Los manglares del desierto de México: los héroes anónimos contra el cambio climático

Los manglares del desierto de México: los héroes anónimos contra el cambio climático
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Hace tiempo que los científicos saben que los manglares proporcionan barreras vitales contra las tormentas y que estos bosques pueden contener grandes cantidades de carbono. Un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences vuelve a poner de manifiesto por qué los manglares son importantes para los litorales, los ecosistemas y la población humana del planeta.

Sin embargo, este estudio se distancia de las historias comunes sobre los manglares en Indonesia y se concentra en México, descubriendo nuevos e interesantes detalles sobre los manglares del desierto que crecen en lagunas y rías adyacentes a los ecosistemas desérticos cercanos a la costa de la península de Baja California.

Hasta ahora los manglares del desierto habían sido un tipo de héroes anónimos en el mundo de los manglares al suponerse que solamente tenían un pequeño papel comparado con sus semejantes en los trópicos. En este nuevo estudio se demuestra que los manglares del desierto proporcionan servicios ecológicos que no habían sido apreciados hasta ahora en su totalidad, incluyendo almacenar carbono y proteger contra el aumento del nivel del mar.

Cuando lo pequeño trabaja por encima de sus posibilidades

A finales de 2013 y en 2014, investigadores del Instituto de Oceanografía Scripps, UC Mexus y del Centro de Investigaciones Biológicas, La Paz, se trasladaron a la costa pacífica de México para analizar los sedimentos de diferentes manglares y así poder entender cómo se produce la formación de turba y cuánto carbono hay bajo la tierra.

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Investigadores analizan un sedimento en el complicado sistema de raíces de un manglar. Octavio Aburto (iLCP)

Al analizar los sedimentos en la base de diferentes sistemas de raíces de manglares, los investigadores pudieron cuantificar cuánto carbono había y a qué profundidad. Los primeros resultados mostraban que los manglares, junto con otros matorrales, conformaban menos del 1 por ciento del paisaje del noroeste de México pero contenían aproxidamente un 28 por ciento del carbono de toda la superficie de la región.

Dicho de otro modo, teniendo en cuenta el tamaño del área, estos hábitats contribuyen a la cantidad de carbono del desierto de forma desproporcionada. Solo una pequeña parte de su carbono se expulsa a la atmósfera como dióxido, reteniendo la mayor parte en los sedimentos profundos.

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Parte de manglar con reservas de turba en la superficie en Baja California, México. Paula Ezcurra

Un freno para la subida del nivel del mar

Los pequeños manglares del desierto, acumulando y depositando carbono a niveles comparables, e incluso superiores, a los de los homónimos tropicales, ya sería de por sí una historia sorprendente pero los descubrimientos dejaron al descubierto más cosas.

Al no poder expandirse y crecer, los manglares situados entre el mar y barreras geográficas como las colinas o montañas son capaces de retener el crecimiento del nivel del mar creciendo hacia arriba sobre su propia turba, según los investigadores. Gracias al análisis del radiocarbono, el equipo de investigadores considera que el nivel del mar ha crecido a un ritmo anual de 0,7 mm durante los últimos 17 siglos.

Estos registros históricos sugieren que los manglares colindantes con montañas pueden adaptarse a los cambios en el nivel del mar y en el futuro podrán actuar como un freno contra los mares invasores. Sin embargo, en el caso de los manglares que crecen en grandes llanuras sin movimiento, investigaciones anteriores han demostrado que el aumento del nivel del mar sigue siendo un riesgo.

¿Podemos recuperar los manglares que, hace tiempo, matamos?

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Marea baja en el manglar de Balandra, dejando expuestos los sedimentos y los manglares rojos (rhizophora mangle). Octavio Aburto (iLCP)

¿Qué nos dicen estos datos sobre el valor de la protección de los manglares? En un estudio anterior se descubrió que el valor actualizado a 10 años (37.500 dólares por hectárea al año) de un bosque de manglares en México es 300 más alto que el coste oficial puesto por el gobierno mexicano en 2008. De ahí que la destrucción de los manglares haya tenido un impacto económico y ecológico en las costas de México.

Con más de la mitad del área original de manglares perdida y 150.000 hectáreas desapareciendo cada año, este nuevo estudio vuelve a reiterar en la importancia global de conservar los ecosistemas de manglares que aún quedan en el planeta. ¿Pero qué podemos hacer por los manglares que ya se han perdido por culpa de operaciones acuícolas, el desarrollo industrial y el aumento del nivel del mar?

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Acumulación de hojas y propágulos de manglares en la reserva de la biosfera de La Encrucijada, en México Octavio Aburto (iLCP)

Los proyectos de restauración son un paso lógico. Los problemas con la propiedad de las tierras, los conocimientos de los requisitos ecológicos necesarios para rehabilitar el sistema de manglares y los índices lentos de recuperación significan que, aunque la restauración ayudará a regenerar los manglares a largo plazo, es necesario tomar acciones inmediatas para poner freno a las pérdidas devastadores a las que estos ecosistemas están expuestos a día de hoy.

El nuevo estudio de Paula Ezcurra et al. vuelve a poner de manifiesto que los manglares nos están haciendo a todos un gran favor. El almacenamiento de carbono, la protección del litoral y el hábitat para las especies locales son servicios beneficiosos de los ecosistemas que han sido defendidos por científicos a nivel mundial.

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Manglares rojos de cuarenta metros de altura (Rhiyophora mangle) en la reserva de la biosfera de La Encrucijada, en México. Octavio Aburto (iLCP)

A largo plazo, parece que el mayor reto será convencer a los gobiernos de que la conservación y la restauración merecen la pena a nivel financiero. Se han de continuar los esfuerzos para conocer mejor estos ecosistemas y cuantificar los beneficios económicos que proporcionan.

Andrew Frederick Johnson, Investigador postdoctoral de Biología Marina (Scripps Insitution of Oceanography, University of California, San Diego)

Fotos | Octavio Aburto / iLCP

The Conversation
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

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