Existe una planta que a los gatos vuelve locos, literalmente. Como si de una droga se tratase. Se llama, sin sorpresas, la "hierba de gatos", o menta gatera. Su nombre científico es Nepeta gataria. Tras el extraño comportamiento que genera en los gatos existen una serie de reacciones que podrían ser interesantes en el mundo farmacéutico. La planta gatera, además de un sinfín de vídeos graciosos, podría esconder algunos secretos contra el cáncer.
La Nepeta gataria es una planta típica de Europa, presente en terrenos baldíos, solares y terraplenes. Es una planta que aparece en los primeros estadios ecológicos o, en otras palabras, una hierba. En concreto, esta planta es perenne y se parece ligeramente, por sus hojas, a la menta. Esta planta también tiene interés para los humanos. Y más ahora, que nuestros gatos nos han permitido descubrir algunas cosas verdaderamente interesantes. No sabemos por qué o cómo comenzó la relación entre los gatos y esta planta, pero sí que sabemos que la usan frecuentemente.
A los felinos se les ve muchas veces comiendo esta planta, que no tiene una propiedad nutricional en su dieta. Después de ello, se les ve retozar y comportándose de una manera curiosa y juguetona. Algunos, claramente, van intoxicados por algún tipo de sustancia. Sin embargo, parece que solo los felinos consiguen "colocarse", y no todos. El resto de mamíferos parece no advertir estas propiedades. Y eso nos incluye a los seres humanos. ¿Qué tienen de especial los gatos para verse afectados de semejante manera?
¿Qué les hace a los gatos?
Según explicaba la veterinaria Ramona Turner, para la prestigiosa Scientific American, la menta gatera hace que los gatos exhiban diversos comportamientos, algunos parecidos a cuando están en celo. Por ejemplo, comienzan a frotarse, a jugar y retozar, a revolcarse con la hierba, rodar y hasta vocalizar (maullar) y salivar.
La respuesta puede ir desde los 10 a los 30 minutos, y algunos gatos parecen, incluso, "tener alucinaciones"; jugando con cosas imaginarias. En general, la reacción siempre es positiva, según se ha observado, y no hay documentados episodios negativos de comportamiento, al menos severos Según Turner, la respuesta es hereditaria y solo entre el 70 y el 80% de los gatos muestran esta reacción ante la presencia de la planta. Además, los animales no demuestran efectos hasta que han cumplido seis meses de edad y han pasado a la madurez sexual.
Esto tiene que ver con el metabolismo de la sustancia protagonista en su comportamiento.
La sustancia detrás de todo este asunto se llama nepetalactona. Este terpeno fue descubierto hace ya un siglo, pero todavía da que hablar por muchos aspectos que todavía resultan misteriosos. La nepetalactona es la causante del efecto en los gatos.
Según se cree, este compuesto volátil entra en el sistema olfatorio de los gatos y, una vez en el tejido de las mucosas, se une a las proteínas receptoras que estimulan diversos estímulos. Estos provocan una respuesta en el bulbo olfatorio del gato, el cual se proyecta neuronalmente a varias partes de su cerebro. Entre ellas están la amígdala y el hipotálamo, dos núcleos principales que controlan desde las emociones a las respuestas del sistema de recompensa, entre otras muchas cosas.
Estas áreas, a su vez, provocan una respuesta en otras partes del cerebro relacionadas con el comportamiento. Básicamente, la nepetalactona actúa como una especie de feromona sintética en el gato, provocando que reaccione como si lo hiciese ante un estímulo sexual. De ahí el comportamiento tan retozón.
¿Qué hace la menta de gatos en los seres humanos?
La hierba para gatos sí que tiene efectos en nuestra especie, pero no tienen nada que ver con los apreciados en los felinos. En los humanos, el efecto es ligeramente sedante y antiespasmódico. Por eso, Nepeta cataria se emplea comúnmente como una infusión para tratar varias dolencias.
Otros efectos observados son la capacidad antipirética ante una fiebre alta, o cierta ayuda para tratar la bronquitis o los espasmos asociados a la menstruación, todo relacionado, casi seguro, a su propiedad antiespasmódica. Además de lo anterior, también se le atribuyen una serie de propiedades jamás demostradas científicamente, pero sí recogidas en el acervo etnológico de distintas culturas.
Entre sus propiedades está la de curar la gastroenteritis, una enfermedad nerviosa pasajera, la anemia, la debilidad o hasta algunas infecciones. No se conocen los mecanismos tras estas afirmaciones ni tampoco está documentada su actuación. Pero todavía nos queda un último as en la manga de la nepetalactona.
Según descubrió un equipo del Centro de Bioquímica John Innes, de Reino Unido, no hace mucho, la nepetalactona podría ser la pista necesaria para encontrar un mecanismo de sumo interés para el tratamiento del cáncer. En concreto, lo que descubrieron es el mecanismo de conversión que tiene esta planta, que transforma los terpenos, precursores de la nepetalactona en esta.
Lo interesante en sí mismo es el proceso, y no tanto la sustancia, ya que ha abierto una nueva vía de entendimiento en la aparición de componentes como la vincristina y vinblastina. ¿Qué tienen que ver estas dos moléculas? Estas aparecen en la vinca de Madagascar, Catharanthus roseus, y se emplean para tratar varios cánceres, como la leucemia, el linfoma de Hodgkin o el cáncer de mama, entre otros.
El mecanismo por el que aparece la nepetalactona, que es distinto al observado típicamente en la generación de terpenos vegetales, parece estar detrás de la aparición de estas otras dos sustancias que, normalmente, se obtienen de la naturaleza a partir de la vinca. Gracias a este conocimiento, los investigadores creen poder empezar a trabajar en una manera de síntesis. De esta forma, usando el mecanismo enzimático recién descubierto, podrían dedicarse a generar vincristina y vinblastina en el laboratorio de una manera más rápida y barata, pudiendo mejorar y abaratar los costes de los tratamientos de múltiples tumores.
Y todo gracias a los parecidos observados con la nepetalactona.
Imagen: Abdullah Öğük/Unsplash