Muchos villanos de Bond están desfigurados. Y la gente que lo está en la vida real se cansa de ser el malo

Bond
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Jen Campbell, escritora y divulgadora de cuestiones sobre personas con discapacidades, ha lanzado en Twitter una crítica a la saga de James Bond: “cada vez que sale una nueva película de James Bond se le pide a los productores que se replanteen su representación de las personas desfiguradas, pero siempre les da igual. Para la última peli, que llega esta semana, más de lo mismo, aunque esta vez tenemos doble ración de villanos con el rostro desfigurado. ¡Qué suerte!”. Se refiere a Blofeld, al que le falta un ojo y está interpretado en esta ocasión por Christoph Waltz y al nuevo enemigo de 007, Safin, encarnado por Rami Malek y con una cara abrasada por lo que parecen tóxicos.

La larga tradición de Bond. Como lista Campbell en su compartido alegato, la saga cinematográfica ha mostrado en multitud de ocasiones a sus villanos con deformaciones: Le Chiffre, Oddjob, Tiburón, Emilio Largo, Alec Trevelyan, Zao o Raoul Silva. Es una herencia de las novelas originales, escritas de 1953 en adelante, aunque, como han apuntado también otros usuarios, había algunos personajes del bando de los buenos que tenían desfiguraciones, tal y como era visible en la época por los veteranos de guerra que habían quedado heridos tras la Segunda Guerra Mundial. El caso más significativo sería, por ejemplo, el de Felix Leiter, compañero de algunas misiones de Bond que fue herido en una de las novelas y perdió una pierna y un brazo. Sin embargo, estos personajes bondadosos no salen en las películas con esas características físicas. Por ejemplo, en Sin tiempo para morir Leiter es representado con todos sus miembros.

Screenshot 3 Blofeld en Sólo se vive dos veces.

La respuesta de los productores. Michael G Wilson y Barbara Broccoli son los productores de este y otros tantos títulos de la saga James Bond. En una entrevista para Den of Geek de 2012, Wilson habló sobre esta cuestión. Para ellos, este tipo de villanos lastimados son “un tropo” en las series, una “tradición literaria”. Para algunos de esos personajes la desfiguración es, de hecho, “una motivación para que vuelva” a enfrentarse a Bond. A veces es el propio agente del MI6 el que les produjo las heridas y otras veces forma parte de los eventos del pasado del adversario que le motivó a odiar al mundo y a perseguir el mal. Una coartada argumental.

Pasa lo mismo en toda la ficción. Durante milenos las artes visuales se han valido de las deformidades físicas para exteriorizar la maldad o el maquiavelismo psicológico de forma que los espectadores capten las intenciones de los personajes desde el primer minuto que suben al escenario. Este es uno de los recursos más comunes, pero hay otros, como el que apuntaban los productores, de sed de venganza por haber padecido esa condición, lo que podría llevar a muchos a inducir que, en caso de sufrir un accidente, esas personas con desfiguraciones van a estar más resentidas con el mundo. También existe la idea de castigo kármiko: si acabas desfigurado tal vez es porque hiciste algo que justificaba sufrir esa herida.

Trauma. Como podemos entender, y como indican algunas encuestas, las personas que cuentan con este tipo de imperfecciones en el mundo real se ven poco identificadas con la ficción, cuando no hastiadas. Desde el cine de terror hasta las de criminales, casi siempre se les ve más asociados a la maldad que a la bondad. Campbell cuenta una anécdota personal muy elocuente: en la librería en la que trabajaba escuchó un día por accidente cómo un grupo de padres hablaba del nuevo fichaje para un programa infantil de la BBC, una presentadora a la que le faltaba el antebrazo. Los padres se preguntaban si era adecuado que la cadena de televisión permitiese a esa mujer trabajar ahí, en un espacio tan visible y al alcance de tantos niños, ya que pensaban que podían quedar traumatizados. Para la activista eso demuestra la falta de inclusión de estas personas en la esfera pública, lo que, en ultima instancia, hace que tropos como el del villano con deformaciones sean aún hoy tan exitosos.

Cambiar las tornas. Los ejemplos contrarios existen, por supuesto. Snake Plissken es el poderoso y carismático guerrero tuerto de 1997: Rescate en Nueva York y 2013: Rescate en L.A. Imperator Furiosa es la heroína de Mad Max: Fury Road. En ambos casos en ningún momento se nos cuenta qué sucedió para que quedasen heridos, lo que tal vez les da más fuerza ya que, al no hablar de ello, parece que esa característica no es lo que les define como persona, como debería ser. Pero siguen siendo más los ejemplos que operan a la inversa. Por eso desde 2018 el poderoso British Film Institute (BFI), financiado en buena parte con dinero público, fue la primera organización fílmica en sumarse a la campaña I am not your villain. Con ello se comprometen a “no financiar películas en las que se representen características negativas a través de cicatrices o diferencias faciales”, e instan al resto de la industria cinematográfica a hacer lo mismo.

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