El mercado del coche autónomo se ha convertido en todo un filón para los fabricantes de vehículos. Una beta que explotar que, sin embargo, a los fabricantes se les está resistiendo más de lo que esperaban. Mercedes, en Estados Unidos, ha dado un gran paso frente a la competencia, con Ford ofreciendo modelos con funciones más limitadas y Tesla siempre en el ojo de la polémica.
Y es que los germanos ya han empezado a vender las primeras unidades equipadas con un sistema de conducción autónoma de nivel 3 (el primero que permite circular sin manos y sin prestar atención a la carretera). Es el conocido como Drive Pilot, una función que se activa a demanda del conductor y que le permite retirar las manos del volante pero, también, dejar de prestar atención a la carretera.
De hecho, tal y como explica Mercedes en su propia página web, una vez se activa este sistema de conducción completamente autónoma, la pantalla central desbloquea las funciones de streaming, que dejan de estar habilitadas mientras el conductor ha tomado los mandos.
Este nivel 3 de autonomía ya está disponible en algunas carreteras de Alemania y se aprobó en Estados Unidos en septiembre de 2023. Sin embargo, según asegura Fortune, no ha sido hasta ahora cuando la compañía ha empezado a vender sus Mercedes con funciones completamente autónomas. Según sus datos, los germanos ya han matriculado 65 de estos coches, los cuales ya se ofrecen a los clientes y han vendido, al menos, uno de ellos.
Así, ya sabemos que hay, al menos, un primer propietario con un coche con autonomía de nivel 3 en Estados Unidos. Es difícil estimar si hay alguno más en las calles pues, según recogen en el medio estadounidense, Mercedes no confirma cuántas unidades ya ha vendido de los Mercedes EQS y Clase S, los únicos modelos en los que está disponible esta función.
Un golpe (flojito) sobre la mesa
Estados Unidos parece que se ha posicionado como uno de los países con mayor interés por el uso de vehículos completamente autónomos. Desde luego, algunas de sus ciudades no han dudado en posicionarse como lugares completamente abiertos a las pruebas de robotaxis.
En este sentido, Mercedes ha dado un gran paso para adelantar a la competencia. De momento, es el único coche que permite circular sin mantener la atención sobre el asfalto y las manos sobre el volante. Pero hay un importante problema: está muy limitado.
Igual que en Europa, las condiciones que tienen que darse para poner en marcha el sistema son muy específicas. Se requiere buen tiempo, un mapeado previo de la carretera por parte de Mercedes, que no se estén realizando obras o trabajos de mantenimiento y que la velocidad máxima sea de 40 mph (unos 65 km/h). Es decir, el sistema es interesante para un atasco pero poco más.
Sin embargo, el paso es importante porque le sirve a Mercedes para desmarcarse de la competencia y dar un valor añadido al cliente en la compra. Su precio es alto (2.500 dólares al año vía suscripción) pero quienes se han gastado más de 100.000 dólares en un Mercedes EQS o Clase S no deberían tener muchos problemas para pagarlo y, sobre todo, para poder presumir de estar a la última.
Otros fabricantes llevan tiempo apostando por dar pasos adelante en un mercado que avanza mucho más lento de lo esperado. Ford está intentando con su Ford BlueCruise convencer a los potenciales clientes de optar por sus modelos con un nivel 2+ de autonomía que permite retirar las manos del volante en 102 millones de kilómetros repartidos en las carreteras de todo el país.
Si el sistema funciona también como observamos en nuestra prueba en Reino Unido, ahora mismo me parecería una opción más interesante que la de Mercedes, pues se le puede sacar mucho partido a un sistema que funcionaba realmente fino. Cuando un control de crucero adaptativo con centrado en el carril funciona bien, lo más incómodo es llevar las manos en el volante.
Pero, sobre todo, es un golpe duro para Tesla. La marca de Elon Musk lleva años prometiendo avances en conducción semiautónoma y sistemas de ayuda a la conducción. Sin embargo, su Full Self Driving (FSD) no ha conseguido alcanzar el refinamiento de Mercedes y superar las pruebas pertinentes para, al menos en condiciones muy específicas, permitir que el coche pueda conducir por su cuenta.
La compañía, además, ha recibido varios toques de atención por parte de los organismos regulatorios. Por el camino se ha llegado a acusar a Tesla de publicidad engañosa (la NHTSA también apuntó a Mercedes, entonces) mientras que Elon Musk ha prometido que sus coches irán ganando más y más autonomía con promesas que no terminan de hacerse realidad.
Tesla hace tiempo que apuesta por la conducción autónoma como uno de sus valores de futuro. Primero porque confían en poder actualizar vehículos más antiguos con estos paquetes de ayuda a la conducción y, así, abrir una nueva vía de negocio. Y segundo porque dicen estar desarrollando un robotaxi que explote todas las capacidades del coche autónomo y no necesite de la presencia de un humano para moverse por las calles.
De momento, es un proyecto incierto. Cruise, Waymo y Argo AI (DEP) han quemado miles de millones para operar con vehículos de nivel 4 de autonomía y, pese a ello, su comportamiento ha sido lo suficientemente errático como para que a California retirara a Cruise la licencia para operar sin conductor.
Imagen | Mercedes
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