Nos creíamos muy modernos reinventando la bicicleta. Hace casi 100 años ya lo vieron todo en París y Chicago

Bici Loca
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The Q es el canal de Youtube de alguien que se dedica a transformar por completo las bicicletas. Sus vídeos son una retahíla de genialidades o atentados, según a quien preguntes. Ponerles ruedas de oruga o ruedas cuadradas son algunos de sus éxitos más sonados.

Este ingeniero que ha viralizado sus creaciones no es el único que se ha puesto manos a la obra para buscar los límites a este vehículo. El año pasado te hablamos de una bicicleta que no tenía radios en las ruedas (y hasta podía llevar una bolsa en su interior) o de, no preguntéis por qué, una bicicleta que funciona sin pedales.

Todos estos conceptos son curiosos, parecen salidos de cabezas que bullen por dentro. Y, sin embargo, llegan tarde. Llegan tardísimo. Porque las bicicletas más locas se hicieron en los años 40. Estas son las pruebas.

Aquellos locos años 40

Los años 40 fueron años de auténtica locura para el mundo de la bicicleta. Jan Heine, autor de The Golden Age of Handbuilt Bicycles habla de esta década como verdaderamente especial, pues "había ciclistas de todas las clases sociales".

Y es que en sus inicios la bicicleta era un vehículo restringido a la burguesía. Durante el Siglo XIX así fue pero, poco a poco, las bicicletas fueron calando entre las clases populares. A principios del Siglo XX empezaron a asentarse las grandes carreras ciclistas, como el Tour o el Giro, y pronto acabó por convertirse en un medio de transporte para media Europa, pese a las reticencias del socialismo, del fascismo y del Vaticano.

Desde entonces, se han introducido numerosas mejoras en las bicicletas. Nuevos materiales, nuevos desarrollos, evolución en la forma de los cuadros... pero más allá de las modas y las evoluciones, una bicicleta sigue la misma receta desde hace más de cien años: dos ruedas, un cuadro y una cadena.

Pero en los años 40 se desató la locura por descubrir los inventos más disparatados relacionados con la bicicleta. Y fue en una reunión en Chicago de la National Bicycle Dealers Association (la Asociación Nacional de Distribuidores de Bicicletas) donde se vieron los artilugios más ingeniosos. Era 1948 y lo retrataron en la revista Life.

Entre los inventos imposibles, Art Rothschild presentó su bicicleta para cuatro. Un rarísimo vehículo donde tres personas quedaban suspendidas en el aire y pedaleaban para ayudar a un cuarto ciclista que se situaba por debajo de todos ellos. Las cadenas se unían para que todos auxiliaran a los demás. El mayor problema del invento lo evidenció el propio Rothschild, que se cayó desde el asiento de mayor altura y se fracturó las costillas.

Montar en lo más alto no sólo era invención de Rothschild. La familia Steinlauf también demostró su ingenio con dos curiosos artilugios. El primero de ellos era el el del vídeo superior, una bicicleta en la que podían viajar cuatro personas y, una de ellas, cosía al mismo tiempo.

Joe Steinlauf, recogen en Life, también soñó con una bicicleta única. Literalmente, además, porque la idea la tuvo recién despierto. Decidió que utilizaría el cabecero de la cama como medio de transporte y, dicho y hecho, le puso dos ruedas, un altísimo manillar y presentó la bicicleta con la que había soñado.

Pero, sin duda, el invento más interesante de la familia Steinlauf resultó ser, curiosamente, el menos funcional. Cambiando la goma de las Joe Steinlauf mostró la Ice Bike que, por supuesto, estaba pensada para montar sobre el hielo.

Y, para terminar, la Uno-Wheel era otro invento que funcionaba mejor sobre el papel que en la práctica. Los monociclos han quedado, en su mayoría (juro que un vecino se mueve por mi barrio subido a uno), para demostraciones de habilidad en los semáforos.

En este caso, se trataba de una enorme estructura que funcionaba como una rueda por sí misma. Dentro, un monociclo con manillar contaba con dos pequeños ruedines en cada extremo. Al acelerar o frenar de manera repentina, el ciclista se desplazaba sobre la estructura exterior y, por tanto, el avance era mucho más suave.

¿Pensaba The Q que era el primero que había inventado una bicicleta con las ruedas cuadradas? Este hombre que también se rescata en el artículo de la archiconocida revista estadounidense ya se había puesto manos a la obra hace casi 80 años.

Los años 40 fueron una auténtica revolución para la bicicleta pero los movimientos para reinventar el vehículo ya venían de antes. En París, en 1932, se tiene constancia de que se vio la considerada como la primera bicicleta anfibio, "la bicicleta de Aidullah".

Este aparato pretendía moverse tanto por tierra como dentro del agua. Sus ruedas eran dos enormes flotadores que debían generar tracción fuera del agua para, una vez dentro de la misma, hacer flotar el vehículo, junto a otros cuatro flotadores repartidos en las "cuatro esquinas" de la estructura. Evidentemente, no funcionaba. Y tampoco parecía que el ciclista llevara el ropaje más adecuado para meterse dentro del agua.

Podemos darle las vueltas que queramos a la bicicleta. Podemos encontrar ocurrencias de todo tipo pero, como casi todo en esta vida, ya está todo inventado.

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Foto | Fliz y Wikimedia

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