Cuando millones de personas quedaron confinados en sus casas pasaron dos cosas: empezaron a comer más, fruto no sólo de la restricción domiciliaria sino de una situación de estrés que hizo de la comida una respuesta emocional; y dejaron de hacer ejercicio. Sí, sí, ya sabemos, algunos devoraron el canal de Patry Jordan. Pero una amplia mayoría limitó su actividad física a levantarse de la cama y acudir al salón. De tanto en cuanto se permitían el lujo de bajar al supermercado. Nada más.
Un año después, alguien gana con todo esto.
Las cifras. Las recopila este reportaje de The New York Times: aplicaciones dedicadas a que pierdas peso están ganando usuarios (y dinero) como nunca antes. Noom, un servicio que ofrece planes de salud alimenticia y ejercicio por unos 50€ al mes, se descargó cuatro millones de veces durante el año pasado, convirtiéndose en uno de los más populares del país. Weight Watchers alcanzó los 4,2 millones de suscriptores, un 16% sobre el curso previo. Medifast, creadora de Optavia, otro servicio muy popular, duplicó sus beneficios respecto a 2019 (€1.100 millones).
Tendencia. El listado de aplicaciones y servicios, no siempre de pago, es infinito. Nuestros compañeros de Xataka recopilan aquí casi una treintena. La pandemia ha espoleado un negocio, el de la e-salud, que pisaba ya con fuerza antes de que pasáramos un año limitados en nuestros movimientos y actividades. En 2017 un informe estimaba el crecimiento del sector en un 20% anual durante el trieno siguiente. El valor de Peloton, el gran unicornio de la industria del adelgazamiento y el ejercicio, creció un 350% durante 2020. Hay hambre de deporte y de salud.
Motivos hay. Lo cierto es que hemos engordado a causa de la epidemia. En una encuesta global elaborada por Ipsos entre octubre y noviembre del año pasado, el 31% de los participantes afirmaba haber ganado peso desde el inicio de la pandemia (una media de 6,1 kilos). España destacaba para mal: el 38% de la población salía de la crisis sanitaria con más peso de lo que la comenzó (5,7 kilos, gramo arriba, gramo abajo), el mayor porcentaje de Europa. Si bien un 24% había disparado su actividad física en un año de ocio reducido... Un 27% se había vuelto más sedentario.
Otros trabajos han ahondado en la misma dinámica. Una minoría ha adelgazado y ha lidiado con el estrés ejercitándose más que nunca. Una mayoría ha ralentizado su actividad física y ha comido más. Este estudio estimaba que el 60% de los británicos habían engordado durante el confinamiento. La Sociedad Española de Obesidad cifraba en hasta los 3 kilos el engorde medio de los españoles a causa de la pandemia. Y cuando engordamos, invariablemente, queremos adelgazar.
A YouTube y al dietista. Más allá de las apps, la respuesta más intuitiva durante los meses de cuarentena domiciliaria fue YouTube. Patry Jordan alanzó los 10 millones de suscriptores al cierre del año pasado, registrando el crecimiento más sobresaliente entre los canales de fitness y salud. Blogigates, Sergio Peinado o Siéntete Joven han sido otros canales (de entre centenares de ellos) beneficiados por el boom del ejercicio en casa (o autogestionado). También hemos tirado de dietista, casi siempre con un objetivo en mente: perder lo ganado.
El estrés. Una industria cíclica (post-navidades, pre-verano) que en 2020 pasó a ser atemporal. Y por si tenías alguna duda, es completamente normal que hayas engordado o quieras perder peso: como contaban hace poco nuestros compañeros de Directo al Paladar, una situación de estrés tan prolongada como la pandemia nos empuja a la alimentación emocional, a comer como una forma de lidiar con la ansiedad y la incertidumbre. Un estrés que nos lleva a satisfacer necesidades elementales (lo que nos gusta) vs. otras más racionales (lo más saludable).
Imagen: Geert Pieters/Unsplash
