzo definitivo para conseguir las líneas finales.
Todo esto nos lleva a pensar que un cuadro tiene mucho más que decir a los fotógrafos que lo que pensábamos. No solo por la luz o la composición, sino porque podría haberse hecho con la misma herramienta que utilizamos todos los fotógrafos, una cámara oscura.
Y por este motivo debemos mirarlo todavía con más respeto si cabe. Hay que ir, siempre que podamos, al museo del Prado y colocarse en frente del cuadro para descubrir sus secretos. Ya lo hicieron Antonio Palomino en los tiempos del pintor, Michael Foucault en su famoso texto o el pintor Antonio López en 'El sol del membrillo'. Tenemos que encontrar nuestra inspiración.
'Las meninas' y la fotografía
Leí hace tiempo que Velázquez fue capaz de pintar por primera vez el aire. Como dicen en la página del museo del Prado:
Los personajes habitan un espacio modelado no sólo mediante las leyes de la perspectiva científica sino también de la perspectiva aérea, en cuya definición representa un papel importante la multiplicación de las fuentes de luz. ... Los detalles de extraordinaria belleza se reparten por toda la superficie pictórica; y el pintor ha dado un paso decisivo en el camino hacia el ilusionismo, que fue una de las metas de la pintura europea de la Edad Moderna, pues ha ido más allá de la transmisión del parecido y ha buscado con éxito la representación de la vida o la animación.
Preparó todo para guiar la vista de los espectadores reales. La infanta Margarita es el punto central, vestida de colores claros. La vista después baila por el cuadro con pasos acompasados gracias a las luces y las sombras que separan a los personajes que habitan el cuadro. Y al fondo tenemos ese punto de luz que es la puerta abierta, fundamental para la composición. Podemos pasear por él sin perdernos nunca.
Todo tiene sentido. No hay nada casual. Los personajes no están posando, ni siquiera parecen conscientes de estar posando para el pintor. Es la recreación perfecta de la realidad. Por primera vez tenemos la sensación de poder pasear dentro de un cuadro junto a la dama de honor doña Marcela de Ulloa, un guardadamas del que no se conoce el nombre, y, al fondo, tras la puerta, asoma José Nieto, el aposentador de la reina (Velázquez era el del rey).
Podría decirse que estamos ante una fotografía callejera. Él pintaba alla prima, sin boceto ni dibujo previo. La pincelada es viva y nerviosa, como si fuera una imagen trepidada o con un ISO alto. Y la luz siempre presente con la compañía ineludible de la sombra.
Según el citado estudio de Fernando Zaparaín Hernández, todo se sustenta en la luz de la puerta abierta del fondo, como ya hemos comentado. La vista termina allí, la perspectiva tiene sentido por ese punto luminoso. Los fotógrafos podemos aprender lo siguiente al mirarlo:
- Buscar que la luz acompañe al momento. La sombra también forma parte del conjunto. Así representamos el volumen.
- Los objetos y las personas deben estar limpios, es decir, sin nada que interrumpa su visibilidad.
- Todo debe estar colocado para dirigir la mirada del espectador.
Siempre se dice que Goya fue el pre-fotógrafo de los pintores. Pero nos olvidamos de Velázquez. Se adelantó en el tiempo con esta obra. Y a partir de aquí podemos aprender una valiosa lección, más importante que la cámara o el móvil que utilizamos. Una cosa es la técnica y otra, mucho más relevante, es aprender a mirar.
Ver 4 comentarios