Hay muertes paradójicas, muy paradójicas y estas que son el colmo de la paradoja

Hay muertes paradójicas, muy paradójicas y estas que son el colmo de la paradoja
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Douglas Tompkins, fundador de la empresa de ropa y equipamiento de montaña The North Face, y filántropo de la conservación de la naturaleza, fallecía en Chile en un accidente de kayak, entre todas las cosas. No es que recibiera un golpe en la cabeza con la embarcación, sino que cayó al agua helada y sufrió una hipotermina muy grave, que no pudo superar.

Es una manera de morir que puede resultar paradójica; un fabricante de ropa para actividades al aire libre muere, precisamente, practicando una actividad al aire libre. Por desgracia, no es el único caso célebre de fallecimiento que podría haber sido incluido en 'Ironic', de Alanis Morisette.

Steve Irwin: Una raya

Steve Irwin era una celebridad televisiva gracias a 'The Crocodile Hunter', su serie documental sobre, por supuesto, cocodrilos. Su trabajo se extendió a labores de concienciación sobre la conservación del medio ambiente y a más documentales de naturaleza, y durante la grabación de uno de ellos, en 2006, fue atacado por una raya de aguijón. El programa se llamaba 'Ocean's deadliest', los más letales del océano.

Mike Edwards: Una bala de heno

El caso del músico británico, uno de los fundadores de ELO (Electric Light Orchestra), es más una muerte absurda y extraña. La furgoneta que conducía Mike Edwards, que era un iconoclasta tocando el violonchelo, fue arrollada en 2010 por una bala de heno de 600 kg., que cayó rodando por una ladera e impactó en el techo del vehículo desde una altura de más de cuatro metros.

Jimi Heselden: Accidente de Segway

Segway

JImi Heselden era en 2011 el dueño de Segway, la compañía que fabrica esos vehículos eléctricos de dos ruedas cuyos conductores los manejan con su cuerpo. Heselden iba, precisamente, conduciendo uno de estos Segway cuando cayó por un ladera muy pronunciada al intentar dar marcha atrás. Al parecer, lo hizo para dejar pasar aun hombre que paseaba a su perro por la zona.

Paul Walker: Exceso de velocidad

Walker

Hasta la muerte de Tompkins, era el ejemplo más reciente de estas muertes paradójicas. Paul Walker estaba en pleno rodaje de 'Furious 7', la séptima entrega de la saga de 'A todo gas' de acción, tramas criminales, persecuciones y carreras de coches, cuando fallecía, precisamente, en un accidente de tráfico. Su coche se estrelló contra unos árboles.

Frederick Treves: Apendicitis grave

En la historia de 'El hombre elefante' hay otro personaje importante, aparte de Joseph Merrick. Ése era su médico, Sir Frederick Treves, que fue el primer cirujano en realizar una apendicectomía, en 1888. Sin embargo, él mismo fallecería, en 1923, de una peritonitis derivada de una apendicitis aguda, algo que no era extraño en la época.

Pietro Aretino: Ataque de risa

Aretino

En la Venecia del siglo XVI, los poemas de Pietro Aretino eran lo más escandaloso que se podía leer. De hecho, su obra más conocida, publicada en Roma, se titula 'Sonetos lujuriosos'. Aretino ponía motes a todos los poderosos de la época, incluido el Papa, pero su muerte no llegó porque nadie quisiera vengarse de él. Según se cuenta, falleció de una apoplejía por culpa de un ataque de risa.

Timothy Treadwell: Un oso

Timothy Treadwell era un estudioso aficionado de osos grizzlies que estuvo 13 veranos observándolos y casi conviviendo con ellos en Alaska. Los guardas de los parques nacionales donde él iba lo miraban con recelo porque se tomaba demasiadas confianzas con los animales, hasta que, en 2003, un oso los atacó a él y a su novia. Su historia se cuenta en el documental 'Grizzly Man'.

Nitaro Ito: Falso ataque

Cuchillo 2

Nitaro Ito se presentaba, en 1979, al parlamento de Japón, pero su campaña no iba demasiado bien. Así que se le ocurrió una idea que no podía fallar para ganarse la simpatía de los votantes: hizo que otro hombre le golpeara y lo apuñalara en la pierna. Lamentablemente, se desangró hasta morir.

James Otis Jr.: Un rayo

Otis

James Otis Jr. era uno de los ideólogos de la independencia de Estados Unidos de la Corona inglesa, en el siglo XVIII. Creía que no podía haber tributación sin representación ("No taxation without representation"), y ese lema fue asumido como uno de los principales puntos de las protestas contra los impuestos establecidos por Inglaterra. Otis, sin embargo, había dicho en varias ocasiones que, cuando le llegara la hora de morir, prefería que Dios se lo llevara con un relámpago. Y así ocurrió. Le cayó un rayo en 1783.

Imagen | Alan Levine, inazakira, Didriks, Bill Damon

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