La primera carretera con carga por inducción se abrirá en Detroit: un millón de euros por kilómetro

La primera carretera con carga por inducción se abrirá en Detroit: un millón de euros por kilómetro
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El sector del automóvil está patas arriba. Un buen ejemplo llega con una de esas pequeñas ironías del destino: la primera carretera con carga eléctrica por inducción se instalará en Detroit. La ciudad espera tener lista esta infraestructura en apenas un año.

Es decir, la cuna del The Big Three del mundo del motor, la ciudad que vio nacer a Ford, General Motors y Chrysler y, con ellos, algunos de los máximos exponentes del amor por los grandes motores americanos, tendrá operativa la primera carretera con carga eléctrica por inducción del mundo. Cómo hemos cambiado.

Una milla tiene 1.609 metros, la misma distancia que tendrá esta primera carretera con carga por inducción dentro de lo que se conoce como el Distrito de la Innovación, un espacio junto a Michigan Central y, por tanto, en el corazón de la ciudad.

La instalación estará construida por ElectReon, una empresa especializada en este tipo de tecnología y que ya cuenta con algunos proyectos piloto activos en Israel, Suecia y Alemania, en el que autobuses o camiones utilizan esta tecnología. La novedad, en este caso, es que en esta carretera se podrán cargar todo tipo de vehículos, desde automóviles a camiones o autobuses.

Para ponerla en funcionamiento en 2023, se emplearán 1,9 millones de dólares públicos (1,66 millones de euros) y el objetivo es que se amplíe progresivamente para dar un mayor servicio. Empresas como Ford o DTE Energy también están involucradas.

Pero, ¿esta infraestructura es cara o barata? Hay que tener en cuenta que para instalar este equipamiento es necesario levantar el asfalto, incorporar las bobinas de cobre y reasfaltar. Para ponerlo en perspectiva, la última Operación Asfalto de Madrid costó al Ayuntamiento 4,1 millones de euros para reasfaltar 267.000 m2 repartidos en 60 calles de la capital. Es decir, el metro cuadrado necesitó una inversión de 15,36 euros.

En este caso, levantar la ciudad para instalar esta carga inalámbrica puede parecer caro, pero tendríamos que tener más datos para saber si un ayuntamiento puede compensar la inversión con un mayor número de trayectos en sus viajes como servicio público.

Donde sí podría tener más sentido esta infraestructura es en la construcción de una nueva carretera, partiendo de cero. Entre los datos disponibles, sabemos que el Tribunal de Cuentas Europeo fijó en 11 millones de euros el kilómetro de carretera construido en España. En este caso, diseñar una infraestructura desde cero que cuente con tecnología de carga inalámbrica apenas supondría un pequeño sobrecoste a esta cifra.

Evidentes ventajas y dudas que tienen que resolverse

Sobre el papel, la teoría de una carretera que carga por inducción parece realmente interesante, especialmente si se emplea sobre un carril por el que un autobús público realiza siempre la misma ruta. De esta manera, el vehículo puede aumentar su número de viajes antes de verse obligado a enchufarse a la red eléctrica de nuevo.

Sin embargo, los datos publicados siguen siendo escuetos. Más allá de que se utilizarán bobinas de cobre instaladas en el asfalto, no se ha hecho público su potencia de carga y qué energía puede recibir un vehículo si está en movimiento. Quizás en una calle de una gran ciudad, donde se circula a baja velocidad y se suceden las paradas, tiene cierto sentido pero queda la duda de si este sistema es escalable a una vía de alta velocidad.

De momento, en 2020 se estableció un estándar para cargas inalámbricas de coches eléctricos. En él se especificó que éstas debían tener hasta 11 kW de potencia. A esta potencia, el Tesla Model 3 con el paquete de baterías más modesto necesita unas siete horas de carga continua para recuperar toda la energía. El Genesis GV60, que debería llegar a España en 2022, promete incorporar en Estados Unidos esta tecnología inalámbrica que, anuncia, podrá alcanzar los 22 kW de potencia.

Además de imaginarnos conectados a una carretera como Sam Porter en Death Stranding, se agolpan en nuestra cabeza otro tipo de preguntas en el plano puramente práctico: ¿quién correría con los gastos de convertir una carretera en una vía de carga inalámbrica? ¿Cómo se calcularía la energía recargada por cada vehículo? ¿Pagarían lo mismo un coche que admita una mayor potencia de carga que otro?

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