Llevamos años hablando del coche de Apple. Desde 2015, para ser más precisos, aunque durante todo este tiempo la compañía de Cupertino nunca admitió su existencia. Los rumores, no obstante, fueron aportando muchos datos sobre el proyecto conocido bajo el nombre código ‘Project Titan’ recientemente cancelado.
Sabíamos que la tecnológica estadounidense quería entrar al mundo de la automoción, un mercado en el que nunca había estado, con una propuesta excepcional. El coche no solo sería totalmente eléctrico, sino que también contaría con un sistema de conducción autónoma de nivel 5, el nivel más elevado de la industria.
Los esfuerzos por crear un coche autónomo
Aquella ambición por parte de Apple podría tener sentido si tenemos en cuenta su conocida tendencia a querer generar cambios notables en industrias existentes. Cuando nos hablan de la marca de la manzana es probable que se nos vengan a la mente productos como el iPhone, el iPad, el Apple Watch o los AirPods.
Un vehículo autónomo con diseño futurista donde los pasajeros no tendrían que preocuparse por conducir habría sido el producto ideal para que la compañía dirigida por Tim Cook utilizase el adjetivo “revolucionario” que tanto le gusta. Ahora bien, para alcanzar este objetivo debía hacer un gran esfuerzo.
Cuando hablamos de conducción autónoma de nivel 5 nos referimos a un coche que es capaz de asumir todas tareas de conducción. El “conductor” puede despreocuparse durante el viaje. De hecho, este tipo de vehículo puede carecer de volante o pedales (algo que Apple había contemplado inicialmente para su Proyecto Titán).
Lo más parecido que tenemos en la actualidad al nivel 5 son los robotaxis de Cruse que ya funcionan en San Francisco (y que han ocasionado algún que otro problema en la ciudad). Estos tienen conducción autónoma de nivel 4. Es decir, el sistema se encarga de asumir todas las tareas de conducción, pero dentro de un área determinada.
Estos vehículos de conducción autónoma cuentan con una pieza clave: un potente ordenador capaz hacer funcionar los sistemas de visión artificial que permiten el funcionamiento del vehículo. Tesla, cuyos vehículos comerciales alcanzan el nivel 2 de conducción, cuentan con el poderoso ordenador Full Self-Driving (FSD).
Para desarrollar un producto diferenciado, Apple debía tener hardware lo suficientemente potente como para impulsar su sistema de conducción autónoma. En este sentido, según una sesión de preguntas y respuestas del periodista Mark Gurman, la firma de Cupertino estuvo trabajando estrechamente con el equipo de Apple Silicon.
Este equipo, recordemos, está detrás de los SoC ARM que equipan los ordenadores, teléfonos y otros dispositivos de Apple. Antes de que el proyecto de coche autónomo fuera cancelado, la compañía había casi completado el desarrollo de un chip con una potencia descomunal, en concreto, equivalente a cuatro M2 Ultra combinados.
Apple reveló el Apple Silicon M2 Ultra en junio del año pasado. Se trata de un chip construido bajo el proceso de 5 nanómetros de segunda generación basado en la tecnología UltraFusion. Tiene 134.000 millones de transistores y admite hasta 192 GB de memoria unificada. Actualmente da vida a los Mac Studio (2023) y Mac Pro (2023).
Se trata de una alternativa que, hasta el momento, no tiene sucesor. La familia de chips M3 está compuesta por los M3, M3 Pro y M3 Max en sus diferentes versiones. Pues bien, según la mencionada fuente, Apple estaba muy cerca de contar con un chip combinado con un rendimiento muy elevado para su primer coche eléctrico.
Ahora sabemos que el Apple Car finalmente no verá la luz, pero no quedan dudas que muchos de los avances de este proyecto no se perderán y, posiblemente, impulsen productos que están por llegar. A nivel de equipo, la mayor parte del talento de Projet Titan ahora está trabajando en la división de AI de la firma de Cupertino.
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