El futuro de la aviación es realmente difuso. Con el objetivo de limpiar las motorizaciones en el transporte mundial, la aviación ha emprendido una loca carrera para decidir cuál es la tecnología del futuro.
Por el camino, hay un claro señalado: el avión eléctrico. Si en el mercado del automóvil se ha puesto en duda la decisión de saltar al coche eléctrico como única tecnología viable, en el transporte pesado las cosas son todavía más complicadas. Por tierra, se está decidiendo si la mejor opción es la electricidad, el combustible sintético o el hidrógeno.
Y en aviación, el camino del vehículo con baterías parece todavía más complicado. Los últimos en abandonarlo han sido Rolls-Royce, uno de los líderes en la producción mundial de motores para aviación.
Rolls-Royce deja de lado el avión eléctrico
En los últimos años, Rolls-Royce había anunciado que estaba trabajando en el desarrollo de propulsores para aviones eléctricos. En 2019 ya presentó un prototipo que se enfocaba en los récords de velocidad. Dos años más tarde, en 2021, la compañía volvía a la carga con este mismo proyecto.
Otros dos años más tarde sabemos que Rolls-Royce quiere vender su división de motores completamente eléctricos. El objetivo, según explican medios como The Guardian es multiplicar los beneficios. Si en 2022 se consiguieron 837 millones de libras en ganancias operativas (resultado de descontar los costes productivos pero antes de pagar los impuestos correspondientes), el objetivo es alcanzar una cifra que se sitúe entre 2.500 y 2.800 millones de libras.
Según el diario inglés, el final de la crisis de coronavirus ha impulsado el crecimiento de la compañía, ya que su fabricación se centra en motores para aviones de largo recorrido, un tipo de vuelo que no ha dejado de aumentar su oferta desde que se recuperara la normalidad en materia de movilidad.
Pese a ello, esto no ha echado para atrás los planes de Rolls-Royce de despedir a 2.500 empleados en un ajuste que afectará a todo tipo de áreas. "Estamos creando un Rolls-Royce de alto rendimiento, competitivo, resistente y en crecimiento que tendrá la fuerza financiera para controlar y dar forma a su propio destino", ah asegurado Tufan Erginbilgiç, CEO de la compañía.
Según The Telegraph, Rolls-Royce aspira a que la venta de su división de motores eléctricos repercuta en un ingreso de unos 1.500 millones de libras. La compañía asegura que el avión eléctrico parece una buena alternativa en los vuelos cortos pero no son comercialmente viables en los de largo recorrido, donde la compañía centra la mayor parte de su negocio.
El futuro, por tanto, aseguran que pasa por los combustibles sintéticos. Los llamado SAF es la alternativa al queroseno en la aviación comercial de largo recorrido pues sus productores aspiran a reducir hasta el 70% en las emisiones de gases de efecto invernadero. Virgin Atlantic, financiada por Reino Unido y apoyada por Rolls-Royce, ha protagonizado hace solo unos días un primer vuelo utilizando exclusivamente este tipo de combustible.
A este avance hay que sumar el desarrollo de motores que funcionan con hidrógeno. Hace sólo unos días que la propia Rolls-Royce publicó los resultados de sus primeras pruebas con este tipo de aparatos. El propulsor quema hidrógeno, no es una pila de combustible, como también ha probado Toyota para sus coches eléctricos. Una alternativa que no es demasiado eficiente.
Este mismo año se han realizado pruebas con aviones de grandes dimensiones movidos por pila de hidrógeno. Por lo tanto, queda por saber si la tecnología del futuro en la aviación es el hidrógeno (y cómo se utiliza), los combustibles sintéticos o los eléctricos. Lo que sí tenemos seguro es que, de momento, esta última opción no ofrece seguridad a Rolls-Royce.
Foto | Rolls-Royce
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