El COVIDZero ha muerto en China. Lo que viene ahora es imprevisible

El COVIDZero ha muerto en China. Lo que viene ahora es imprevisible
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11 días. 11 días es lo que ha tardado el Gobierno Chino en verle las orejas al lobo y, tras las revueltas de los últimos días, ha empezado a dar los pasos necesarios para dejar claro que la política de COVIDZero está muerta (o va camino de estarlo). Lo que no está claro es el lugar hacia donde nos lleva eso.

¿Qué ha pasado? El Consejo de Estado chino acaba de aprobar una serie de medidas que relajan considerablemente las duras políticas que llevan aplicando durante años en el gigante asiático. Por ejemplo, los infectados por el virus podrán pasar la enfermedad en sus domicilios y, por tanto, no se verán obligados a ir a centro de cuarentena obligatoria. Parece un cambio menor, pero es un cambio enorme.

A eso hay que sumar cosas como que, a excepción de lugares como hospitales, residencias de ancianos o escuelas, ya no será necesario mostrar una prueba PCR en el control de acceso. También se ha limitado el tamaño de los confinamientos y, en teoría, no volveremos a ver barrios o distritos enteros cerrados a cal y canto por un puñado de positivos.

Un giro que se venía dando desde hace días. El lunes, sin ir más lejos, las autoridades de Pekín autorizaron a los viajeros a subir al transporte público sin haberse sometido a una prueba en las 48 horas anteriores. En otras zonas industriales, como Cantón, se han reabierto comercios y mercados pese a que hay varios barrios con infectados. Hay analistas que creen que el ejecutivo llevaba tiempo buscando algo que justificara un cambio de política inevitable (e insostenible). Tengan o no razón, ese momento ha llegado.

La trampa y la madriguera. Hannah Arendt solía decir que "había una vez un zorro tan falto de astucia que no sabía distinguir entre una trampa y una madriguera". Me resulta inevitable acordarme de esa cita cada vez que pienso en las políticas de COVIDZero. Una política que durante meses parecía muy exitosa y que acabó por convertirse en un enorme problema. Un problema que persiste, claro.

¿Cómo salir del COVIDZero? Esa es la gran pregunta. Porque como explicaba Nick Wilson, investigador de salud pública de la Universidad de Otago en Science, “China no ha logrado altas tasas de vacunación, no ha utilizado el mejor tipo de vacunas y ha tardado mucho en comunicar [al público] la eventual necesidad de pasar de la eliminación a la supresión y la mitigación”. Y, en muchos sentidos, esto no ha cambiado.

Mientras el resto de países COVIDZero utilizaron la estrategia para ganar tiempo (y aumentar las tasas de vacunación, acumular antivirales y ampliar la capacidad de cuidados intensivos), China no lo ha hecho. Y ahora, la desescalada es muy compleja porque todos los modelos predicen una ola masiva de enfermedades y muertes en cuanto se levanten las medidas.

Con los actuales niveles de eficiencia de las vacunas y, sobre todo, con las actuales tasas de vacunación, los modelos arrojan 112,2 millones de casos sintomáticos, 5,1 millones de admisiones hospitalarias, 2,7 millones de ingresos en la UCI y más de un millón y medio de fallecidos. Eso en los primeros dos meses.

¿Qué podemos esperar? En ese sentido, los próximos meses pueden ser mucho más problemáticos, desordenados y confusos de lo que podríamos esperar. Sobre todo, si no hay un plan realista encima de la mesa. Si el sistema sanitario chino colapsa, las consecuencias para el gigante asiático (y para todo el mundo que depende productivamente de China) son bastante impredecibles. Y es que el gran test de la proverbial capacidad de gestión de China empieza ahora, justo cuando las políticas de COVIDZero sean cosa del pasado.

Imagen | Renato Marques

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