"Sobre la base de la evidencia limitada actualmente disponible y dado el alto nivel de incertidumbre, el nivel general de riesgo para la salud pública asociado con la aparición y propagación de la variante Omicron del SARS-CoV-2 en la UE se evalúa como muy alto". La evaluación de riesgos de ómicron por parte del CDC europeo no deja mucho resquicio a la duda. Sí, es cierto: hay demasiadas cosas que no sabemos de la variante. Tantas que, según a quién leamos, puede devolvernos a los peores momentos de la pandemia o solucionarla por sí sola. Pese a todo, el riesgo es "muy alto" según la máxima autoridad europea en el tema.
Y es que "incluso si la gravedad de la enfermedad causada por ómicron es igual o menor que la gravedad de la variable delta [que, por ahora, parece serlo], el aumento de la transmisibilidad y el crecimiento exponencial resultante superará rápidamente cualquier beneficio de una gravedad potencialmente reducida". Es probable que, incluso en el mejor de los casos, la variante cause más "hospitalizaciones y más muertes de las que ya se esperaban en pronósticos anteriores" que solo consideraban a las variantes anteriores.
La transmisión: el corazón del problema
En general, durante estas semanas hemos tratado de ser muy prudentes en torno a qué era (y qué no era) la nueva variante. Había demasiadas incógnitas y las noticias se sucedían a un ritmo rapidísimo aunque no hubiera datos que las avalaran. Ahora la situación ha cambiado un poco. Hay muchas dudas que despejar, pero por las informaciones que ha podido recabar el CDC europeo la hipótesis de una mayor transmisibilidad parece más "probable".
Esto, en sí mismo, es un problema serio. Una mayor transmisibilidad hace que haya más casos y el aumento del número de casos conlleva más muertes y hospitalizaciones. Aún no sabemos cuántos, ni cómo; de hecho, las informaciones provisionales invitan a no abonarse al catastrofismo, pero el CDC entiende que la probabilidad es lo suficientemente alta como para no esperar a que los acontecimientos se sucedan y nos pille con el pie cambiado.
Sus propuestas, por otro lado, son viejas conocidas. Desde la reintroducción de ciertas restricciones y acelerar la campaña de vacunación de la tercera dosis a empezar a realizar tests más generalizados, armas una estrategia de comunicación de riesgos más ambiciosa e incrementar la capacidad hospitalaria y de la atención primaria para evitar que una posible ola desborde la capacidad del sistema sanitario. Por suerte, la situación en España (por el alto nivel de vacunación que tenemos frente a otros países europeos) es relativamente mejor. Aunque como hemos visto estos años eso puede cambiar rápidamente.
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