La inflación está causando muchas alarmas y muchos ya están tratando de ajustar sus cestas de la compra. En este contexto de incertidumbre parte del debate se ha trasladado a la idea de las cestas de la compra de precio fijo. Éstas se conforman por productos básicos y de primera necesidad cuyos precios se mantendrán estables durante un cierto plazo. Ahora bien, ¿es posible hacer una cesta asequible y nutritiva?
Precios congelados hasta enero. La cadena de supermercados Carrefour ha sido la primera en crear una de estas cestas. La propuesta de la segunda cadena de supermercados en España por cuota de mercado se ha comprometido a mantener el precio de una treintena de sus productos de marca blanca al menos hasta el 8 de enero 2023. Estos productos pueden comprarse en conjunto o de manera individual según anunció la empresa.
Los productos en la cesta. La cesta incluye algunos productos de primera necesidad como pasta, harina, aceite (de girasol), pan (de molde y de hamburguesa), sal o vinagre; pero también otros no tan básicos como cereales y galletas, mermelada, varias conservas (de atún, maíz, pimientos, champiñones y guisantes), caldo de pollo o zumo.
Esta cesta también incluye productos que no serían considerados de primera necesidad o básicos, como la conserva de albóndigas en salsa, el refresco de té y chocolate, quizá para dar cabida a algún capricho ocasional.
La cesta también incluye productos de higiene y limpieza como dentífrico, papel higiénico, compresas, gel, lavavajillas, detergente, lejía o limpiacristales.
Críticas al valor nutricional. Esta promoción ha sido recibida con cierto recelo por parte de los nutricionistas, que ven varios problemas con la cesta. Éstos se pueden resumir en que sobran alimentos ultraprocesados y faltan alimentos frescos.
El primer punto que debe tenerse en cuenta al analizar la cesta es que no constituye por sí misma una dieta completa. Como señala el nutricionista Edgar Barrionuevo en declaraciones a Business Insider, la calidad que podamos otorgar a esta cesta depende de cómo se combine: si suplimos lo que falta con alimentos frescos, puede constituir parte de una dieta equilibrada, pero si se rellenan los huecos con más de lo mismo, el veredicto sería negativo.
Pero, ¿es posible construir una cesta que sea más completa por sí misma?
Lo que dice la ciencia para mejorar la cesta. Si queremos mejorar esta cesta para dotarla de mayor valor nutricional, podemos guiarnos por algunas claves que dan nutricionistas y expertos. El cambio ideal sería introducir más productos frescos y retirar ultraprocesados. Productos como los panes de hamburguesa o de molde, las albóndigas en conserva, chocolate, zumo o té pueden ser descartados.
Los alimentos ultraprocesados no suelen ser baratos, por lo que eliminarlos de nuestras compras no está reñido con el ahorro. Algo parecido sucede con productos como la mermelada. El problema no está por lo tanto en qué retirar, sino en qué introducir. Lo ideal sería añadir una buena cantidad de frutas y verduras frescas, pero esto nos lleva precisamente al problema que este tipo de cestas quieren solucionar: la volatilidad en los precios.
Hay formas de afrontar esta volatilidad. La más sencilla es recurrir a ultracongelados. Las verduras (y también frutas) ultracongeladas conservan todos los nutrientes (a veces mejor incluso que en su versión “en fresco”). Frutas y verduras en conserva pueden ser una alternativa, pero a éstas se añade a menudo sales o azúcares para la conservación, lo cual las hace perder algo de valor nutricional. Los ultracongelados son, además, opciones más económicas y generan menos desperdicio alimentario.
Tres macronutrientes. Una dieta equilibrada requiere carbohidratos, proteínas y grasas. Hay algunos cambios que podemos introducir para optimizar estos consumos. En cuanto a los carbohidratos, la mejor opción es sustituir panes ultraprocesados por pan de barra. El pan no deja de ser un alimento procesado, pero nos sirve para sustituir opciones menos saludables.
El aporte proteico de esta cesta fue puesto en entredicho también por Barrionuevo. Las latas de atún y los guisantes son fuentes de proteínas, pero pueden ser complementadas con más proteínas, especialmente de origen vegetal. Aquí la mejor opción sería introducir legumbres secas: fáciles de almacenar y de cocinar, nutritivas y económicas.
Aunque no sea una opción barata, una cesta de la compra sin aceite de oliva puede ser un mejor “capricho” que chocolates, zumos o refrescos.
Otros consejos para comer mejor ahorrando. La ciencia nos da otros trucos para ahorrar en nuestra compra. Todo el mundo ha oído que es mala idea ir al súper con el estómago vacío. El motivo es que nuestra hambre nos llevará a caer en la tentación y nos inclinaremos por alimentos menos nutritivos y más caros. Es fácil subestimar el peso del hambre en nuestras decisiones. Hacer un plan y ceñirnos a la lista de la compra también puede ayudarnos.
También puede ayudar el dedicar tiempo a leer las etiquetas, tanto las nutricionales como las de los precios. La primera de ellas es la que más problemas da, y no parece que esto vaya a cambiar. A la hora de fijarnos en la etiqueta de precios la clave está en encontrar el precio en relación a la cantidad de producto que nos estamos llevando.
Hacer planes no solo es importante cuando vamos al supermercado. La conciliación laboral es también difícil en el ámbito de la nutrición, pero dedicar tiempo a pensar con antelación en lo que vamos a comer puede librarnos de recurrir a productos precocinados y ultraprocesados.
¿Una alternativa con futuro? El debate sobre estas cestas sigue abierto. Por ahora sólo una cadena de supermercados ha anunciado esta medida, aunque cabe esperar que, ante la expectación generada, otras cadenas puedan responder con ofertas similares. De darse esta circunstancia, será posible comparar ofertas, tanto en términos económicos como nutricionales.
Imagen | nrd
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