No queda lejos el día en que Internet se declare nación independiente. Cuando suceda, sus ciudadanos tendrán que elegir sus símbolos. Sobre todos los demás se impondrá la efigie de un gato gigante superpuesto sobre la bandera de Japón: no habrá dos elementos capaces de sintetizar mejor el pulso emocional de la red, no existen dos iconos más transversales y capaces de aglutinar mayores consensos entre los internautas. Hoy traemos otro ejemplo más de esta relación de amor.
El Twitch. Resulta que hay un canal de Twitch dedicado a retransmitir los quehaceres diarios de un grupo de gatos durante las veinticuatro horas del día. La cámara, fija, emite lo que tengan a bien hacer, ya sea comer, dormir o causar algún espanto que otro a sus dueños. El canal es el equivalente a contemplar en vivo y en directo a un animal ser... Un animal. No hacer nada reseñable. Y pese a ello se las ha apañado para aglutinar a unos 20.000 seguidores y a unos 124 espectadores simultáneos de media.
¿Dónde? En Japón, como es evidente. El canal fue creado hace unos meses por un refugio de Tokio llamado Nyandan-tei. El local en cuestión aloja a una quincena de gatos abandonados a la espera de un nuevo dueño, pero también como café, uno de los muchos que pueblan Japón donde los humanos pueden pasar una agradable tarde junto a los felinos. Cuando las restricciones interrumpieron su normal funcionamiento y atajaron las visitas, sus dueños trasladaron a Twitch su actividad.
Aquel viejo ideal de Internet como punto de conexión entre personas distantes se hizo real, pero con gatos.
La tendencia. El objetivo último del canal es hallar un hogar para los animales, pero en el camino ha transmutado en café virtual donde miles de espectadores pasan sus horas observando la rutina diaria de unos gatos. Es algo ya consustancial a la extravagante cultura que es Japón. Desde su eclosión a finales de la década de los noventa y hasta nuestros días se han creado varios centenares de "cafeterías de gatos" (Neko Cafés), en especial en Tokio, donde se contaban una cincuentena en 2015. Cualquiera que sea su atractivo es universal: hay establecimientos semejantes en otros países asiáticos y otros tantos europeos, incluido España.
Solidaridad. Nyandan-tei, en concreto, opera como café y como refugio/protectora. Tal y como se cuenta aquí, pasar una hora en su interior, en compañía de los animales, cuesta unos 6€ al cambio (más 1,5€ por cada 15 minutos extra). La idea es destinar lo recaudado a la manutención y correcto cuidado de los animales, ya sea en forma de pienso o gastos médicos. Existe la posibilidad, para alguno de los espectadores que se sientan interpelados, de hacer una donación en su web.
Alianza infalible. La suma de "gatos" y "Japón", como vemos, tiene una larga ascendencia y ha sido siempre celebradísima en los rincones de Internet. Sólo allí es concebible una línea de muebles en miniatura específica para gatos; reproducciones a escala humana de la cara de tu mascota que puedes utilizar de máscara; una gata, Tama, ascendida a jefa de estación de tren; o un café para gatos ferroviario, instalado, como el restaurante del AVE, en los vagones de uno de los trenes comerciales del país. La última frontera era Twitch.
Retransmisiones. Pese a lo extravagante, hay otras iniciativas similares que han ganado la extraña atención de los internautas, siempre predispuestos a cualquier streaming que les acerque a la naturaleza tal como es. SEO/BirdLife lleva años retransmitiendo en directo a las cigüeñas de Alcalá de Henares desde sus nidos; varias reservas africanas hacen lo propio con ejemplares más exóticos; otros tantos proyectos siguen los pasos en vivo de pequeños pájaros británicos, una obsesión similar a la de los gatos en Japón; y algunos zoos emiten todo el rato la rutina diaria de sus pandas o de sus osos polares. Hay para todos los gustos.