París, ciudad libre de patinetes: cómo la capital francesa ha expulsado a la "revolución" de la micromovilidad

Patinete eléctrico
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París se convirtió en la ciudad pionera cuando introdujo los patinetes eléctricos, e-scooters, o trottinettes en francés, en 2018, en una búsqueda del gobierno municipal de promover formas de transporte urbano no contaminantes. Pero a medida que el uso de estos vehículos creció, especialmente entre los jóvenes, también lo hizo la cantidad de accidentes e inconvenientes. La ciudad que fue pionera también se convertiría en la primera en realizar un referéndum público para eliminarlos de las calles.

"¿A favor o en contra de los scooters de alquiler?": el pueblo ha hablado.

El referéndum. En una votación popular, los parisinos han decidido prohibir el alquiler de scooters eléctricos en su ciudad, lo que es un duro golpe para los operadores de estas aplicaciones. Según datos municipales, la opción de sacarlos de las calles obtuvo entre el 85,77% y el 91,77% de los votos en los 20 distritos de París que publicaron los resultados, aunque la participación fue bastante baja: de los 1,38 millones de personas inscritas en el padrón electoral de la ciudad, poco más de 103.000 participaron.

¿Por qué? París cuenta con casi 15.000 patinetes eléctricos en sus calles, operados por empresas como Lime, Dott y Tier. Y recientemente existe una creciente preocupación por la caótica forma de conducir de sus pasajeros: esquivando a los peatones en las aceras y alcanzando velocidades de casi 30 km/h. En 2021, 24 personas murieron en accidentes relacionados con scooters en Francia. Y en París, el año pasado se registraron 459 accidentes con e-scooters y vehículos similares, incluidos tres mortales.

La gente viene quejándose de que los pasajeros no suelen usar casco y que incluso los niños de 12 años pueden alquilar legalmente los patinetes. Además, los scooters abandonados se han convertido en un dolor de cabeza para las autoridades, ya que muchos de ellos se encuentran ocupando espacio en las aceras, parques y plazas. Y ni siquiera la amenaza de multa de 35€ que impuso el Ayuntamiento fue suficiente para evitarlo.

La lucha contra los operadores. La alcaldesa Anne Hidalgo ha defendido las bicicletas y otras formas sostenibles de movilidad desde que se puso al mando en 2014. Recibió con los brazos abiertos a los operadores de e-scooters en 2018, pero desde entonces ha endurecido las regulaciones, creando zonas de estacionamiento designadas, limitando la velocidad máxima y restringiendo la cantidad de operadores. "Es muy caro, cinco euros por 10 minutos, no es muy sostenible y, sobre todo, es la causa de muchos accidentes", señalaba hace unos días.

Por otro lado, los operadores, que han usado las redes para animar a la gente a votar a su favor y que ofrecieron viajes gratis el domingo, dicen que están siendo señalados injustamente. "Por supuesto, hay infracciones de manejo y comportamiento peligroso. Esa es la naturaleza humana, no el vehículo. Lo que necesitamos es educar, detectar y castigar", explicaba Nicolas Gorse, director gerente de Dott. Hadi Karam, director de Lime en Francia, también señaló que París iba "a contracorriente" al tratar de prohibir el alquiler de patinetes eléctricos, diciendo que planean expandirse a Washington, Nueva York, Madrid o Londres.

La tendencia. Las empresas de e-scooters han tenido que aceptar recientemente algunas nuevas medidas del gobierno, como aumentar la edad mínima a 14 años y establecer multas por infracciones como conducir con un pasajero extra. En 2019 ya se incluyeron los requisitos de usar ropa de alta visibilidad y no viajar contra el tráfico, con multas de de 135€ y hasta 1500€ por exceder el límite de velocidad.

Por otro lado, la reciente prohibición es un gran palo económicamente hablando para las empresas internacionales que gestionan estos servicios y podría alentar a otras ciudades, que ya están endureciendo sus regulaciones y limitando la cantidad de operadores, a seguir el mismo camino. Hay que recordar que Montreal prohibió los scooters eléctricos de alquiler o uso privado en 2020. Copenhague también siguió un camino similar acabando con los alquileres ese mismo año, para luego volverlos a reinstaurar con con condiciones más estrictas.

Imagen: Vlad B (Unsplash)

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