Cuando Francisco de Montejo y su gente llegaron a Chichén Itzá, la ciudad llevaba abandonada al menos 200 años. Eran los primeros europeos en alcanzar la que, en tiempos, había sido la ciudad más importante de Mesoamérica y se quedaron boquiabiertos: incluso Diego de Landa, el responsable de uno de los procesos inquisitoriales más salvajes de toda América continental, reconoció la majestuosidad de las ruinas de la ciudad sagrada.
¿Cómo podía haber ciudades de ese tamaño en mitad de la selva? En los primeros tiempos, los conquistadores españoles pensaron en poner la capital allí mismo, pero su lejanía al mar, por un lado; y la falta de agua dulce, por otro, declinaron la balanza hacia Mérida. No obstante, eso mismo abría una gran cantidad de interrogantes. Para empezar, ¿cómo pudieron vivir 100.000 personas con sus acueductos, sus carreteras, sus observatorios astronómicos, y sus templos en un lugar como aquel, donde (como en todo Yucatán) escaseaba el agua potable?
Cuando lo que te da la vida, acaba quitándotela. La explicación es más sencilla de lo que parece: gracias a un esfuerzo realmente impresionante de construcción de canalizaciones y acueductos. Precisamente ese potentísimo sistema hídrico, fue no solo la clave de bóveda de la solidísima civilización maya, sino también su propia maldición.
Un reciente estudio de la Universidad de Auburn (EEUU) ha estudiado el declive de la antigua ciudad maya de Kaminaljuyú y han descubierto que se vio severamente afectada por una plaga de cianobacterias tóxicas originaria del lago Amititlán, en el centro de Guatemala y diseminada por la red hídrica maya.
La maldición invisible... Esto lo sabemos porque no fue un proceso único, ni súbito. Una a una, las grandes ciudades mayas fueron perdiendo su vitalidad, presas de lo que a todas luces parecía una maldición: la gente se enfermaba, se volvía frágil, moría. Muchos huyeron aterrorizados por el mal que no lograban identificar correctamente. Al menos, al principio.
...contra la que lucharon con todo su ingenio. Más tarde, la cada vez peor calidad del agua acabó por llamar su atención. Un estudio de la Universidad de Cincinnati demostró que los habitantes de esta antigua ciudad maya de Tikal trajeron arena de centenares de kilómetros para purificar el agua de sus embalses. Es decir, los mayas crearon este sistema de filtración de agua casi 2.000 años antes de que se usaran sistemas similares en Europa: sin demasiado éxito, eso sí.
Está claro que no fue la única razón del colapso. El fin del imperio maya fue fruto de una concatenación de causas y problemas que son difíciles de resumir. Sin embargo, a poco que vamos sabiendo más sobre todo aquello, descubrimos que la naturaleza, la salubridad y el clima fueron (entonces como ahora) los detonantes de un gran cambio social, económico y político.
Imagen | Jimmy Baum
Ver 10 comentarios